26 de nov. 2008

Fleet Foxes: blandos, bucólicos, barbudos


Son de Seattle y han facturado un disco de FM Folk por el que se están derritiendo todos los críticos del universo anglosajón. Encapuchados y enchirucados, blandiendo altísimas influencias, Fleet Foxes y su homónimo álbum de debut (Fleet Foxes, Sub Pop 2008) están provocando salivación anticipatoria aquí y allá. ¿Es ésta la gran esperanza de la New Weird America? ¿Es esto lo mejor que puede dar el folk moderno? Veamos.

Llevan gorros de lana, camisas de franela y barbas. Barbas muy poco convincentes, como de niños que las llevasen postizas para Carnaval. Pero el hirsutismo de Fleet Foxes parece real, como sus amores. Ellos mismos se definen como “pop barroco, música de películas de fantasía, Motown, bloques de armonías, himnos”. Es difícil afirmar con certeza si tanto el franelismo como la obsesión por el folk-pop bucólico-pastoril llevan el sello de la pasión sincera; por desgracia sólo los años pueden traer la respuesta a esa pregunta. Pero vamos a aventurar que sí. Vamos a aventurar que un grupo que suena a los Fleetwood Mac más radiables, a Pentangle, a Judee Sill, a Beach Boys y el Dennis Wilson de 1977 no necesita enseñarnos el ticket de compra de sus primeros LPs. Con semejantes influencias, ¿Quién requiere credenciales? Sería como si de repente una actriz de Hollywood se metiese en nuestra cama (digamos Kirsten Dunst) y le preguntáramos dónde has estado, pendón.
Otro tema es que Fleet Foxes sean tan buenos como sus influencias. No lo son, eso se lo avanzo ya. Pero esa patología se repite en todos los grupos que reciben cobertura masiva en la prensa musical inglesa, así que ya estamos acostumbrados: Arctic Monkeys son mucho peores que Smiths y Jam, Devendra Banhart no le llega a las suelas de las sandalias a Caetano Veloso, Franz Ferdinand no pueden ni nombrarse en la misma frase que Orange Juice. Esto es así, y me da igual que chillen.
¿Cómo hay que tomarse pues a Fleet Foxes? Como lo que son: un grupo de niños barbudos haciendo música folk-pop blanda, evocativa. Un grupo que en los 60’s y 70’s hubiese sido considerado de segunda o tercera fila, y digo esto sin dramatizar. La historia del pop está llena de encantadores y disfrutables segundones. Sólo hay que ser consciente de que lo son y no decir majaderías.
Robin Pecknold, el líder de Fleet Foxes, es el que tiene más cara de ir al “insti” (en las entrevistas habla como tal: “súper-guay”, “lo más”, etc) y llevar barba postiza atada con goma detrás de las orejas. Tiene 22 años, qué quieren. Pero no hablaremos con él, sino con Josh Tillman, cantautor en solitario y el último en incorporarse al grupo.

A la primera escucha, todos esos “bloques de armonías” a cuatro voces hacen pensar en música de iglesia. ¿Tenéis un pasado como niños de colegio salesiano?
Definitivamente no. Tenemos un 0% de afiliación religiosa. Los padres de Robin son devotos ateos, y todos nosotros hemos crecido como agnósticos convencidos. Por supuesto, en cuanto a grupo tenemos ciertas afinidades con los himnos religiosos, pero son cuestión de estilo: la música de arpa, los órganos y, por supuesto, los coros.
En una segunda escucha, sin embargo, me vinieron a la cabeza las definiciones que hace Ed Sanders en su libro sobre la familia Manson, The Family. La forma en que define esos coros comunales, las voces litúrgicas unidas... ¿Sois hippies? O peor aún: ¿Sois una secta?
Por alguna razón todo el mundo coincide en llamarnos neohippies, pero si lo miras detenidamente es obvio que nuestro estilo requiere demasiada disciplina y demasiada organización a la hora de ser tocado para ser auténticamente hippie, como lo sería un grupo de blues freaky improvisado de la Costa Oeste durante los sesenta.

Como Grateful Dead (pronunciado con desdén)
Bueno, a mí me gustan mucho Grateful Dead, pero estamos muy lejos de ser un grupo de jams libres como lo eran ellos. Nuestra dedicación extrema y detallista para con los arreglos es muy poco hippie. Otra cosa es que las armonías suenen pentecostales, o tengan un cierto aroma hippie. Quizás sea porque llevamos camisas de franela.

O sea, que no sois una secta.
(Se ríe) No.

A pesar de ser un grupo que ha crecido en una atmósfera urbana, vuestro disco está lleno de evocaciones mágicas y ensoñaciones de fábula. Robin mencionaba ser muy fan de El señor de los anillos, y a mí me viene a la cabeza El viento en los sauces de Kenneth Grahame.
Bueno, no es tan extraño. J.R.Tolkien creó El señor de los anillos viviendo en el ambiente de una universidad inglesa de la época. En mi opinión, lo nuestro es más una cuestión de escapismo que querer ser una copia urbana del medio ambiente natural. Somos más escapistas que idealistas. Al vivir en Seattle nos interesa más escribir sobre la idea de la naturaleza; también porque -es innegable- a todo el mundo le gusta esa idea. Pero tienes razón, estamos hechos del mismo material que El viento en los sauces.
En Fleet Foxes se condensa un amplio arco iris de influencias, “Ragged Wood” me suena a Simon & Garfunkel, pero también a The Shins. “Red Squirrel” al Dennis Wilson del Ocean Pacific Blue. “Your protector” es 6t’s folk-pop inglés a lo Incredible String Band mezclado con Quilapayún ¿Sois empollones de discos?
Has dado en el clavo con las influencias: Incredible String Band, Simon & Garfunkel, Steeleye Span, Beach Boys... Inevitablemente, si introduces un montón de discos en tu cabeza, lo que salga de ella va a parecerse en cierto modo a esos discos. Pero no es una copia de audiófilo, y no pretendemos sonar igual que ellos. Eso sí, confieso que somos empollones de discos.
Pregunta sobre formatos para ver si pasáis el examen: ¿Vinilo, CD o MP3?
Yo diría que vinilo y MP3. Me gustan los dos extremos. Me gusta el hecho de que el MP3 sea un formato portátil, su movilidad, su fácil acceso. Y del vinilo me gusta todo: el tamaño, las portadas y -por supuesto- que suena alucinante. EL CD, por otro lado, no es nada. Aparte de un montón de plástico.

Al ser de Seattle, os supongo un pasado punk/HC/grunge, pero todo eso no parece haberse filtrado en absoluto en vuestra música. ¿Hicísteis limpieza de influencias no adecuadas?
No hay un factor concreto que explique eso. Tienes que pensar que cuando hubo la gran explosión punk y grunge en Seattle yo tenía 8 años.

Es cierto. Me había engañado vuestro pelo facial.
(Ríe) Cuando llegué a los 11, la fiebre grunge ya había amainado un poco y estaba dando los últimos coletazos. Así que yo siempre identifiqué el sonido Seattle y Sub Pop con cantautores como Damien Jurado. Hace sólo siete años Casey (Wescott, teclista) estaba en un grupo punk (Seldom), pero era punk inteligente, más post-punk que grunge. En cualquier caso, me encantan Nirvana. Puedes citar que lo he dicho.

También engaña el hecho de que a pesar de ser de Seattle sonéis tan California del sur, tan océano pacífico.
Bueno, recientemente estuvimos en Big Sur (zona montañosa al sur de San Francisco), en la casa de Al Jardine (de los Beach Boys). Aparte de lo importante de estar con alguien tan relevante para nuestra identidad como él, nos identificamos completamente con Big Sur, sentimos una cercanía total, un vínculo con ese entorno. Al estar allí entiendes de pronto el porqué del sonido californiano. Por otra parte, al no ser de allí, nuestro sonido surge de una California mítica, soñada. Al haber nacido lejos de allí estableces una relación mitológica con la zona.

En la revista Uncut vi la foto de un cartel que cuelga en vuestro local. Escrito en rotulador debajo de las normas para mantener el sitio en condiciones hay escrito: “No Emo. No 70’s rawk”. ¿Hay algún otro No que tengáis como norma al ensayar?
(Se ríe) La verdad es que terminamos haciendo un montón de Nos. Nos gusta hacer los grititos a la tirolesa post-Eddie Wedder que suelen acompañar el rock moderno más “enfadado”. O añadir letras improvisadas a viejas canciones country.

A los críticos les encantan las escenas. ¿Os sentís cercanos a algunas de las que se mencionan hoy? ¿Al folk raro de la New Weird America, por ejemplo?
Robin sería la persona adecuada para responder eso, la verdad es que estoy bastante desconectado de lo que se cuece hoy en día. Me gusta gente como Bonnie “Prince” Billy, pero no sé... (Piensa) Creo que no hay un club de chicos, al menos respecto a otras bandas con las que salir y compartir ideas. Hemos tocado con gente como Grizzly Bear y son gente magnífica, pero nosotros flotamos en nuestro propio universo.


4 Grupos que Fleet Foxes desearían ser (pero no son)
Sin querer ser injusto. Pero si ellos nombran influencias, es de ley que nosotros les comparemos a ellas.
Incredible String Band: Fleet Foxes se darían repetidamente con cantos en los dientes para poder hacer algo tan inmenso como “A very cellular song” del The Hangman’s beautiful daughter (Elektra, 1968), 13 minutazos de coros, espirituales, fragmentos pop y mística campestre a tutiplén. Quizás, si se aplican, con el tiempo y una cuchara...
The Pentangle: Todos los grupos de folk de los sesenta tenían algún hit pop. “Light flight”, del Basket of light (Transatlantic, 1969) era el de The Pentangle, y era una canción grandiosa: totalmente folk, totalmente pop-art (normal, pues la produjo Shel Talmy), 100% exultante y elevadora. Lo más cercano que tienen FF a un hit es “Your protector”, esa combinación de música peruana del Machupichu y folk de la campiña británica. No está mal, pero deberían repasar en casa.
Simon and Garfunkel: Los han utilizado tantas veces para anuncios que a veces a uno se le olvida lo sensacionales que eran los S&G de los cuatro primeros álbumes. Cuando Fleet Foxes hagan una canción como “I am a rock” del The Paul Simon songbook (en solitario, CBS 1965) o la ultraterrena y prodigiosa “Scarborough fair / Canticle” (del Parsley, sage, rosemary & thyme, Columbia 1966), hablamos.
Beach Boys: Vuestras influencias extienden cheques que vuestras canciones no pueden pagar, Fleet Foxes. Si hubieran dicho que los grupos en los que se fijaban eran The Germs o The Pop Rivets, les hubiésemos dejado tranquilos. Pero ponerse a la vera de los autores del Pet Sounds y el Wild Honey...

Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en la revista Rockdelux #267 de noviembre del 2008)

Coleccionista #19: Nick Brown

¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Mis recuerdos de la fecha exacta están un poco borrosos, pero creo que fueron los Beatles, una colección de Beatles Oldies en LP, y también el Music for your pleasure de los Roxy Music. Debía ser en 1973, porque era justo antes de ir secundaria y tenía 10 años. Pero antes de eso ya cantaba (a los 2 o 3 añitos) con cualquier cosa que sonara por la radio, y luego les pedía a mis padres que me compraran el single. “Pedí prestado” su tocadiscos portátil cuando tenía 6 o 7 años, y para entonces ya poseía una docena de singles, incluyendo un par de los Beatles, el “Be my baby” de las Ronettes, unos cuantos de los Thunderbirds y el... ¡“Snoopy versus The Red Baron” de los Royal Guardsmen!

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
El último que he comprado ha sido el “Boobar come back to me” de los Tindersticks en 45 rpm. Y últimamente estoy coleccionando discos de bailes absurdos de los 50 y 60 que hablen de:
- Gallinas
- Conducir borracho
- Gatos
- Fumar cigarrillos
- Cocinar
- Jardinería (no me topo con muchos, de momento)
- Indios nativos americanos (estoy buscando desesperadamente el “Mr. Custer Stomp” de The Scouts).

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Hay demasiados para poder mencionarlos aquí, pero desearía que me enterraran con una copia del Funhouse de los Stooges.

¿Artwork y portadas favoritas?
La verdad es que no tengo niguna favorita. El arte del LP debería ser algo inseparable de la música que contiene, y los dos van entrelazados. El diseño del logo del sello, por otro lado, es un tema distinto. Supongo que cosas como el diseño rojo/negro de los singles de Atlantic de mediados de los 60 aún me provoca escalofríos en la columna vertebral, mayormente porque la música que simbolizan solía ser grandiosa.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
Rock, jazz, soul, gospel, Hot-Rod, Grupos de Chicas, bandas sonoras.

¿Sabes cuántos discos tienes?
Ni idea. Acabo de vender 300 y el hueco de los desaparecidos ni se distingue.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Intoxica, en Londres. Da Capo, en Utrecht (Holanda). Strider, en Greenwich Village (NYC). Bop Street, en Seattle (WA.). Todas las demás cerraron ya.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
Hay demasiadas, generalmente acontecidas en los Estados Unidos. Pero ahí van unas cuantas:
- Tuve que ayudar a una niña de 12 años con sus deberes de matemáticas porque prometió dejarme arrastrar debajo de su cama, donde su papá guardaba un montón de LPs. ¡Valió la pena!
- Una caja de discos de 78rpm se me cayó en la cabeza mientras reptaba por el ático-trastero de cierta tienda de discos y perdí el conocimiento. ¡No valió la pena!
- Fui a la casa de dos hermanos que me prometieron que tenían miles de LPs. Los tenían. Incluso el lavabo estaba hasta arriba de discos. Llegué a las 9:00 de la mañana y me fuí de allí a las 18:00 de la tarde con el coche lleno hasta los topes. Mientras yo buscaba por entre sus cajas, los dos hermanos habían pasado el día sentados delante de la televisión, viendo hardcore porno, bebiendo birras y debatiendo por qué sus mujeres los habían abandonado. Sé que los $5000 dólares que les pagué por su colección se invirtió en las mejores putas de Pennsicola.
- Volví a una tienda que había visitado un año antes, y allí me mostraron el artículo que había aparecido hacía un año en un periódico local sobre un misterioso inglés (yo) que se había dejado una pasta en discos raros en la tienda. ¡Con fotos incluidas!
- Recuerdo también aquel propietario de tienda de discos que se había quedado calvo y ahora se pintaba el pelo negro con un rotulador.
- ¿Y aquella vez en que (valientemente) traté de explicarles a un par de miembros de los Last Poets la razón por la cual a un tío blanco de Blackpool (yo) le gustaba tanto su música y quería comprar su colección de discos?
En fín, la lista sigue.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
La mía no, pero aparentemente la del resto de la gente sí.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Pues sí. Echad un vistazo al club Stag-o-Lee y el Myspace del The Cellar para más detalles. Gracias.


(Nick Brown es ex-miembro del grupo de punk retorcido The Membranes, aunque también tocó ocasionalmente su violín en discos de otros, como My Bloody Valentine. Siempre ha sido un collector obsesivo, y desde hace años co-regenta con mano de acero y grandioso desdén por turistas y advenedizos su emporio vinílico en Portobello Road, Intoxica Records. Su trabajo requiere el mismo esfuerzo y voluntad de acero que el de un alcohólico que fuese propietario de un bar, así que desde La Escuela Moderna le deseamos: ¡Suerte, Nick! Y por cierto: no hay fotos conocidas de él en ninguna parte)

18 de nov. 2008

Discos con remordimientos

Placeres culpables La serie inglesa de TV y club de baile Guilty Pleasures nos invitan a confesar la parte oculta de nuestro gusto musical

1. “De tan malo es bueno”. Este pequeño y en apariencia inofensivo axioma parece haber envalentonado a aquellos cuyo gusto inmundo yacía sepultado bajo unas cuantas capas de sentido del ridículo. Los mismos que ayer amontonaban sacos de arena encima de sus discos de Supertramp o Camilo Sesto hoy lucen con orgullo su afiliación a las hordas del “mal gusto”. Los placeres culpables han dejado de serlo. Unos cuantos iluminados dieron luz verde a este dañino fenómeno mundial, y ahora está perfectamente aceptado tener una colección de discos apestosa. Porque -guiño, golpe de codo- ¿No es divertido? ¿No es cutre? ¿No mola precisamente por lo vil que es? ¿Volvemos a pinchar la banda sonora de Dirty Dancing?
Pues no, tío, mejor no. Que te la tragas.
Por mucho que repitan el refrán de que “la comida de un hombre es el veneno de otro”, algunas cosas son sólo veneno. Algunas cosas son malas, y no es una cuestión de perspectiva, y de tan inmundas no se convierten mágicamente en geniales: siguen siendo inmundas, y lo serán eternamente por mucho que mil fanzines elogien su -guiño, guiño- carácter “bizarro”. Las películas de destape eran un asco. Los Calatrava eran vomitivos. Verano Azul era una serie abominable. Mecano eran ofensivos. Podría seguir recitando sinónimos de mi Diccionario de Ideas Afines, pero ya se hacen a la idea.

2. Placeres-sonoros-con-remordimiento. De eso hablamos aquí. En la website de Guilty Pleasures lo definen como “algo bueno que se supone que no debería gustarte porque es supuestamente malo para tu salud o credibilidad”. Dejando de lado lo vago de la acepción “algo bueno”, mi opinión sobre el tema ya la intuyen: ser fan de Europe o Dire Straits es como tener un quiste no maligno en el testículo; quizás no va a matarte, pero mejor no irlo enseñando por ahí.
El pelotazo inglés del Placer Culpable lo pegó un señor llamado Sean Rowley. Un día de hace tres años decidió “dejar de esconder su amor por la ELO o Hall & Oates” (como aduce la mentada página web) y empezó un imperio de clubs, discos recopilatorios e incluso programas de radio/televisivos. En el programa de la ITV británica Guilty Pleasures grupos célebres salían a versionear la canción que “secretamente” amaban -guiño, risita, golpe de codo- sólo que ni los grupos eran tan célebres ni la canción tan vergonzosa. Supongo que, en el fondo, este “puedes hablar con toda libertad” es un poco como el de las comisarías de policía; sin duda puedes confesarte, pero te va a caer un paquete. Hasta el más burro de los participantes tomó con cierta desconfianza esa sugerencia, como un soldado de la Iª Guerra Mundial a quien el capitán hubiese invitado a avanzar por tierra de nadie porque “es seguro”. Así, por ejemplo, grupos mediocres como The Feeling dieron su versión del “Video killed the radio star” de The Bugles, una canción que ningún estándar podría etiquetar como auténtico placer vergonzoso. Es pop pastiche, cierto, pero no posee la carga degradante que darían Foreigner, Middle of the Road, “Los Pajaritos”, Miguel Rios u otros irrecuperables.

3. Pero: estándares. Voy a semi-contradecirme de forma vergonzosa ahora. Aunque es cierto que algunas cosas son malas sin depender del prisma aplicado, otras descansan en un limbo de vergüenza que depende del (mal) gusto del escuchador. Dentro de los mismos recopilatorios de la serie Guilty Pleasures (subtitulados -guiño, codo, ceja inclinada- “Diversión sin vergüenza ni culpa”) uno se topa con hits como “Love plus one” de Haircut One Hundred. Que eran unos lechuguinos copistas de Orange Juice, y su líder Nick Heyward un panoli de cuidado; pero la canción es brillante, y ningún genuino amante del pop la consideraría culpable. Otro ejemplo: para un fan del rock extremo los Jackson Five quizás sean un placer culpable, pero para los que hemos escuchado música negra toda la vida el “ABC” es un temazo sin estigma alguno. Por eso ponemos esa cara de perplejidad ante los guiño-codo-ceja-risa que bailan esto (o el “We are family” de Sister Sledge, o el “I’m coming out” de Diana Ross) con espíritu “es malo pero me mola, titis”.

4. Yo también tengo Placeres Culpables. Sé que esto les ha sorprendido; a mí también. Realmente pensaba que no iba a abrirles mi corazón. Les voy a confesar cuatro canciones que conscientemente sé que son inmundas, pero (no puedo evitarlo) me gustan: “Alright” de Christopher Cross (temazo, no jodan). “Jump” de Van Halen. “Ironic” de Alanis Morrisette (piel de gallina). Y, esto lo voy a susurrar muy bajito, creo que me gusta “L’empordà” de Sopa de Cabra. Guárdenme el secreto, que esto me hunde.

Kiko Amat

http://www.guiltypleasures.co.uk/


(Artículo publicado previamente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 5 de noviembre de 2008)


Coleccionista #18: Félix Domínguez

¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Pues una Gran Premier en cassette en 1977 o 78, si no recuerdo mal. Luego un par de singles aunque jamás reconoceré que compré "esos". Deben andar por ahí en algún cajón. Dios.

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
Pues mira, el otro dia bajé a pinchar a Madrid y me compré una re-edi del “Moments EP” de Steve Marriot, otra re-edi de modern soul (Tolbert, "I got it") en single y otro más de northern. No tenía ninguno en vinilo y la crisis asusta, que no acobarda… No obstante suelo comprar originales en vinilo y casi exclusivamente en 7" últimamente.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
La música en general. Los discos los quiero para ponerlos y no me gusta gastarme burradas en un sólo disco, prefiero atesorar mucho (si es todo bueno, mejor). La joya de mi colección, aunque no sea nada del otro mundo, es el conjunto, con todos los sonidos que me gustan y con música para todos los momentos.

¿Artwork y portadas favoritas?
Blue Note. Sin duda.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
De forma desordenada. Lo intenté varias veces; quizás, como en el apartheid, la única diferencia que tengo medio clara en los estantes es “música negra” y “música blanca”. O como diría Luisito Beltza: “rockabilly guay” y “rockabilly chungo”. Luego lo típico: los singles con los singles y los LPs con los LPs. Ah! También tengo montañas de CDs pero no los compro, suelen ser promos y demás que me envían/regalan.

¿Sabes cuántos discos tienes?
Ni puta idea. ¿Quizás 3.000? No son tantos, si lo piensas bien…

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Empecé comprando en las tiendas y dealers de importación en Gijón (de aquella escuchaba mucho soul moderno). Hasta que Internet se hizo conmigo compré en listas de toda Europa, las de coleccionistas de Madrid, Barcelona y allá donde fuera; y gracias a Dr. Explosion y nuestras giras, compré por toda Europa, USA... Recuerdo una gira en 1995 en la que me volví a casa sin un duro pero con cajas y cajas de singles y LPs, conseguidos desde Francia a Holanda, desde Alemania a Italia…

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
En una discoteca de Torremolinos allá por el 86 entré en la cabina, vi un par de singles que me gustaban y ayudándome de una amiga que distraía al DJ que pinchaba, los metí en el bolso de la chica. El tío me pilló y paró la música diciendo por el micro que no podía pinchar mejor porque yo le estaba robando los discos. Yo pasé vergüenza pero la chica…luego lo arreglamos, anyway.
En Madrid en el 2000 dejé mis maletas de discos para ir a cenar (esa noche pinchaba en un club) y a la vuelta me los habían robado todos. Unos 200 singles y 7 u 8 Lps. Me destrozaron. Denuncié, les seguí la pista y al final recuperé unos ochenta.
La sensación de encontrar chollos es inigualable. En Nueva Zelanda me volví loco, encontré lo que no está en los escritos. Algo parecido me ocurrió en California en Febrero. Pasarse tres horas en un cellar de las afueras de San Francisco escuchando y comprando joyitas, y tras todo ese tiempo darse cuenta que no has visto ni el 10% de la parte de singles de soul y r&b… un 5% de los de jazz y de lo demás absolutamente nada

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Flipé mucho en su día con Gemm, en cuyo power search me he gastado miles de euros y encontrado auténticas gangas. Ya no es así.. Ebay lo utilizo para ropa, relojes y otras cosillas de mods, muy pocos discos porque no tengo mucho tiempo para estar navegando todo el día. Pero en general Internet ha abierto el mundo a los vendedores y compradores. Todo es infinitamente más sencillo, y rápido.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Pues sí, hice mi primer programa de radio en 1984 y desde 1990 he pinchado en bastantes clubs por España con esporádicas sesiones en Alemania, Grecia, Italia e Inglaterra normalmente en eventos de corte mod y sixty. Pinchar y juerga suelen venir unidos. Y luego vienen las lloreras cuando pierdo algun disco, cuando las carpetas aparecen sin el vinilo dentro o con el vinilo cambiado... También he hecho algunas recopilaciones en musicassettes primero, luego en CDs, con fines "didácticos" y de intercambio.


(Félix "Explosión" Domínguez fue bajista del célebre conjunto de garaje-orgía asturiano Dr-Explosión durante todos los años de su etapa crucial, para después pasar a aplicar su entusiasmo en la organización del festival sixties EuroYeYé y el Festival de Cine de Gijón. Por su capacidad para soportar el trasnoche, sufrir la borrachera, pinchar discos que sólo conoce él y bailar con pies rotos y escayolas, en La Escuela Moderna creemos que es un superhombre del futuro. Ah: él se disgustaría si olvidaramos decir que es socio militante del Sporting)

7 de nov. 2008

Coleccionista #17: Will Bourton


¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
El primero que compré era un regalo para mi hermana en su 16º cumpleaños, y era “Oh Donna” de los 10cc (mi hermana tenía una vaca favorita que se llamaba Donna), aún recuerdo la portada azul. El primer disco que me compraron era el LP de los Thunderbirds de 1966, y me lo regaló mi tía Pat; todavía lo tengo. El primer disco que me compré con mi dinero era el LP de las Mo-dettes de segunda mano, me lo vendió Dave Crowley, que iba a mi clase.

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
El último que me he comprado ha sido el single de France Gall versioneando “The Monkey time” de Major Lance, lo encontré en un mercadillo (o vide grenier) francés hace un par de días. Últimamente lo que más me va es el jump y el R&B, acabo de adquirir el “Louisiana” de Percy Mayfield en 78rpm.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Varia regularmente. Podría echarme a llorar si me pongo a pensar en algunas de las cosas que he vendido o regalado, pero a fin de cuentas son solo objetos. No me gusta darle demasiado valor a las cosas materiales.

¿Artwork y portadas favoritas?
Es difícil escoger, pero probablemente sería la portada del Alfie de Sonny Rollins.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
En géneros agrupados de forma muy libre.

¿Sabes cuántos discos tienes?
Unos 6000, pero intento constantemente irme deshaciendo de cosas.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Se llamaba New Wax, y estaba en Washington. Tenía sótanos llenos de 45 de pared a pared, a 1 dolar cada uno. Se sacaban la mayor parte del sueldo grabando cintas de LPs raros para sus clientes. Llegué a pasar días enteros allí; al final los de la tienda incluso me traían sandwiches. La última vez que estuve de visita a la ciudad alguien me dijo que había habido un incendio, y que al final enterraron la tienda entera en grava. Como si fuese un mausoleo de discos.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
En una feria de discos a la que fuí con Mark Ellis teníamos al lado a un tipo haciendo ruiditos animales excitados, y decidí allí y entonces que tenía que dejar todo esto del coleccionismo de discos. Aparte de eso, un día fuimos Calvin Johnson y yo a Tacoma y encontramos un garage sale, o típico mercadillo casero, y fue el hallazgo de un tesoro. Los discos habían sido del ex-chofer de Divine, que había muerto de sida, y su pobre madre se había visto obligada a vender todas las posesiones del difunto hijo para pagar los gastos médicos previos a su fallecimiento. Estábamos comprando disco tras disco mientras la mujer lloraba y nos contaba la historia increíble de su hijo. La verdad es que era verdaderamente trágico, y nos sentimos un poco mal por estar comprando en mitad de su pena, pero los discos eran alucinantes, y el yonqui vinílico que llevamos dentro tomó las riendas.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Me pone triste que hayan desaparecido la excitación, el arte y talento para encontrar discos raros. Es muy vago, coleccionar por Internet; si tienes la pasta, tienes las canciones. Por culpa de eso ya no hay gangas en el mundo. Todo tenemos la culpa y estamos pagando por ello.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Pincho para mi disfrute personal exclusivamente en eventos como el Shingaling Thing y la Stagger Lee Preservation Society.

(Andrew JW Bourton, "Will", es DJ y músico, ex-miembro de grupos como McTells, Blood Sausage -riot bbbboys en Wiiija-, los garajeros instrumentales Cee Bee Beaumont y actualmente está en el excelente grupo de folk inglés The Garden City Project www.myspace.com/thegardencityproject Buen bailarín de northern, buen hacedor de té, Will lleva un ancla tatuada desde hace muchos años y le gustan las boinas y las bufandas y el jazz raro. Y tiene muchos discos)

6 de nov. 2008

Que consti en acta


No es que ens faci ni molta ni poca il·lusió pero, que consti, que els de l'ADN ens treuen aquí.

Excuses i gracies a Ferran Esteve i el fanzine Gagarin per haver copiat els seus enllaços i imatges amb nocturnitat i alevosia.

5 de nov. 2008

Un jarro de agua fría (que hoy toca)

Cuando la realidad es demasiado
Obama y como utilizar la raza para encoger mentes
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El virtuoso no actúa.
El amable actúa sin interés propio;
El justo actúa no desatendiendo su propio interés;
El religioso actúa para reproducir su propio interés.
Si el Tao se pierde, queda la virtud;
Si la virtud se pierde queda la amabilidad;
Si la amabilidad se pierde, queda la justicia;
Si la justicia se pierde, queda la religión.

Las jerarquías bien establecidas no pueden desarraigarse fácilmente;
Las creencias firmes no pueden cambiarse fácilmente;
Por eso la religión permanece generación tras generación.
La religión es el fin de la virtud y la honestidad,
El comienzo de la confusión;
La Fe es una esperanza o miedo muy colorida,
El origen de la estupidez.
El sabio actúa por conocimiento, no por esperanza;
Confía en el fruto, no en la flor;
Acepta lo que tiene, rechaza las promesas futuras.

Lao Tse (Siglo VI A.d.C.), #38, Tao Te Ching
(Traducción: "Gorinkai" © 1998 Antonio Rivas Gonzálvez)


Barack Obama presentó un discurso sobre la raza en EE.UU. que era esperado ansiosamente y que ahora proclaman ampliamente como un acontecimiento importante no sólo en la actual campaña presidencial, sino en la política estadounidense en general y por lo tanto presumiblemente en la historia de EE.UU.

El propósito táctico del discurso era distanciar a Obama del pastor Jeremiah Wright, de la Trinity United Church of Christ en Chicago, a la que ha asistido Obama. El pastor Wright ha hecho comentarios en el pasado, que fueron grabados, sobre la historia negra y los sentimientos negros sobre esa historia. Esas homilías fueron verdades sin adornos y realmente exactas, por lo tanto poco halagüeñas sobre el papel de la sociedad blanca en la historia negra. Naturalmente, los oponentes políticos de Barack Obama echaron leña al fuego para avivar las llamas racistas del temor blanco al publicar esos desvaríos supuestamente desmedidos de un negro colérico (nótese mi uso de palabras clave provocadoras) en un esfuerzo por desacreditar a Obama ante los ojos de sus potenciales votantes blancos; culpa por asociación. Como un aparte sobre un punto de lógica, nótese como sucios engañabobos políticos se apresuran (¿corren?) a insultar la inteligencia de la audiencia a la que se dirigen como parte integral de su velada metodología para cortejarla.

Tim Wise en CounterPunch y Glen Ford en Black Agenda Report escribieron claramente sobre la realidad esencial de este incidente. Lo que sigue es una glosa sobre esos artículos, escrita como respuesta a correspondencia de un hermano negro mío en el extranjero.

Lo único en lo que acertó Bill Clinton, se lo robó a Marx: “Es la economía, estúpido.” Y así es en el caso de la Gran Religión Blanca, el racismo forma parte integral de una política económica de exclusión. Israel lo refleja con sus supuestas políticas sólo judías, judíos primero, como máscaras para su manifiesto genocidio de palestinos. Mi definición de genocidio es: el intento de remover permanentemente a una población tomada como víctima, racialmente identificada, de bienes raíces que le son robados por un agresor de identificación racial diferente. Podremos estar cerca de algo semejante en la Nueva Orleans post-Katrina. Siempre es una estafa de bienes raíces, enmascarada como “culturicidio.”

Veo a muchos negros que sienten tanto resentimiento (con plena justificación) por nuestra historia conjunta, que no se muestran siempre claros y racionales sobre la naturaleza de la situación existente. Sí, existe un racismo de blanco-sobre-negro (junto con numerosas otras formas), pero su raíz no es primordialmente un simple odio emocional, sino es tanto miedo (de dos tipos: xenofobia y la culpa histórica por la esclavitud admitida por Thomas Jefferson) como codicia, y el temor esencial es la ansiedad respecto a la pérdida de ese control. Achacar el racismo de blanco-sobre-negro a un simple odio emocional es la explicación ostensible más cómoda, como lo muestra su prominencia en las descripciones del racismo en la cultura popular (por ejemplo en las películas). A la cultura dominante le es cómodo imaginar que el racismo se limita a gente con odios incontrolables y mentes indisciplinadas. Esto libera a la mayoría que se siente bien con sistemas económicos injustos, de toda responsabilidad por las consecuencias inevitables de esos sistemas; e incluso de cualquier reproche a los ojos de la opinión pública reconocida.

El racismo es un instrumento instintivo para capturar recursos y negárselos a las “especies” competidoras. Por eso a Obama lo respaldan los banqueros de Wall Street. Para ellos, es un instrumento para salvaguardar sus fortunas contra la creciente marea de resentimiento público. Son excelentes psicólogos, y abusadores psíquicos de la mente popular negra. Saben, a través de sus expertos en relaciones públicas (publicidad y control de la mente pública), como la mente popular negra languidece por símbolos de “esperanza,” por héroes de acción en las canchas de baloncesto y en la gran pantalla - Will Smith salvando los mundos de fantasía que Hollywood conjura con humo y espejos. Cualquier héroe en cualquier arena puede ser producido para distraer y mitigar a las masas, mientras no sea un héroe real en alguna arena del poder real.

Miremos a nuestros “símbolos” negros en esas arenas reales de la actualidad: Clarence Thomas, Condoleezza Rice, Colin Powell; han hecho harto poco por los negros en EE.UU., y han cobrado magníficamente por precisamente ese motivo. La mayoría de los negros “apoya” a Obama (engañándose al hacerlo) por el mismo motivo por el que quejumbrosas mujeres blancas ya mayores “apoyan” a Hillary: identificación, desean que lo que ven en el espejo sea honorado, sea amado, logre atención, controle.

Obama podrá tener algunas intenciones decentes más allá de su flagrante arribismo, pero evidentemente el arribismo prima, y por eso debe reasegurar a sus patrocinadores de que puede acallar al público. El puesto para el que se presenta es mantener los asuntos públicos suficientemente calmos para que los mismos negocios selectos y los mismos jugadores selectos puedan continuar obteniendo los mismos mega-beneficios respaldados por el gobierno. En los círculos empresariales, esto se llama “mantener un entorno estable para los negocios.” Obama dice “cambio” pero sus patrocinadores saben que esto significa “estabilidad.” “Cambio” es lo que obtendremos de los miles de millones de dólares que nos vemos obligados a pagar en impuestos y precios inflados que benefician a demasiado pocos.

Las poblaciones que tienen historias de opresión son fácilmente engañadas, porque están tan desesperadas por obtener “ayuda,” por ser “salvadas.” Por eso motejé a la maquinaria de relaciones públicas que apoya al poder blanco, incluyendo el poder blanco con la etiqueta de Obama, como “abusadores.” Predican plegarias negras, pescan muchos peces desesperados con cebos brillantes sin carnadas. Alguien, como Wright, señala los hechos lisos y llanos, y complica la estafa de los buhoneros de las relaciones públicas que tientan con engaños a las masas necesitadas. También complica las ilusiones placenteras de esas mismísimas masas necesitadas, que tienen orgasmos psíquicos que no quieren que se detengan por el consumo de placebos políticos.

La realidad puede ser demasiado para muchos, especialmente cuando viven con inmensas necesidades insatisfechas que extraen la vitalidad psicológica y la racionalidad robusta de sus psiques. Para cada tipo de víctima hay un depredador altamente especializado, en especial cuando las presas se presentan en vastos rebaños. Así es en EE.UU., que venera la fe de los mega-negocios de la mono-cultura, en la Iglesia de Ford, como Aldous Huxley escribió para “Un mundo feliz”, donde los rebaños de necesitados a escala continental son más vastos que lo fueran los de búfalos, y donde los beneficios que pueden ser obtenidos orientando a esos rebaños son más vastos que los sueños de Creso. ¿Quién mejor que Barack Obama para galvanizar esa atención de la mente pública necesitada? Lo genial en la industria estadounidense de la depredación psicológica es que agrupa en manadas a sus víctimas como masa en lugar de darles caza individualmente. Nuestros aristócratas dignos de Creso probablemente se disciplinarán suficientemente para dar al público el cebo que ha preferido porque resuena y refleja tantas de sus fantasías preferidas. El pueblo ha hablado, y nuestros dioses nos guiarán como corresponda.

Los partidarios leales en la campaña de Obama podrán considerar que este análisis es repelente, porque los que están embargados por una fe irracional no quieren ver como se disecciona sus fantasías. Obama, pueden decir, es mejor que McCain, y deberíamos apoyar a Obama para derrotar el control Bush-Cheney-McCainista del Imperio. Pero si fuera así, seguiríamos teniendo al Imperio, y Obama ha llegado a la prominencia precisamente por su lealtad demostrada a ese Imperio, no por un fervor revolucionario por hacerlo caer. El mal menor no basta para demasiada gente y, como el imperio es intrínsicamente racista, dañará desproporcionadamente a las minorías desfavorecidas.

Así que Obama es “cambio,” Obama es “esperanza” cuando envolvemos nuestras mentes en el plástico retráctil de ilusiones elásticas e impenetrables. Obama no es Thurgood Marshall, ni Martin Luther King, Jr., ni Malcolm X, por eso se le ve en nuestro Panteón televisado. Por eso Jeremiah Wright debe ser despachado con desdén de la consideración pública, y por eso Barack Obama debe elevarse estratosféricamente por sobre el que en otros días fuera su pastor, y de los que formaron en otros días su grey.

Creo que el comentario sobre el racismo es más incisivo cuando mantiene su enfoque en la dimensión económica – que considero como central – en vez del emocionalismo sobre el “odio” en el que la info-entretención revuelca excesivamente a los carentes de discernimiento. Más vale concentrarse en la intención y los propósitos del racismo, que son crear y mantener las disparidades económicas. Desde esos ángulos, se puede proponer argumentos políticos y de mantenimiento del orden para eliminar esos desequilibrios. Entonces, se habla de la actualidad de una manera clara, sin adornos y racional. Esto puede ser extremadamente impactante sin ser lastimero y empalagoso. Es el espíritu de Malcolm X y Frantz Fanon, y significa dinamismo, autorespeto, orgullo. Si hay suficiente de todo esto, puede significar revolución.

Fuente: http://www.counterpunch.org/garcia03202008.html

Manuel Garcia, Jr. pensionado de un trabajo de armas nucleares y física, escribe un libro de texto sobre energía solar. Su correo es: mango@idiom.com.