23 de juny 2008

¡Leña al mono hasta que hable inglés!


Cuelgo este texto que nos han enviado los amigos de Pepitas de Calabaza en el que Miguel Amorós sigue repartiendo bastonazos sin dejar títere con cabeza. Entre tanta trivialización, aniversario y tontería institucional creemos que es momento de reflexionar sobre ciertas cosas y que mejor que escuchar lo que tiene que decir Amorós con su lucidez habitual. U.

LOS ARCHIPIÉLAGOS DE LA FALSIFICACIÓN,
EL ANARQUISMO ESPECTÁCULO Y MAYO DEL 68


¡ABAJO LA ANARQUÍA ESPECTACULAR MERCANTILIZADA! Tal era el lema de unos carteles y hojas que protestaban por el negocio editorial montado a costa del anarquismo tras el interés hacia el tema despertado por la revuelta de mayo de 1968. Aunque con un aceptable arsenal de armas críticas y tácticas subversivas, transcurrido el movimiento revolucionario la emancipación de los trabajadores seguía trabada por las organizaciones burocráticas que operaban en su nombre, bien a las órdenes de un Estado totalitario como la Unión Soviética, bien al servicio de la burguesía gestora en los países de capitalismo avanzado. La sociedad del espectáculo defendía su dominio mediante la falsificación general de todos los aspectos de la vida, precisamente aquello contra lo cual se habían alzado los insurrectos de mayo. En lo que concierne a las burocracias parasitarias, incluidas las libertarias, su labor consistía en la falsificación de las teorías y la historia de las crisis revolucionarias. Las aguas de mayo habían concedido al viejo anarquismo las apariencias de una segunda juventud e incluso habían propiciado la aparición de un anarquismo a la carta, que ofrecía todas las variantes posibles entre el narcisismo individualista, la estética contracultural y el izquierdismo específico. En tanto que conformismo de nuevo cuño, ese anarquismo inutilizado formaba parte del espectáculo, o dicho de otra manera, “estaba de moda”. Y por consiguiente, tal anarquía no era otra cosa que ideología de consumo, ideas desvalorizadas al servicio de la mercantilización.
Lo que no mata, engorda. El capitalismo sobrevivió a las crisis de los sesenta y se dispuso a dar enormes saltos hacia delante que entrañaban una obra de recuperación ideológica considerable, futura causa de una ingente literatura y de la prosperidad de las casas editoras. El trabajo recuperador de los asalariados de la cultura tenía que apuntar menos al mantenimiento de falsas ilusiones revolucionarias, que a la denuncia del retorno del proletariado revolucionario en tanto que ilusión. Por tanto, no tenían que vender a la clase obrera en reflujo fantasías de poder y de liberación, sino sueños libidinales y hedonismo consumidor. De ahí que a la dispersión de la revuelta siguiera una liberación de costumbres encabezada por las clases victoriosas, que para el mercado realmente significó una renovación. Veinte años después todos los medios de comunicación proclamaban que lo que muchos consideraban todavía la única huelga general salvaje de la historia no era sino una maniobra dura de la modernización capitalista, y su gusto por el jolgorio comunitario, su deseo de expresarse libremente o su rechazo del trabajo y de las ideologías, algo así como un prólogo agitado y lúdico del neoliberalismo. La labor recuperadora había allanado el terreno a la mercancía de forma que ésta abarcase cómodamente la totalidad social, elaborando un lenguaje con palabras arrebatadas al enemigo. Alcanzado ese nivel cualquier eslógan revolucionario del pasado sonaba a mensaje trivial de lo existente; así por ejemplo, el “PROHIBIDO PROHIBIR” servía como lema publicitario de una vulgar exposición fotográfica, y la multinacional Acciona diría eso de “SEAMOS REALISTAS. PIDAMOS LO IMPOSIBLE” para dar a conocer el ecofascismo del mañana en su pabellón de la Expo de Zaragoza.
La naturaleza profunda de las crisis de los años sesenta y setenta, las del fordismo y la abundancia mercantil, determinó que la vuelta al orden no se quedara en una mera restauración garantizada por la fuerza pública, sino que conllevara cambios radicales en las formas y procedimientos de gestión social, donde los contingentes de desertores y arrepentidos jugarían su papel. El caso español fue similar, aunque debido al peso de la moral católica dominante bajo el franquismo la subversión de conductas se presentó más que en ninguna otra parte como moda libertaria, dando pie a un espectáculo específico sostenido justo el tiempo empleado por los retoños de la burguesía posfranquista para renovar su moral, o como dijo José Ribas, personaje que dirigió la revista recuperadora por excelencia, “Ajoblanco”, en lograr su “libertad”. La influencia del mayo francés nunca fue excesiva puesto que el filtro policial-estalinista la mantuvo a raya y, además, el proceso de radicalización obrera se detuvo en 1976; a lo sumo hoy los dirigentes de medio pelo aluden al 68 para indignarse si ante la exigencia de que las decisiones se tomen en asamblea. Los asalariados ibéricos de la cultura, principalmente estalinoides, nunca se emplearon demasiado a fondo, limitándose a reducirlo a algarada estudiantil y a repetir los tópicos de sus colegas franceses. Hemos tenido que esperar cuarenta años para asistir a una ambiciosa tentativa de recuperación autóctona, en forma de “conmemoración cultural” que se pretende “intervención política”, llevada a cabo desde distintas universidades con la ayuda de varias momias prostituidas, pasando por el Museo Reina Sofía, el Ministerio de Cultura, la Fundación Tàpies, la revista Archipiélago y la editorial Acuarela.
El objetivo confesado no es en absoluto una defensa de Mayo en sus aspectos más verídicos, a saber, el anticapitalismo, la crítica de la burocracia y de la política, el rechazo frontal de las instituciones, la apuesta por la revolución social, etc., y no podía serlo siendo quienes son los autores de la operación y los lugares en donde ésta se efectúa. Más bien se trata de un show dirigido a un público concreto, el que aspira a labrarse una carrera en el mundo de la industria cultural y del espectáculo artístico, el que quiere hacerse un nombre en la modernización del sistema dominante. Estos cretinos modernos afirman que “sólo el presente puede abrir el pasado”, pero eso suena más al big brother de “1984” que a Walter Benjamin, pues tal afirmación en boca de recuperador quiere decir sólo que la manipulación del presente facilita la del pasado. Y a su turno, el “pasado”, por ejemplo, Mayo del 68, ha de ser alterado (o “reconstruido”) para que no impida la contemplación del presente con ojos aprobadores. El pasado es algo así como un desván de trastos y ropa vieja donde encontrar material “para una intervención política presente” ¿cuál? A estas alturas habíamos de adivinar que nuestros payasos del pensamiento sumiso se refieren a los “movimientos sociales”, las seudomovidas ciudadanistas que reclaman la vuelta al Estado “de bienestar”, la renta básica y el retorno al escenario socialdemócrata por vías paralelas, donde realizar “una praxis del antagonismo que no se limite a la negación”, es decir, una actividad colaboradora que neutralice cualquier conflicto presente. Efectivamente, el trabajo de los burócratas es distinto “cuando ya no se trata de dirigir, representar o adoctrinar”, sino de amontonar y distraer. La pérdida actual de credibilidad institucional abre perspectivas a un tercer sector de la recuperación, aquél que ha de intervenir en luchas reales o ficticias cuando “el concepto de vanguardia” es cuestionado y las organizaciones políticas, sindicales y “sociales” están desacreditadas, cuando no quedan modelos aptos que ofrecer ni recetas infalibles, sin un horizonte revolucionario que oscurecer ni un sujeto proletario que manejar. Como han demostrado los alterglobalizadores, la banalización de la protesta no puede realizarse ya desde los partidos, las asociaciones o las ONGs; ha de ser “rigurosamente situacional” y andar fuera de las estructuras del poder, allí donde los montajes ocasionales puedan sin querer crear espacios en que ni sus reglas sirvan ni las subvenciones funcionen. La participación electoral y el compromiso con lo existente han de lograrse con métodos de diversión, entretenimiento y “diálogo transversal”, es decir, multiconferencias, dramatizaciones y tecnofiestas.
La tercera vía de la recuperación que llamaremos de ahora en adelante “acuarelismo”, propone volver tan ininteligible el presente como el pasado, para así poder manipular ambos. Por una parte, ha de sabotear la experiencia en cuanto al presente, manteniéndola en el aire, sin objeto real; por la otra, ha de “reinventar” cualquier suceso revolucionario. ¿Cómo? Sacándolo de su contexto social y político y saqueando su bagaje radical para que, ya sin contenido verdadero, adorne tranquilamente las movilizaciones de pega y las farsas seudocontestatarias. Lo que interesa a los acuarelistas no es el lado negativo de las revoluciones, que al contrario detestan, sino sus posibilidades estéticas bien limpias de radicalismos sociales, que les fascinan. Y claro está, Mayo del 68 es una mina, pero no sólo accesible al acuarelismo: igualmente podíamos espetarle que la humanidad no será feliz hasta que el último de los estetas cuelgue de las tripas del último capitalista. O el detournement de Picabia: si leéis Archipiélago en voz alta os dolerá la boca (¡es verdad! yo mismo lo he comprobado). Visto lo conseguido hasta ahora, la recuperación acuarelista no se distinguiría de las precedentes, pues en último extremo no sería otra cosa que un intento de convertir en mercancía de importación los combates históricos de mayo, para ofrecerla como capital cultural al poder, y al mismo tiempo venderla como espectáculo de la revolución light a un puñado de consumidores. La novedad residiría en la oportunidad estructural de tal conversión, pues en la actualidad la cultura mercantilizada cobra una importancia considerable en la transformación urbana de las metrópolis y la evolución de su economía. No estaríamos pues ante un latrocinio sociocultural aspirando a escenificar imaginativamente la vieja política en el terreno de la globalización capitalista; se trataría de un asunto que apunta más lejos. La recuperación trabaja para la fusión de la cultura de masas y el Estado, pero desde la perspectiva del mercado mundial, no hay Estado ni cultura, sólo economía. Entonces, el acuarelismo, al acumular su brizna de capital inmaterial, aportaría su modesto grano de arena a la mundialización. En concreto, repetimos, su función consistiría en dar a un público universitario arribista la apariencia de una existencia culta, puesta al día, de forma que se encuentre a gusto con la alienación y transmita esa sensación a la “multitud”, que es la que a fin de cuentas ha de consumir para que la moda dé dividendos. Que haga bien sus deberes y contribuya con su hipocresía superlativa a la prolongación de la prehistoria de la humanidad es lo de menos. La moral del asunto es ésta: la historia pertenece a quienes saben apropiársela, bien para continuarla buscando pelea, bien para rentabilizarla buscando compradores. Que sirva mejor a unos que a otros dependerá de quienes sepan en su ámbito respectivo ser más crueles.

Miguel Amorós
Texto elaborado al azar en diversas charlas de presentación del libro “Los situacionistas y la anarquía”, habidas entre mayo y junio de 2008 en la librería restaurante Anònims, de Granollers; en Radio Bronka; en el Gaztetxe de Loiola, de Donosti; en el Centre d’estudis llibertaris Francesc Sàbat, de Terrassa; y en el C.S. O. La Retaguardia, de Barcelona.

10 de juny 2008

Vuelven los tiempos oscuros

Corto y pego (de Rebelión) la noticia más terrorífica de los últimos años. Igual empieza a ser momento de que vuelva la F.A.I.:

El mayor retroceso social en décadas de los derechos de los trabajadores se aprueba sin ningún voto en contra
La Unión Europea acuerda ampliar la jornada laboral hasta un máximo de 65 horas semanales

Agencias/Rebelión
Los países de la Unión Europea (UE) acordaron ayer por mayoría cualificada ampliar los límites de la jornada laboral para que un empleado pueda trabajar hasta un máximo de 65 horas semanales, si así lo acuerda con el empresario.

Tras cerca de 12 horas de negociación, los ministros de Trabajo aprobaron una propuesta que llevaba varios años bloqueada y que, ahora, debe ser aprobada por el Parlamento Europeo (PE) para su entrada en vigor.

España, que ha sido uno de los países más críticos con esta posibilidad, se abstuvo en la votación y, junto a Bélgica, Chipre, Grecia y Hungría, presentó una declaración en la que aseguró no poder aceptar el texto por el "retroceso social" que supone.

La reforma de la directiva de Tiempo de Trabajo consagra la hasta ahora transitoria cláusula del "opt out" -introducida en su día a petición del Reino Unido- que ofrece a los empleados la posibilidad de trabajar por encima del máximo vigente de las 48 horas semanales.

El texto acordado por los ministros establece que este límite -que sigue siendo el oficial- podrá superarse en caso de acuerdo entre el trabajador y el empresario, siempre por debajo de un techo máximo que queda fijado en 65 horas a la semana si se incluyen periodos de guardia.

Sin ellos, el límite estará en 60 horas semanales, a no ser que exista un convenio colectivo o un acuerdo entre patronal y sindicatos que ponga un tope más alto.

Finalmente, y por las presiones de Francia, la directiva se aplicará a todos los contratos de más de 10 semanas de duración y no sólo a aquellos de más de cuatro meses, como establecía el texto presentado esta mañana por la Presidencia de turno eslovena.

Además, los países acordaron que la Comisión Europea (CE) evalúe el nuevo sistema y presente una nueva propuesta para revisar la directiva, incluida la cláusula del "opt out".

Francia e Italia dejaron de ser aliadas de España

España ha sido desde el primer momento uno de los opositores de la ampliación de la jornada laboral, pero en los últimos meses perdió el apoyo de sus principales aliados en esta negociación, Francia e Italia cuyos gobiernos están en mano de la derecha, con los que había bloqueado en varias ocasiones la reforma.

El texto pactado hoy, tras horas de debate, intenta introducir salvaguardas pues establece que el empleado que trabaje por encima de las 48 horas a la semana lo será de "forma voluntaria y no obligado por el empresario". Esta disponibilidad de los derechos había sido desterrada del derecho laboral pues la práctica y el sentido común indica que el empleador siempre está en una posición de fuerza para imponer las condiciones de trabajo.

La excusa por parte de muchos países para aprobar esta norma es que hasta ahora se incumplía la actual legislación en sectores como el de la sanidad donde las guardias superan con mucho los límites de la jornada laboral. El Tribunal de Justicia de la UE ha reiterado en distintas sentencias que los períodos inactivos de las guardias deben ser considerados tiempo de trabajo, frente a la posición de la mayoría de gobiernos que lo rechaza por el coste que la medida implicaría para los sistemas públicos de Sanidad. Hoy, los ministros han reafirmado su pacto para que estas horas no sean contabilizadas como trabajo, a menos que así lo establezca la legislación nacional, aunque señalan ¡que tampoco deberían considerarse tiempo de descanso!

En paralelo, los países de la UE han acordado la equiparación salarial de los trabajadores cedidos por Empresas de Trabajo Temporal (ETT) con sus compañeros contratados directamente a partir del primer día de contrato, algo que ya ocurre en España.

La directiva pactada por los ministros incluye una excepción para aquellos países donde exista un acuerdo entre la patronal y los sindicatos en este ámbito, caso del Reino Unido -que hasta ahora había bloqueado el texto-, donde la igualdad salarial se da a partir de 12 semanas de contrato

4 de juny 2008

Cómo tocar la guitarra

por David Fair (de Half Japanese)

Aprendí a tocar la guitarra yo solito. Es increíblemente fácil cuando entiendes como funciona.
Las cuerdas más delgadas emiten los sonidos agudos y las más gordas los sonidos graves. Si quieres tocar rápido mueve tu mano rápidamente y si quieres tocar más lento muévela más lentamente. Eso es todo lo que hay.

Puedes aprender los nombres de las notas y como hacer los acordes que usan los demás, pero eso es muy limitador. Incluso si te dedicaras en un par de años a aprender todos los acordes seguirías teniendo un número limitado de opciones. Si no conoces los acordes tus opciones son infinitas y puedes dominar el arte de tocar la guitarra en un solo día.

Tradicionalmente las guitarras tienen una cuerda gorda en la parte de arriba y las cuerdas se van haciendo cada vez más delgadas conforme bajas. Pero lo que debes recordar es que es tu guitarra y puedes ponerle cualquier cosa que quieras. A mí me gusta poner seis cuerdas diferentes porque así tengo más variedad, pero mi hermano solía ponerlas todas del mismo grosor para así no tener tanto de que preocuparse. Cualquier cuerda que tocara era la correcta, porque todas eran iguales.

Afinar la guitarra es un proceso ridículo. Tienes que girar las clavijas hasta cierta posición, que implica que cualquier otra posición está equivocada. Pero eso es absurdo. ¿Porqué debería estar equivocada? Es tu guitarra y tú eres el que la toca. Es tu tarea decidir como debería sonar. De hecho yo nunca afino por el sonido. Estiro las cuerdas hasta que todas están más o menos igual de duras.

Recomiendo encarecidamente las guitarras eléctricas por unas cuantas razones. Primero no dependen de la resonancia del cuerpo para obtener el sonido, así que no pasa nada si las pintas. Además si pones todos los reguladores de tu amplificador al nivel 10, puedes obtener una relación entre tú esfuerzo y la reacción mucho más alta con una guitarra eléctrica que con una acústica. Sólo un pequeño golpecito a las cuerdas puede hacer temblar las ventanas, y cuando le pegas fuerte con tu ampli a 10, puedes llegar a hacer saltar la pintura de las paredes. La primera guitarra que compré era una Silverstone. Más tarde compré una Fender Telecaster, pero da igual que tipo de guitarra compres mientras las clavijas estén al final del cuello donde deben estar. Hace unos años a alguien se le ocurrió una guitarra que se afinaba por el otro lado. Nunca la he probado.
Supongo que suenan bien pero tienen un aspecto ridículo y te sentirías bastante tonto con una. Eso afectaría a tu forma de tocar. La idea no es parecer ridículo. La idea es poner una pua en una mano y la guitarra en la otra y con un pequeño movimiento dominar el mundo.