Barney Bubbles Revisitamos al meticuloso y obsesivo diseñador-dibujante inglés que creó las portadas de Stiff Records, Elvis Costello y otros
Érase una vez un tiempo no tan lejano en que los artistas eran artesanos. Los pintores sabían pintar, y los escritores escribían novelas, y los músicos fabricaban canciones, no ruiditos. En esa época feliz y dramática, algunos diseñadores -entonces aún un trabajo digno- eran a la vez grandes dibujantes. No se rían, caramba. Sé que parece una utopía lisérgica de William Morris, pero era así, se lo juro.
En aquellos años paradisíacos, las portadas de discos eran -como dijo Peter Saville de Factory Records- el “vehículo por excelencia de un lenguaje estético que hablaba a millones”. Sólo en el punk y post-punk estaban diseñando portadas Neville Brody para Fetish Records (y The Face), el propio Saville, Malcolm Garrett (de Buzzcocks -¡bieeen!- a Duran Duran -¡buuu!) y más. Pero ninguno de ellos hubiese hecho ná sino llega a ser por su común ídolo, Barney Bubbles. Unanse a mí, se lo ruego, en el proceso de canonización de este tipo genial.
Iniciales B.B.
El gran Barney Bubbles nació en 1942 en algún lugar de Middlesex, UK. Como todo hombre de bien, era semi-mod a mediados de los 60’s y freakie alucinado hacia el final de la década. Tío super-cool desde muy temprana edad, empezó a dar pruebas de su gusto con el primer cartel promocional de los Stones en 1963. Desde allí, su trayectoria se lee como la evolución clásica del hipster sesentero: empieza diseñando para compañías convencionales, pero al poco ya está metido en lightshows psicodélicos y burbujeantes -de ahí lo de “Bubbles”- para clubs como el UFO. Tras el arquetípico viaje a California, Bubbles vuelve hecho un hippiota y se vuelca en el ambientillo de Notting Hill, la revista OZ y, muy especialmente, Hawkwind, el famoso grupo de agresivo rock espacial y ciencia ficción. Bubbles sería durante años el artífice de su imagen: pórtadas, posters, chapas y ritual space-rock escénico. Pero lo que marcaría para siempre al artista sería su relación con la escena pub-rock (desde 1970), y con uno de los primeros sellos punk-new wave que emergería de aquel milieu seis años más tarde, Stiff Records; futuro hogar de Elvis Costello, Nick Lowe, The Damned, etc.
Para entonces, Barney Bubbles ya tenía un estilo propio. No sólo pintaba fotocopias o usaba copy-camera, sino que dibujaba, armado de Rotring y Letraset. Trabajaba en ENORME, prestando atención a cada detalle infinitesimal, y luego reducía. Su “inteligencia anárquica” (Saville dixit) y buen gusto imperial le empujaban a utilizar todo aquello de lo que era fan, haciéndolo suyo: el Art Nouveau checo de Alphonse Mucha, el contructivismo, el futurismo ruso, dada y la Bauhaus, entre muchas otras cosas. Barney Bubbles era un trabajador y fan obsesivo, más maniático que una yaya solterona y más control-freak que Serge Gainsbourg. Su capacidad de autodisciplina y auto-abstracción eran absolutas (un atributo obligado si uno pretendía hacer algo de valor en Stiff Records, donde cada cinco minutos aparecía un punk borracho por la puerta) y no era raro verle trabajar noches enteras. Su arte de portadas desde 1976 es refinado y angular, puntiagudo, a veces explosivamente colorido y a veces monocromático; simple, pegadizo y llamativo como las canciones pop de aquellos discos.
Puede decirse que Stiff hizo a Barney Bubbles como Barney Bubbles hizo a Stiff. En su primer día de trabajo, los dueños del sello Jake Riviera y Chris Robinson obligaron a su nuevo diseñador a cortarse el cabello. Desde allí, la conversión de Bubbles a la Nueva Idea sería total: “Estoy a favor del cabello corto, la anonimidad y la maquinaria”, declararía años después (Bubble nunca firmaba sus obras, por cierto). El punk rock encajaba brillantemente con Bubbles y las cosas de las que éste era fan, y el renacido diseñador (ya luciendo pelopincho mod, jerseys op-art y botas Martens) abrazaría su geometría, instantaneidad y humor con evangélico entusiasmo, resultando inseparable de él.
Aquel maníaco Bubbles se involucraría cada vez más con Stiff, llegando a dirigir las sesiones fotográficas, diseñando los anuncios, incluso en algunos casos (Costello o Ian Dury) interviniendo en la imagen de los artistas. Además de Stiff, Bubbles sería el diseñador único de Radar (el sello que formó Jake Riviera post-Stiff) y F-Beat, además de realizar constantes trabajos para el NME, el sello Chiswick, Go! Discs y Chrysalis.
Siempre se van los mejores
Barney Bubbles se suicidó el 14 de noviembre de 1983, pero sus “imágenes eternas para tiempos volátiles” (como las llamó Paul Gorman) siempre estarán entre nosotros. Si ustedes son fans de los discos pistonudos (y no son de los que “se los bajan”), puedo asegurarles que sin saberlo tendrán unas 15 portadas suyas. Está la futurista del Music for pleasure de The Damned, todas las de Elvis Costello hasta el Imperial Bedroom de 1982 (incluyendo el Armed Forces, con los elefantes en portada), todas las de Ian Dury & The Blockheads, el “Your generation” constructivista para Generation X, las de The Soft Boys para Radar, el mítico Spy vs. Spy de Billy Bragg... Barney Bubbles también dirigió clips emblemáticos (“Ghost town” para The Specials), realizó instalaciones y mobiliario, y diseñó la imagen de múltiples periódicos y libros. Una currada que sólo alguien con una radical obsesión-devoción por su arte podría haber concebido.
Kiko Amat
Reasons to be cheerful: The life and work of Barney Bubbles
Paul Gorman
Adelita Ltd.
219 págs.
(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 2 de diciembre de 2009)