26 de gen. 2009

Novedades Kiko Amat

En La Escuela Moderna estamos de enhorabuena.
Desde el día 22 de Enero, la nueva y tercera novela de Kiko Amat, Rompepistas, ya está en las mejores librerías (y esperemos que también en las peores) de la península.

Coincidiendo con la publicación de ésta tenemos el placer de anunciar la reedición de su segundo libro, Cosas que hacen BUM, que Anagrama publica simultáneamente y por vez primera en asequible edición de bolsillo.

Podeis leer un fragmento de Rompepistas aquí.
A continuación os dejo con el texto de contraportada:

Corre el verano de 1987, y suenan Madonna y George Michael. Sólo que no en la vida de Rompepistas. Para él, un punk miope y desgarbado de 17 años nacido en el extrarradio de Barcelona, los únicos que importan son Generation X, los Clash, los Jam y su propio grupo, Las Duelistas. Las horas se aceleran al lado de sus mejores amigos: Carnaval, el batería gordito, Clareana, su ex novia, y el Chopped, cabecilla de los Skinheads por la Paz. Son los chicos con botas, con las almas rotas y la ropa descosida, sin modales y sin futuro, sin nada que perder. Y el universo de Rompepistas parece a punto de estallar: acaba de empezar una guerra sangrienta con una banda del pueblo de al lado, sus padres están a punto de separarse, Clareana le odia cada día más, Carnaval no le habla y el Chopped está perdiendo la cabeza. Llena de patadas y puñetazos, punk rock y reggae, victorias pírricas, curas malvados y el desespero callado del cinturón industrial barcelonés, Rompepistas es una emocionante novela de iniciación que narra con intensidad y gran sentido del humor el paso de la adolescencia a la primera juventud. Escrita con profunda sensibilidad y ritmo, y con la exacta mezcla de misantropía e ingenuidad de aquel Holden Caulfield que sedujo a miles de lectores, Rompepistas explora la amistad y la culpa, los lazos de sangre, las promesas rotas y la redención del baile, y desgrana los miedos y avatares de la pérdida de la inocencia. Kiko Amat (Sant Boi, 1971) es escritor accidental, periodista cultural sin carrera, anglófilo militante y apasionado fan del pop. Escribe para el suplemento Cultura/S de La Vanguardia, El País y la revista Rockdelux, y coedita el fanzine La Escuela Moderna. Actualmente vive en Barcelona con sus pelirrojos mujer e hijo, cuatro mil discos de vinilo y sus nervios. Rompepistas es su tercera novela. Antes había publicado, también en esta colección, El día que me vaya no se lo diré a nadie y Cosas que hacen BUM: «Es el Kiko Amat más irónico e irreverente, que se ríe de sus propias mitologías con gesto zumbón... Ya ha dado dos novelas divertidas, chillonas, discretamente snobs, y del que se pueden esperar las mejores cosas» (Julià Guillamon, La Vanguardia); «Ágil, fresca y tremendamente contagiosa. Así es la prosa de Kiko Amat» (David Morán, ABC); «Una voz sencilla y divertidísima, espontánea casi por casualidad, intensa, embaucadora, melancólica, obsesiva, apasionada y con una capacidad exquisita para reírse de sí misma y vivir como si nadie supiera nada» (Lolita Bosch, Revista de Libros).


Un saludo.
Ministerio de Propaganda de La Escuela Moderna


Festa de presentació Rompepistas


Amics;
Tinc el plaer de convidar-vos a la festa de presentació de la meva tercera novel·la.
Serà el:
Dissabte 31 de gener a les 21:00h

Festa de presentació de la novel·la de Kiko Amat

Rompepistas

(Editorial Anagrama)

Amb lectura de l'autor

+ extravaganza musical única amb membres de Brighton 64, Grande-Marlaska, Surfin' Sirles, Nueva Vulcano, Astrud, Le Pianc, Veracruz, Silly Walk, The Bite i Las Dolores interpretant la banda sonora del llibre!

+ Hungry Beat DJs

A l'Heliogàbal, Ramón i Cajal 80 (Metro Joanic)
Us hi espero.
K

21 de gen. 2009

The Chap: nostalgia en armas


La revista anarco-dandi inglesa preconiza las virtudes de lo antiguo y caballeroso frente a la ruidosa vulgaridad del siglo XXI

1. Lo antiguo es mejor. Echen un vistazo a su alrededor, si no me creen; eso que ven es el siglo XXI: ropa de gimnasio en las calles, música vacía sonando en cachivaches computerizados, no-pensamiento catódico, grotescos armatostes automóviles, ausencia de romanticismo vital, desaparición de los modales, neutralidad existencial, vulgaridad capitalista, insulso arte no figurativo, cultura desechable y glorificación del prestamista. ¿Esto es nuestro siglo? ¿Esto es lo mejor que puede dar la humanidad? Pues menuda porquería.

En esta tesitura, el revivalismo se torna lícito y la nostalgia inevitable. Ésta tiene muy mala reputación, pero no se la merece. Los que miramos hacia atrás de forma patológica solemos ser malinterpretados: no se trata de que apreciemos cosas del pasado porque son “antiguas”. Se trata de que son mejores. Como declaró el artista Billy Childish a la revista The Chap: “no escojo la opción anticuada por que sea la más vieja, sino que observo las dos (la nueva y la vieja) y tomo una decisión basada en cuál es de mejor calidad”. Tweed contra Zara, vinilo contra MP3, cha-cha-chá contra house, Ealing contra el Hollywood actual: gana lo primero, admítanlo. Quizás los inodoros eran peores, hacía más frío y la gente cascaba antes, pero ¿qué quieren que les diga? Seguro que merecía la pena.

2. The Chap es una revista inglesa actual que pregona la “revolución del tweed” y los preceptos del anarco-dandismo. La C.A.D. (Confederacy of Anarcho-Dandysts) celebra la era del jazz, los 20’s-30’s-40’s, la caballerosidad, los trajes hermosos y los cócteles tonificantes, y lucha contra la “sosificación” de la juventud y la cultura de la “vulgaroisie”. La lectura de The Chap es ciertamente estimulante, y le hace a uno desear catapultarse hacia unas décadas que no conocían el reggaeton ni las zapatillas deportivas, y en las que se valoraba el esfuerzo, la cortesía y el calzado resistente. En las páginas de The Chap no encontrarán ni rastro de Madonna o D&G, pero sí a David Niven o Noël Coward. No les hablarán de festivales musicales o “cultura de clubs” pero sí de utensilios de afeitado adecuados o cómo colocarse un cuello de camisa separable. The Chap busca “tomar una sociedad indiferente y poco elegante” con una revolución. Naturalmente, como ellos mismos confiesan, al estar “poco preparados para el esfuerzo que exige una revuelta convencional, debemos prepararnos para una revolución basada en la languidez excesiva y el vestir pero que muy bien”.

Según Gustav Temple, su editor, The Chap nació en 1998, en un clima general de cocaína, clubes nocturnos y las Spice Girls. Sitiados, hastiados, un grupo de jóvenes pulcros fundó una revista para hablar de sus aficiones: el té, los trajes de tres piezas (Temple aduce que el motto de la revista es “all we are saying, is give the three-piece a chance”), el oporto y los poetas tuberculosos. Las opiniones del editor sobre el revivalismo son firmes: “Creo que buscar consuelo en otras eras es el único camino posible, pues quedan muy pocas ideas originales. ¿Por qué intentar inventar algo nuevo, cuando hay tantos estilos hermosos en el pasado”.

Pero en The Chap no son dogmáticos ni freaks reconstructores que simulan vivir en otro tiempo; Temple afirma que es posible disfrutar el London calling de The Clash y fumar en pipa. No se trata de escuchar exclusivamente a crooners y llevar sombrero trilby; The Chap no va de eso. Importa poco si tras leerlo uno empieza a llevar ligas en los calcetines o aprende a hacerse un nudo windsor. Lo que importa es digerir adecuadamente su jocosa racionalización de que la cultura moderna es un asco, por mucho que nos vendan sus avances. De que ser detallista y preocuparse por las cosas hermosas importa de veras. De que la buena educación es primordial. De que valorar altamente la estética personal no es un capricho estéril, sino una manifestación excepcional de dignidad humana. Y que, por supuesto, “You rascal you” es mil veces mejor que “We will rock you”.

3. Para que no me tachen de anglófilo sin entrañas les apuntaré antes de despedirme una dirección local de similar contenido. En el programa Melodías Pizarras de Radio 3 (cuyo slogan es, sin tapujos: “lo antiguo es mejor y más divertido”) suena sólo foxtrot, son cubano y bugui-bugui de los ‘30, y encima pinchado con discos de pizarra de 78 rpm, “el soporte eterno”. Lo llevan los Hermanos Pizarro, tres musicólogos que comparten lazos de sangre (ficticios) y apasionado delirio coleccionista (real). Si lo que buscan es una auténtica alternativa al balido insignificante de Los 40, les recomiendo fijar su dial allí. Con cemento y cadenas, si se tercia.

Kiko Amat

The Chap
http://www.thechap.net/

Melodías Pizarras
RNE, Viernes de 20:00h a 21:00h.


(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 14 de enero de 2009)

Oh, bondad graciosa

Los libros de Nick Hornby son cada vez más entrañables. Entrañables como una blanca Navidad, un osito de peluche o una niñita con su vestidito y su canesú. Desde aquel Fiebre en las gradas de 1992, su estilo se ha ido hollywoodizando con cada nueva obra, hasta el punto en que Hornby ha superado a Frank Capra en la lista de Autores para Sentirse Bien. No, Capra al lado del Hornby actual era un nihilista adicto al crack, pura depravación moral Ballardiana.

Eso no significa que Hornby, en sus inicios, fuera un punk-rocker espitado; nunca lo fue. Hornby es el epítome de la clase media-alta culta (pero populista) inglesa, y sus libros son el reflejo exacto de ello. Ya en sus primeras novelas se distinguía de forma inconfundible el horror a la vulgaridad que posee la middle class del norte de Londres: no era difícil imaginar a Hornby ruborizándose y sudando cada vez que obligaba a sus personajes a decir coño o joder.

Un gran chico fue la segunda novela de Hornby y apareció en 1998, tres años después de la excelente Alta Fidelidad. En su momento se tradujo como Érase una vez un padre (en catalán Una mena de pare), y hoy Anagrama la retitula en su campaña de reedición de la obra de Hornby. Un gran chico cuenta la anómala relación entre un solterón abúlico y canalla (Will) y el hijo empollón y solitario de una madre separada con tendencias suicidas (Marcus lo primero, Fiona lo segundo); su encuentro se produce porque Will simula tener un hijo para ligar con madres divorciadas. Sin haberlo leido, ustedes ya pueden intuir las altísimas posibilidades a lo Liberad a Willy 3 de un argumento así: entuertos adorables, redención espiritual, influencia niño-canalla tras una etapa de mutua incomprensión, canje del cinismo adulto por empatía y cariño, etc. No hacía falta ser vidente para predecir que de ella emergería un filme feel-good protagonizado por el cara-vasija de Hugh Grant.

En suma, ésta es una buena novela escrita con la mayor corrección, y es imposible no apreciar que Hornby ama a sus protagonistas. Por supuesto, es un amor de yaya, de pellizco en la mejilla y beso pegajoso; y ustedes saben de sobras lo cargantes que pueden ser esos amores. Dicho esto, Un gran chico es el perfecto regalo de Navidad hijos-padres y yernos-suegras, una tarjeta de presentación que dice: Estoy lleno de bondad. Porque de cómo ser buenos, Hornby sabe un rato.
Kiko Amat

Un gran chico
Nick Hornby
Anagrama
353 págs.
Trad. de Miguel Martínez-Lage

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 7 de enero de 2009)

16 de gen. 2009

MC5 Looking At You July 19th, 1970 LIVE Widescreen



MC5 tocant Looking At You en directe al Tartar Field de la Wayne State University Campus a Detroit, el 19 de juliol de 1970. Pelll de gallina.

12 de gen. 2009

Coleccionista #22: Amarillo Killer


¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
The Party - Buck Griffin, Domino 1007, a los 16 años.

¿Cuál ha sido el último?
Darrell Rhodes-Lou Lou Winston 1029-45 7" original.

¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
La colección Grab This And Dance 25 vol. en entre otras.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso?
La verdad es que tengo muchos.

¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Todos mis 45 rpm originales de rockabilly.

¿Artwork y portadas favoritas?
Todos los Lp's originales de Vincent con la Capitol.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
Por estilos, Rockabilly, jive, doowop, western-swing, skiffle, rhythm'n blues, blues, etc.

¿Sabes cuántos discos tienes?
unos 2.000 entre lp's, singles y 10".

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Me gustaba Paper Music a primeros de los 90's en Riera Baixa.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos
(un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
Os puedo contar el extraño caso de un vendedor Belga dedicado plenamente a la venta de discos únicamente de Rock and Roll y todo tipo de subgéneros que en ocasiones aparecía, ya sea por determinados festivales o por la feria del disco de Barcelona, a la que era asíduo, con 5 ó 6 copias impecables de algún LP difícil de ver. Evidentemente las prensaba el mismo, y eran idénticas al original, así que dificil de distinguir. La verdad es que nos hacía un favor ya que nos daba la oportunidad de tener lp's muy raros de nuestro género que era lo importante.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
No ha cambiado, simplemente se han ampliado horizontes. Todo se jodió con la salida del CD y formatos digitales, no con internet.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Si, pincho ocasionalmente en fiestas y conciertos de Rockabilly, en salas como Magic, la Roulotte, Hayride Festival, etc.

(Como veis Jose Jurado a.k.a. Amarillo Killer, camarada y ex-compañero de trabajo de uno de los editores, es un hombre de pocas palabras -escritas-. Sin embargo todo cambia en persona y a poder ser con un purito y un pacharán en la mano, entonces se transforma en un Torrente (en más de un sentido). Jose Jurado es un personajillo habitual de la escena Rockin' barcelonesa con un currículum que incluye tanto múltiples sesiones en los más variados garitos de la ciudad y alrededores, como en prestigiosos festivales de Rockabilly y un pasado como bajista de la banda de rock'n'roll lordsutchesco The Double Six)

Oxford Collapse: Canción para el cantante de Minutemen

Como un monstruo hecho a base de las mejores partes de otros, este trío de Nueva York tiene brazos de pop extraño de los 80 y tronco punk con melodías, además de gran potencial para el himno de corazón incendiado. Pop gritado con voces estranguladas, baterías al trote y acordes singulares: y aún así, cantable y bailable. Pogo cerebral, Feelies y Jawbreaker, urbano y leído, todo emoción.

Cuando les vi un abril de 2005 en un bar de Manhattan, no iba por ellos. Iba por The Nightingales, el grupo post-punk inglés, que aquella noche me parecieron pésimos; hacía el minuto 5 de “Going through the motions” ya sentia ganas de subir a matar a Robert Lloyd. Pero no lo hice. En primer lugar, la culpa era mía; pese a que raramente voy a ver a grupos antiguos, tenía la noche nostálgica (quizás porque había pasado tres horas emborrachándome en Manitoba’s, viendo fotos de Dictators y Richard Hell). Y en segundo lugar, la actuación previa de un estimulante grupo de desconocidos humanos me había puesto de buen humor. Se llamaban Oxford Collapse: un trío de empollones con nombre nerd. Uno de ellos (Michael Pace, el guitarra) lucía bigote y parecía el primo flaco de Ron Jeremy. El otro (Adam Rizer) con el bajo colgado a mitad del pecho a lo Hurrah! y ojos saltones de Marty Feldman, pertenecía a su mismo club de matemáticas. Y el batería (Dan Fetherston) era un octópodo que tocaba la batería al galope, sin un solo ritmo convencional. Juntos sonaban trompicados y emocionantes, como Minutemen. Pop aguerrido de la escuela Bob Quine, que no teme ser disonante ni pierde el ancla del estribillo. Un grupo con potencial para crear fanatismo.

Me alegra decir que, aunque me equivoqué en lo de geeks solitarios (sus novias resultaron ser las más guapas del local), no así en lo del fanatismo. Con cuatro álbumes en su estela, Oxford Collapse no parecen empeorar ni varar en ningún lugar cómodo. Bits (Sub Pop, 2008) tiene muchos hits, pero -conservando el mismo estilo- podría decirse que bucea a mayor profundidad. Tras tres años de fan, he vuelto a renovar para esta nueva temporada. Porque creo que nos esperan grandes cosas, ¿verdad, Michael?

fIREHOSE, The Feelies, The DB’s, los R.E.M. del Murmur y Dischord Records. Éstas eran algunas de las cosas a las que sonaba Remember the night parties, pero en el nuevo se adivinan influencias recientes. Y un violonchelo.
Bueno, según te haces viejo vas abriendo la mente y escuchando otras cosas. En nuestro caso, empezamos a excavar en la historia de lo que llamamos “rock clásico” de los 60’s y primeros 70’s: Dylan, The Band, Randy Newman... No es muy aparente a primera escucha en nuestra música, pero es una influencia subyacente. Una de las únicas cosas que no me gustaban del post-punk era la falta de melodía (si exceptuas a Feelies o R.E.M), la forma en que una canción sólo se sostenía a base de ritmo, como los Pop Group. A mí siempre me ha gustado el pop más que a los otros dos; me gustan los coros pegadizos y los ganchos, y por eso he ido investigando en canciones con melodía que me gustaban.

O sea, que tú eres el encargado de sujetar melodicamente a Oxford Collapse.
Cuando escribo algo, lo primero que pienso es: ¿Escucharía yo esto? ¿Es suficientemente pegadizo? Pero los tres miembros tenemos propensión a la melodía: Adam, nuestro bajista, toca con muchas notas, de una manera hermosa y melódica. Y Dan aprendió a tocar la batería en nuestro grupo, de ahí ese ritmo tan poco ortodoxo.

Un cambio obvio ha sido el lírico. “Back in the yards” es un ejemplo de que tus letras se han vuelto mucho más narrativas.
Un amigo me dijo que debería probar a escribir canciones que fuesen menos obtusas, menos forzadamente ingeniosas, menos pomposas. Creo que trataba de ocultarme detrás de palabras inteligentes. No hay nada malo en hacer canciones sobre amor, o que contengan una linea narrativa clara. El reto es hacerlo sin utilizar clichés, y que a la vez contengan un mensaje universal con el que la gente pueda identificarse. “Back in the yards” es literal: habla de una vez en que los vecinos cortaron los árboles que hacían de verja entre la casa de mis padres y la suya, y mi madre tuvo un disgusto tremendo, le habían arrancado su privacidad. “Lady lawyers”, del anterior LP, era igualmente literal: no era una metáfora, hablaba de mújeres abogado.

La última vez que hablamos, comentabas que todos veníais de círculos DIY y hardcore. ¿Qué queda de todo ello en el grupo, en términos de ética y actitudes?
El Hazlo-tú-mismo es todavía la base de lo que hacemos, pero actualmente todo el mundo tiene a su alcance los medios técnicos para grabar una canción y colgarla en internet. Lo malo de esto es que, a no ser que poseas los adecuados medios de distribución, esa canción va a acabar en un agujero negro. Sellos como Sub Pop son el tipo de medio que hoy en día cumple una función de filtro, de escarbar entre la basura y distribuir sólo lo bueno. Lo bueno del punk fue la democratización, y lo malo la desaparición masiva de filtros así.

Bill Drummond afirma que la excesiva disponibilidad de la música la convierte en algo desechable y despreciable, una idea con la que comulgo.
Por eso es importante para nosotros seguir editando discos en vinilo. Hay algo indiscutiblemente efímero en los CDs, y por contra, algo inmortal en la satisfacción que proporciona sostener la cubierta de un disco de vinilo. Y el concepto de las dos caras... Bueno, apreciar la música de la misma manera en que se suponía que tenía que ser en su concepción es algo sagrado. Hace unos días íbamos en la furgoneta y me salté unas cuantas canciones de un álbum en el Ipod y Dan, nuestro batería, me gritó: “¿No tienes ningún respeto por el álbum?” Democratizar tu colección de discos así devalua la intención original del artista.

Sin decir que algunos discos requieren años de aprendizaje. No puedes zambullirte así como así en ellos; hay unos sonidos previos que tienen que madurar en tu interior.
Voy a cumplir 30 el mes este noviembre. Soy la última generación del planeta que creció sin el concepto de la gratificación instantánea, que accedió a las cosas de manera progresiva, digeriendo lo aprendido por el camino. Hoy es: “Voy a hacer un curso acelerado de punk industrial alemán escuchando tres segundos de cada MP3 de toda la discografía que me he bajado”.

Por vuestra actitud anti-estrella y pinta anónima recordáis a grupos punk 80’s del libro de Michael Azerrad Our band could be your life. Como Minutemen, o Black Flag.
Totalmente. Cuando vamos de gira, “we jam econo”, como dijo Mike Watt. Nos alojamos en casas de amigos, cobramos el mínimo posible en la puerta; y aún así sacamos dinero para vivir. Eso sí, nunca nos haremos ricos. La ética DIY de gente como Minutemen es nuestra inspiración.

Sois tan old school que incluso tenéis dirección postal, por el amor de Cristo. Para que la gente escriba... ¡cartas!
(Se ríe) Me alegra que te hayas fijado en la dirección de correos. Myspace es una cutrada y nada elegante. Internet es igualmente cutre, en general. La dirección que incluimos es la de mis padres; por supuesto, no tenemos ni club de fans. Todo esto, lo de la dirección, es parte de un concepto clásico, de cosas que no son efímeras y que se han hecho siempre así.

Además que son inductoras del esfuerzo, y el esfuerzo mola. Cualquier patán-en-pijama puede mandar un comentario a un blog, pero mandar una carta implica dedicación.
Es cierto. Lástima que no hayamos recibido ni una sola carta, pero esa es otra historia. También nos gusta sacar singles con temas que no salgan en el álbum; cuando yo era joven, las canciones que eran sólo de single podían ser mejor que las de LP, como sucedía con Superchunk. Intentamos convertir esta experiencia en algo único, memorable. Eso es ser fan.

Te dejo con una diatriba moral. ¿Qué postura hay que tomar ante el licenciar canciones? La del compositor clásico a lo Cole Porter (tanto hago un jingle de dentrífico como una ópera) o la del cómico Bill Hicks: “Si haces un anuncio en TV, estás fuera de la lista artística para siempre”.
Sólo te digo esto: dime donde firmo y la canción es tuya. No es posible mantener vivo un grupo sin hacer cosas así (aunque, por supuesto, sería lo deseable). Band of Horses, a quienes se lapidó por licenciar canciones para publicidad, dijeron: “una vez la canción está hecha y está ahí fuera no tengo problemas en vendérsela a alguien”. Con este tema no se puede ser demasiado mojigato. Si un puto pez gordo quiere darnos dinero por nuestras canciones, bienvenido sea.


Flora y fauna (discografía seleccionada)

A good ground (Kanine records, 2005): En su segundo disco largo, OC han perdido algo del bailoteo maníaco de su debut Some Wilderness (Kanine 2004) y afianzan el que será su sonido desde aquí: melodía nerviosa, cantar semi-tirolés, crescendos emotivos, baterías dislocadas. Dos hitazos, mínimo: “The boys go home”, como el “Away” de los Feelies pero con voz de Kevin Rowland + Shudder to Think y unos tambores atolondrados que parecen aporreados al azar. Y ese estribillo de gran hermosura: “And when the party is over / All the boys go home alone”. La otra, “Proofreading”: los Mission of Burma más himnales (del “Academy fight song”) se mezclan con R.E.M. etapa parvulario (Chronic town) y furibundos arranques Dischord.

Melting the ice queen 12” (Kanine Records, 2004): Danzable espásticamente, como si fuesen The Method Actors o un grupo de los que aparecen en las series NY Noise de Soul Jazz. “Celebrity arty party” es una gran versión de los ignotos punk-funkeros The Embarrassment, y tiene batería metralleta, efectos rompepistas y estupenda melodía pop.

Remember the night parties (Sub Pop 2006): Comentado suficientemente en un Rockdelux pasado, RTNP es, créanme, una cosa es-pec-ta-cu-lar. Para muestra, una favorita: “Let’s vanish”. Como unos Pylon muy melódicos, con un inicio de bajo a lo Jawbox y una de sus tonadas más poperas (imaginen a Jawbreaker tartamudeando, y con letras aún más crípticas: “Traveling upstream climbing up gambles/ Over equators jumping in dunes”). ¿Comorrr?

Kiko Amat

(Entrevista publicada originalmente en la revista Rockdelux #268 de diciembre del 2008)

Canciones fiesta Doble Vida

Aquí algunos discos pinchados con el mejor gusto posible el otro día (3 de enero) en la presentación del nuevo sello Doble Vida en el Heliogábal.

SIMON & GARFUNKEL You don’t know where your interest lies
LAURA NYRO When I die
THE LINES Barbican
EMPIRE Today
NERVOUS EATERS Just head
THE CHESTERFIELD KINGS Baby doll
THE DILEMMAS Buffalo Bates
THE MERRY GO-ROUND Time will show the wiser
THE TEENBEATS Strength of the nation
THE CROOKS Me and my friends
THE DICTATORS Baby let’s twist
MISSION OF BURMA Academy fight song
THE EMPERORS My baby likes to boogaloo
LOS APSON Con el tiempo y un ganchito (Time won’t let me)
COCKNEY REJECTS Bad man!

Kiko Amat

Coleccionista #21: Cristina Alonso

¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Compilación de Jackie Wilson, edición bastante cutre, a los 14 o 15 años.

Cuál ha sido el último?
Un EP de Titus Turner

¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
En estos momentos y desde siempre colecciono varios estilos diferentes, pero principalmente sonidos afroamericanos. También algo de movida madrileña y freakadas varias, cuando se tercia.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso?
Un 45 de Jimmy Reed Jr (“Ain’t going nowhere”) por 5$ en una tienda de Boston.

¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Cualquiera que me guste mucho, no necesariamente caro... Por ejemplo, un single de Tráfico de Rubíes.

¿Artwork y portadas favoritas?
Ya sé que no es muy original, pero Blue Note siempre. Less is more... A otro nivel, la portada de un LP que tengo de un grupo brasileño de los 70s llamado Panel de Control, salen unos peazos freakies montados en un yate.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
“Aleatoriamente” is the word?

¿Sabes cuántos discos tienes?
Ni idea.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
¿Ebay? En el plano terreno, Discos Juandó, jejeje...

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...).
Cuando encontré un almacén lleno de miles y miles de 45s nuevos de trinca en Boston, casi me da un colapso nervioso. Ni que decir tiene que sólo pude ver una pequeña parte.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Me he vuelto más vaga y he engordado unos cuantos kilos como consecuencia de ello, debe ser por eso de que ahora puedes comprar discos por internet apoltronado en el sofá de tu casa...

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Pongo discos habitualmente en los clubes regulares en cuya organización participo (The Boiler, Movin’ On), también todos los domingos en Las Guindas junto a Eduardo Domingo (Spice of Life Sessions), y por lo demás just cuando me invitan por ahí.

(Cristina Alonso es DJ y es mujer, y las dos cosas juntas no abundan. Fan del soul y del Brazil, sangre gallega corriendo por sus venas, nutrida colección de discos rarotes y años organizando y pinchando en sitios de mods para zapatos selectos. Cuando la veamos un día en Las Guindas le pediremos que nos grabe una cinta)

8 de gen. 2009

American Beat '84

Los mejores peinados de la historia del rock'n'roll. Y punto.