16 de jul. 2008
Vaneigem: Manual de rebelión cotidiana
Ensayo La didáctica y febril obra situacionista de Raoul Vaneigem es reeditada coincidiendo con el aniversario de Mayo del 68
Como todo grupo de vanguardia político-artística que se precie, la Internacional Situacionista estuvo durante toda su existencia sacudida por continuas purgas y cismas ahora-ya-no-te-estoy-porque-eres-un-reaccionario. Semi-olvidados co-starring en los hechos del 68, los situacionistas se las arreglaron sin embargo para dejar a su calcinado paso un cuerpo teórico sin parangón cuyo cenit serían las dos obras mayores de sus figuras clave: Guy Debord y Raoul Vaneigem.
Debord, por un lado, era un guerrero nihilístico-marxista tan fascinante y apasionado como algo imbécil, en el sentido menos médico de la palabra: un señor con una exagerada concepción de su propia importancia en el planeta Tierra, dado a las rencillitas más infantiles en el seno de la IS, y plagado de contradicciones insalvables. Debord quería educar al proletariado en vistas a la revolución, y para ello escribió un libro (La Sociedad del Espectáculo) que sólo comprendieron seis profesores de filosofía en todo el mundo. Y digo comprender en su totalidad, no citar frases para hacerse el enterado en columnas. Debord justificó el cripticismo de aquella obra con el argumento de que así los catedráticos no serían capaces de analizarlo. Descuidó un pequeño detalle; no podrían analizarlo ni los catedráticos ni nadie.
En el otro extremo está Raoul Vaneigem, un poeta belga con alarmante carencia de barbilla que ingresó en la IS en 1961, a instancias de Henri Lefebvre (entonces aún no demonizado). Vaneigem aguantó como miembro una década (sobreviviendo incluso a la “purificación” de 1962, cuando la IS pasó de la “fase artística” a la “fase política” y se descabezó a Jörgen Nash, Pinot-Galizio y otros), y acabó articulando el ethos situacionista en el Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, un libro que expresaba de manera poética y comprensible la idea de una revolución basada en el deseo, la intensidad, el juego y el vivir sin horas muertas, sin dueño. El libro de Vaneigem, como dijo Andrew Hussey, “estaba lleno de alusión, intimidad, era sinuoso y emocional”; o sea, que era todo lo contrario que el indigesto panfleto Debordiano. Vaneigem se basó en Lautréamont, Céline, Artaud y Vaché, pero a la vez en el terrorista Ravachol, el anarquista Max Stirner y las nuevas subculturas de delincuencia pop: Bloussons noirs, mods y rockers. Vaneigem veía en ellos a un nuevo proletariado, y les comparaba a Dada: “El mismo desprecio por el arte y por los valores burgueses, el mismo rechazo de las ideologías, la misma voluntad de vivir. La misma ignorancia de la historia, la misma rebeldía indumentaria, la misma ausencia de táctica”.
En el Tratado... se dicen también frases como la mil veces citada: “Los que hablan de revolución y de lucha de clases sin referirse explícitamente a la vida cotidiana, sin comprender lo que hay de subversivo en el amor y de positivo en el rechazo de las obligaciones, tienen un cadáver en la boca”. Si escuchan esto en el recitado que finaliza la canción The story of the blues Pt.2 del grupo inglés Wah! y no se les pone toda la piel de gallina... Bien, algo les pasa.
Hay más cosas que hacen de Vaneigem un tipo adorable. Cuando en 1968 el poderoso Sindicato de Escritores francés le envió una carta invitándole a afiliarse, el bueno de Vani les contestó así: “Pedazos de mierda, costras mohosas de letrina intelectual, putos gilipollas, el olor de vuestra propia descomposición os debe haber afectado la cabeza para creer que un situacionista podría unirse a vuestra pandillita de mierda”. Tanto intelectual como emocionalmente, Vaneigem era para Debord la única amenaza real de cara al liderazgo de la IS. De modo que -¿lo adivinan?- fue expulsado en noviembre de 1971 por “cobarde”, acusado de haber estado “de vacaciones” durante el levantamiento de Mayo del 68. Vaneigem continua hoy manifestando su perplejidad por aquella purga.
Anagrama aprovecha el aniversario de la revolución del 68 para reeditar esta gran obra situacionista con nuevo prólogo del autor. Quizás no fuese tan indispensable para los hechos de mayo del 68 como los situs deseaban hacernos creer, pero continúa siendo la mejor opción para todos aquellos que desean superar la paralítica retórica del marxismo convencional sin por ello claudicar postmodernamente ni acatar sin chistar la opción actual.
Kiko Amat
Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones
Raoul Vaneigem
Anagrama
304 págs.