28 d’oct. 2008

Homo Hickus

Bill Hicks Una nueva biografía repasa la vida y exabruptos del fallecido cómico americano de stand-up rebelde

1. “Si haces un anuncio en TV, estás fuera de la lista artística, para siempre. Se acabó la historia, ¿vale? Eres un puto cómplice de las corporaciones, otra puta en el gang-bang capitalista. Y si haces un anuncio en TV, todo lo que digas será desde entonces sospechoso, y cada palabra que salga de tu boca será un zurullo cayendo en mi bebida”.
“Si alguien en la sala trabaja en publicidad o marketing... suicidaros (...) No, de verdad, no hay racionalización alguna para lo que hacéis, y sois los pequeños ayudantes de Satán. ¿OK? Sois los destructores de todas las cosas buenas, en serio. No, no es otra broma. Estáis pensando: “Ahora viene un chiste”. No viene ningún puto chiste. Sois la prole de Satán, y estáis llenando el mundo de bilis y porquería”.
Si su reacción al leer al fallecido Bill Hicks ha sido agitar su ejemplar del Cultura/S al viento, aullando ¡Sí, sí, SÍ!, sigan leyendo, pues esto les iluminará. Si, por el contrario, se han sentido molestos y han pensado “¿Qué tendrá de malo el marketing?”, les recomiendo dejarlo aquí. Sólo van a conseguir una úlcera.

2. Bill Hicks era el próximo paso evolutivo del hombre. Homo Hickus. “Un chamán disfrazado de humorista, siempre la Voz de la Razón”, como decía él mismo. Y si a John Osborne le llamaron “el Teddy Boy de la literatura”, Hicks era sin duda el Punk de la comedia. Un combinado de Marx + W.C. Fields + Johnny Rotten, solo que peinado a lo Mark Hughes. La comparación con Rotten es tanto más cierta si recordamos lo que éste dijo en el filme The filth & the fury: “No haces una canción como God save the Queen porque odias a la raza inglesa. Lo haces porque les amas, y estás harto de ver como les maltratan”. Hicks amaba al mundo. La intención final de su comedia stand-up, por mucho que jurara, era llevar a un replanteamiento del status quo. “El cómico”, declaró, “es el que dice “Eh, un momento” cuando se está construyendo el consenso”. Su autodefinición de “humanista misántropo” recuerda a las palabras de Nanni Moretti en Caro Diario (“Tengo confianza en el hombre, pero sólo me siento cómodo con una pequeña minoría”) aunque en indignado. La biografía definitiva de Hicks, publicada recientemente por Harper Collins, lo dice todo en el título: Agente Evolutivo. Un “anarquista gentil”, como se tildaba, llevando al Homo Sapiens al próximo peldaño de la evolución. Una especie de filósofo izquierdista airado, como un Noam Chomsky con dolor de muelas, como si Kurt Vonnegut cantara en Black Flag. Hicks era el V de V de Vendetta (el del cómic), liberándonos contra nuestra voluntad. Hicks era... Bueno, tengo muchas más comparaciones parabólicas, pero se las ahorraré. Solo recuerden: Bill Hicks era el tipo más gracioso del mundo. Encima.

3. Bill Hicks nació en Georgia en 1961, pero pasó su vida en Houston. Quiso ser comediante desde que vio a Woody Allen en What’s new pussycat?, aunque siempre tuvo a Richard Pryor como “el verdadero maestro”. Él mismo admitía las similitudes entre su show y el de Pryor; ambos eran comediantes amargos, sinceros, con una similar querencia por la drogaína y la cazalla. Las “juergas épicas” de Hicks y su jauría de cómicos en Houston, los Outlaw Comics, son legendarias; en una ocasión la cuenta de un bar llegó a $5000, y tuvieron que hacer un show conjunto (The Outlaw Comics Pay their Bar Tab) para pagarla. Hicks no había sido siempre un furioso borrachín; en su adolescencia solo le daba a los alucinógenos –algunos de sus mejores gags hablan de “viajes”, como aquel en que creen que el policía en el espejo retrovisor es un agente diminuto- pero luego se pasó al bebercio. Cuando añadió cocaína y éxtasis a ese Mejor Cóctel, como dijo una ex-novia, “era sólo para poder beber más”. Esa prodigiosa SED no impidió que su trabajo fuese cada vez más conocido, en parte por su intensa dedicación (300 shows al año), en parte por los respiros a su condición de forajido que le dieron un One night Stand Special en la HBO (1990), once apariciones en el David Letterman Show (gracias al después mancillado Jay Leno; la frase inicial estaba dedicada a Leno y su anuncio de Doritos), y los especiales Sane Man, Dangerous, Relentless y Revelations. Pero pese a los premios de “Hot Stand-Up of the Year” y su éxito en Inglaterra, Hicks nunca dejó de ser un fuera-de-la-ley. Su material era demasiado peliagudo para el mainstream: objetivos habituales eran los Pro-Vida (“Si sois tan pro-vida haced piquetes delante de los cementerios”), la religión (“Muchos cristianos llevan cruces en el cuello. ¿Creéis que cuando Jesús vuelva le va a gustar ver una puta cruz? Sería como ir a Jackie Onassis con el colgante de un rifle”), la familia Bush y la guerra de Iraq (en mi casa siempre repetimos, “¡Si viviese ahora!”, como si fuera un difunto familiar del POUM), las mentiras mediáticas y, por el lado positivo, las propiedades benéficas de las drogas, la libertad, la distribución de la riqueza y la confianza en la humanidad. Y, desde luego, innumerables hits sobre el porno, el tabaco, el rock’n’roll (Hicks siempre fue un fan), la masturbación (“He borrado civilizaciones enteras de mi pecho con un calcetín gris de deporte”) y los ovnis. Poco antes de su fallecimiento por cáncer en 1994, Hicks incluso tuvo el dudoso placer de ser censurado en su última aparición para el David Letterman Show. Mi héroe.

Para homenajearle, una sugerencia final: Un sketch famoso era aquel en que anunciaba que iba a dejar el stand-up para empezar una carrera en TV con su nuevo show Demos Caza y Muerte a Billy Ray Cirus (el sujeto cambiaba según el día: otras era Michael Bolton). ¿Qué mejor que empezar otro en TV3 con nuestros propios farsantes? Lo estoy viendo: Cacem i matem a...

Kiko Amat


Bill Hicks; Agent of evolution
Kevin Booth and Michael Bertin
Harper Collins
437 pág.

(Este es un artículo antiguo -de diciembre del 2006- publicado en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia que por descuido nunca colgamos aquí. Como era sobre Bill Hicks, que es Dios, lo hacemos ahora)

El zoquete redimido

Ensayo El autor francés Daniel Pennac relata en Mal de escuela sus años de mal alumno y su metamorfosis de analfabeto a novelista

Un zoquete es un zoquete es un zoquete, pero no todos los zoquetes son iguales. Hay un tipo de zoquete -la palabra no es un insulto, aquí- que encarna el exitoso escritor francés y ex-maestro de escuela Daniel Pennac (Casablanca, 1944): el zoquete que se redimió, que logró ser algo. El ceporro que dejó de serlo, rompiendo el círculo perfecto de su burricie. Y luego está el zoquete que no lo era, pero al que el peso de las expectativas nulas (y las hormonas en rebelión) le convirtieron en uno. Una comparativa de la curva de zoquetería de Daniel Pennac con la del que esto escribe nos da una V perfecta: el final de su época de mal alumno es el inicio de la mía. Pennac deja de ser un zopenco a los 14, edad en la que yo descorchaba el champán de mi épico fracaso como bachiller. En un gesto de bravo periodismo de investigación he rescatado mi boletín de notas del cajón en el que lo tenía escondido, y lo que he encontrado me ha hecho reír. No tanto por el aumento geométrico de INSUF y MD que traía cada nuevo año, sino por el despatarrante despliegue de NP (en rojo sangre) escritos debajo de la casilla de Septiembre. Puñados de No Presentado, que llegan a su cenit glorioso en COU. No Presentado, que traducidos al lenguaje normal significan: Ya se pueden confitar ustedes la universidad, señores míos. ¿Dónde están todas esas fiestas, eh?

El caso de Daniel Pennac es distinto. Pennac era aquel niño que todos tuvimos en la clase en EGB; el que parecía tonto, sí. El que no acertaba una, y luego los demás masacrábamos a golpes de bolas de AEIOU en el patio. Mal de escuela es un libro sobre aquel zoquetón, y la redención que viene implícita en la propia existencia de esta obra, así como en sus años de maestro y autor best-seller. En sus páginas se nos presenta al Pennac niño, una auténtica piedra de río que ninguna materia puede penetrar. Un borrico revestido por la armadura del no-aprendizaje, blindado contra toda asignatura. O, como define poéticamente el autor: “Un zoquete sin fundamento histórico, sin razón sociológica, sin desamor: un zoquete en sí. Un zoquete arquetipo. Una unidad de medida”. El niño Pennac, “hijo de la burguesía de estado, nacido de una familia amorosa, (...) Y, sin embargo, un zoquete”. El memo inexplicable. El chaval que vive “la pasión del fracaso”. El que nunca llegará a nada, como tantas veces llegamos a oir ambos.

Mal de escuela es la crónica de su salvación. De la conversión de analfabeto a novelista, “la metamorfosis de zoquete a profesor”. Tras una primera parte en que Pennac abre su corazón de ex-asno, el escritor documenta su ascensión y nombra sus salvavidas: la lectura, por una parte, y tres profesores que confiaron en sus capacidades por otra. Pero Mal de escuela no es una glorificación de la clase docente, sino todo lo contrario; es la denuncia de una parte del profesorado como gang de destruye-futuros abúlicos e incompetentes (cuando no abusivos), una mafia de pasivos funcionarios incapacitados para enseñar a nadie, y mucho menos a chavales problemáticos. Pennac se ensaña educadamente con esa fracción; los que “prohíben el porvenir”, como define en el libro. Los que, de tanto “blandir el pasado como una vergüenza y el porvenir como un castigo” anulan toda expectativa de futuro en el alumno. Pennac sabe, por experiencia doble, que el profesor tiene que enfrentarse al último de la clase. Porque el maestro representa su salvación, por un lado, y también porque ese niño es “la encarnación de (su) propio fracaso profesional”.

Así, Pennac se salvó, terminó el bachiller y fue a la universidad. Fue maestro, y luego novelista. Es ese maestro old school el que, en la quinta parte del libro, examina al “zoquete contemporáneo”, la única sección de Mal de escuela que contiene un vago aroma a señor de otra era. Cuando Pennac relata indignado (uno casi puede verle levantando el bastón, jurando al cielo en pantuflas) que los jóvenes de hoy llaman a sus prendas por la marca, y grita “¡Los que os comen el tarro no son los profes! ¡Son las marcas!” no es tanto que le falte razón -los niños se han convertido, efectivamente, en clientes- sino que suena como alguien que acaba de materializarse aquí desde el siglo XVI. Pero es ésta una mella insignificante en un trabajo sobrio, sincero y muy necesario.
Kiko Amat

Mal de Escuela
Daniel Pennac
Mondadori
Traducción de Manuel Serrat Crespo
253 págs.

Mal d’Escola
Daniel Pennac
Empúries
Traducción de Joan Casas
264 págs.

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 22 de octubre del 2008)

El CD: ramera de Babilonia

Me es difícil esconder una sonrisa de “Te jodes” cada vez que escucho a alguien de la Industria Discográfica quejarse de la crisis. Si alguna vez en la historia alguien se ha buscado su propio morrón ha sido ésta. Sin entrar a comentar todos los detalles de usura pre-1982, recordemos que esa Industria fue la responsable de lo que llamaremos El Gran Timo del CD, una de las demostraciones más mezquinas y retorcidas de afán de lucro corporativo jamás vistas. El CD; no me hagan hablar. Ese formato insignificante, estúpido, ridículo, feo. Ese posavasos-del-futuro que iba a sustituir al vinilo, que nunca se rayaba, que reproducía mejor el sonido; todo mentiras, claro. Esa cagarruta sónica cuyo caparazón se rompía a los dos días, que era incapaz de soportar la menor sutileza de diseño, que destruía la lógica conceptual del arco narrativo en cara A y B, que tenía que comprimir digitalmente el sonido para almacenarlo... ¿Cómo puede compararse la riqueza, espacio y gordura del sonido analógico con el pssss robótico y enano del digital? El crítico Byron Coley lo decía en el libro Old Rare New: “Los CDs no tienen magia, no tienen alma y carecen de cualquier interés excepto como vehículos sónicos”. Y ni por esto último, me atrevería a añadir.
Por supuesto, aunque todo eso me rompe el corazón, no me afecta directamente. Al no ser uno de los idiotas que sustituyeron sus discos de vinilo (que no “vinilos”, como por alguna razón demoníaca dice todo el mundo) por CDs, mi colección de gloriosos LPS y 7” sigue igual de bella y estrepitosa que el primer día. Las indies puras nunca dejaron de producir vinilo, porque sabían que contenían La Verdad. Hoy se empieza a admitir que el disco de vinilo suena mejor, es mejor: un objeto artístico, una pieza emocional insustituible. Así que, por una vez, ganamos los buenos. Las hordas de zombis sin espíritu que vagan por la Tierra aferrados a sus Ipods y MP3 “bajados” son, como el monstruo de Frankenstein, una creación maléfica de la Industria discográfica. Su tiro en el propio pie. ¿Qué decir, además de “Os lo habéis buscado, tíos”?
Kiko Amat

(Columna publicada originalmente en la sección Visto y no Visto de la revista Rockdelux #266 de octubre del 2008)

24 d’oct. 2008

Coleccionista #16: Juan Vicente



¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Mis dos primeras “adquisiciones” no creo que se consideren compras al uso, la primera fue un recopilatorio doble de The Beatles llamado Rock’n’roll Music que me llevé sin pagar de la sección de discos en unos grandes almacenes de Valencia, esto fue sobre el 78/79, tenía 14 años. Meses después conseguí mis dos primeros singles de una forma un tanto rocambolesca; por aquel entonces los colegas de cuadrilla de instituto pasábamos muchas tardes entre la casa paterna del único que disponía de tocadiscos en su propia habitación con unos padres no demasiado cotillas y un bar cercano con futbolín, y en aquella habitación, entre discos de Barón Rojo, Leño y otros grupos similares, aparecieron -nunca sabré como- dos singles que me engancharon desde la primera ocasión por estética y sonido. Me debí poner tan pesado intentando convencer al propietario sobre la nula relación que aquellos discos tenían con el resto de su colección que accedió a jugárselos en una partida al futbolín que ya podéis imaginar quien ganó. Aquellas dos maravillas eran “A message to you Rudy”(The Specials) y “Eton Rifles”(The Jam).

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
Un 12” de Larry Wu en el sello Atlantic, soul con toques de electro grabado a principios de los 80. Actualmente colecciono música afroamericana en un espectro bastante amplio, soul de todas las épocas, jazz, disco, funk, hip-hop, cosas puntuales de soulful-house, no amplio más hacia otros sonidos que también me atraen como el lovers jamaicano ya que tengo otras adicciones fuera del vinilo(sneakers, polos vintage) y no quiero acabar comiendo macarrones a diario.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Recuerdo la compra de una edición española de Lenny Curtis, un oscuro y desconocido artista de soul, en una tienda de Valencia llamada Melómanos que a día de hoy ya no existe; aquel single me costó 10 ptas. y actualmente se pagan por el cantidades con cuatro dígitos. No es fácil decir a qué discos le tengo mayor aprecio o valoro mas, en muchos casos existe un vinculo emocional, un lugar, momento, persona o simplemente la belleza de ese tema, pero hay temas que después de años me siguen erizando el vello cada vez que comienzan a sonar como “I’m the one who loves you” de Darrell Banks o “Because of you” de Jackie Wilson.

¿Artwork y portadas favoritas?
Buena parte del trabajo de Reid Miles para el sello Blue Note, algunas de las portadas de Impressions en Curtom, Roy Hargrove en sus últimos discos para Verve, también las de Five Corners Quintet en el sello finlandes Ricky-Tic, el artwork de Emek para el ultimo disco y gira de Erykah Badu, las ilustraciones de Rick Griffin en los primeros discos de Grateful Dead (uno de mis tatoos está basado en una obra suya) pero su tuviera que elegir una seria sin dudar la maravilla de Ernie Barnes para el I want you de Marvin Gaye, soul estético en estado puro.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
Básicamente por estilos y formatos, aunque últimamente comienzan a acumularse las bolsas con discos sin clasificar.

¿Sabes cuántos discos tienes?
No lo sé y tampoco me preocupa.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Cuando vivía en BCN y según épocas, Kebra en los 80, posteriormente Edisons, Wah-Wah y la sección de música negra de Overstocks cuando trabajaba Marcos Juandó. Actualmente en Valencia Discos Mardigras, que es más que una tienda, es un club social y punto de encuentro, solo me falta convencer a José Lledó, su propietario, para que instale un banquito de madera en el exterior en el que podamos pasar las tardes al modo de Sweet Dick Willy y sus colegas en Do the right thing.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
Aparte de alguno ya comentado he perdido discos en un par de ocasiones, por suerte no demasiado caros, en ambos casos la ingesta exagerada de alcohol me jugó una mala pasada, recuerdo como bastante cómicas las primeras llamadas telefónicas a dealers británicos con mi macarrónico ingles y como momento bizarro aquel día en que vi una cucaracha sobre un LP que estaba girando en el plato. No era en casa, malpensados.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Ha cambiado por fuerza, Valencia, al margen de Discos Mardigras, es un erial para el coleccionismo de música negra y no quiero dedicar tiempo y energías para acabar con los dedos negros sin resultado alguno. Internet me permite acceder a tiendas como Dusty Groove o Crazy Beat que de otra forma estarían fuera de mi alcance, por otro lado Ebay ha convertido la compra de material más raro en una cuestión de poder, todo depende de hasta donde estés dispuesto a pagar, pero también hay toneladas de vinilo asequible que difícilmente veras en tiendas locales.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
En contadas ocasiones; actualmente prefiero disfrutar de las sesiones de otros y no me importa hacer kilómetros para ello, solo cargo la maleta con mis discos cuando es algún amigo el que me ofrece la posibilidad y ya sé con qué me voy a encontrar, todo y eso me sigue encantando compartir sensaciones y conocimientos con todo aquel que esté interesado. Salut!


(Juan Vicente del Castillo, "Juanvi", es un soulman valenciano que echó temporalmente raíces en Barcelona. Se desconoce su edad, pero debe oscilar entre los 40 y los 543 (porque, saben ustedes, Juan Vicente no envejece). Lleva desde el principio de los tiempos hurgando en cajones de música negra y organizando eventos para bailarla, como el recordado Floorshaker. Juan Vicente es un hombre alto que se enfunda en Gabiccis y anda con aires culobalanceantes de pimp de Harlem. El que está a su lado en la foto, compartiendo pose freak y sujetando el Titanic, es Miguel Oribe, otro collector de Vitoria-Lleida)

20 d’oct. 2008

Coleccionista #15: Alan Handscombe


¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
El primero que recuerdo haber comprado era de los Jackson Five. “Looking through the window”, en Tamla Motown. Creo que también me compré el “Telegram Sam” de T.Rex.

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
Recientemente me hice con una copia de “Since you left me behind” de Larry Birdsong en el sello Cherokee, una gran pieza de rhythm and soul rockeante; el tipo de material que suelo incluir en mis sets para empezar a poner a la gente en marcha.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
¿Mi hallazgo más precioso? Eso sí que es una pregunta difícil. Supongo que el último disco que consigo, siempre es excitante recibir el paquete de correos y casi inmediatamente empieza la búsqueda del siguiente. Pero si tuviera que decidir uno por narices, sería el de Ray Pollard en Shrine y el de Jimmy Phillips en Bumps. Menudo TEMAZO.

¿Artwork y portadas favoritas?
Me encanta el artwork de los álbumes. Todo lo de Blue Note etapa 50’s/60’s grita “¡Mírame!”. También me gusta mucho la portada del Gettin’ ready de los Temptations, con esa pinta tan cool que manejan, y el LP The Upsetter, con Lee Perry elegante como un pincel.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
La tengo ordenada por sellos, pero separo el soul y r&b de lo jamaicano. También, aparte, tengo las seis cajas de singles portátiles que son las que almacenan los discos que pincho en mis sets, y voy sacando de una y metiendo en la otra regularmente.

¿Sabes cuántos discos tienes?
Unos 6000 singles, me parece.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Mi tienda favorita de todos los tiempos era Rock On, al lado de la estación de metro de Camden Town. Tenías que pedir las cajas de singles que estaban detrás del mostrador, y estaban llenas de todos los tipos de música negra, psych y rock que puedas imaginar. Era una verdadera cueva del tesoro; fue una pena que cerrara.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
Una partida de caza de discos memorable fue la que hicimos a una feria discográfica que se celebró en el Electric Ballroom, en Camden. Encontré una white demo del “Don’t pity me” de Joanie Summers que me costó sólo 5 libras, y el “Look at me now” de Terry Callier por 4. El mismo día acabé yendo a otra feria que se celebraba en el 100 Club y todo el mundo había pasado de largo el single de Ringleaders en M-Pac y el de los Accent en One-derful, a... ¡2.50 libras cada uno! Gangas.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Está chupado, ahora, con Ebay; pudiendo escuchar las canciones antes de comprarlas, y la gran oferta que hay disponible. En los viejos tiempos todo funcionaba a base de boca-a-boca, claro que la vez podías comprar a ciegas, porque todos los discos desconocidos valían solo un par de libras, o menos.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Tengo la suerte de que me invitan constantemente a pinchar por toda Europa y el Reino Unido desde hace años. Este mismo año he pinchado en el aniversario del Boiler, en Barcelona; me lo pasé en grande, y la gente estaba dispuesta a escuchar nuvos temas mezclados con los oldies. Gracias a la encantadora Cristina y toda la gente del Boiler por traerme, el próximo año volveréis a tenerme allí.

(Alan Handscombe es un reputado DJ de rhythm & blues y rare soul, y un habitual de las allnighters northern soul y mod de toda Europa. Skinhead original de Camden, Londres, fue miembro de la mítica sociedad de mods impecables The Camden Stylists en los primeros 80 y fundador del Capitol Soul Club a finales de la década de los 90. Hoy en día sigue siendo un hombre pulcro y bello, como puede apreciarse por la ensoñación en moaré gris a medida que luce en la foto adjunta).

16 d’oct. 2008

Coleccionista #14: Txópez

¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Será un topicazo pero fue Quadrophenia en el ’85, con 15 imberbes años. Claro que lo de imberbe me daba una carita angelical que me había permitido levantarme antes un par de singles… de los Jam ("The Eton Rifles" y "Strange Town"). Menuda carrera delictiva... En fin, Who y Jam, parece que iba lanzado al desastre…

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
Realce de Gilberto Gil por dos duros (no merece más) y el primero de los Last Poets son los últimos. La verdad es que ahora mismo estoy a años luz de “estar coleccionando”. Honestamente no compro ni de lejos lo que solía. Cuando dejé de fumar me di cuenta de que tenía una voluntad de hierro y que también podía acabar con la vida miserable que me esperaba como adicto a los vinilos. Sí señor, Voluntad Férrea, así me llaman.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
No tengo discos CAROS (así, en mayúsculas), así que en mi caso “precioso” y “joya” no tienen que ver con la pasta. Por eso mismo más que un disco me quedaría con una canción. Si tengo que escoger una probablemente me quedaría con "Ask Me About Nothing But The Blues" de Bobby Bland. Claro que dentro de 5 minutos es más que problable que te diga otra cosa…

¿Artwork y portadas favoritas?
Bluenote, para qué nos vamos a engañar. Elegancia, belleza y actitud que las hacen destacar sobre las demás y por eso mismo ser reconocibles. Obras maestras del diseño gráfico.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
En mi caso es por estilos: Soul (60’s, 70’s,…), Jazz, Brazil, Latino, Jamaica, Blanco Inglés, Blanco Americano, etc. Luego estos apartados se subdividen siguiendo un patrón totalmente personal. Reto a cualquiera a que demuestre que es capaz de entenderlo. Bueno, y luego que me lo explique.

¿Sabes cuántos discos tienes?
A ojo 1.500. Por supuesto cuando estoy borracho estoy SEGURO de que son muchos más.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Beltza Records. No es cuestión de si es mi favorita, sencillamente forma parte de mi vida. Además cada vez que consigo que aparezca el nombre de la tienda Luis me invita a un txakoli y un pintxo. Beltza. Beltza añado.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
Claro que he encontrado discos baratos y por el contrario he pagado de más por otros, aunque realmente no han sido grandes chollos ni enormes cagadas. Por supuesto que ha habido conversaciones sobre discos, en realidad han sido millones de horas hablando de música. Y por descontado he encontrado discos que anhelaba desde hacía mucho tiempo. Pero lo más memorable de mis “días de cazador de discos” son los viajes que he hecho buscando discos. Durante años mis vacaciones se planeaban en función de los puñeteros discos. He viajado a muchos lugares, he hecho buenos amigos y disfrutado mucho gracias a la escusa de los discos. Y he compartido esa experiencia con grandes colegas, en especial Miguel y también Luis Beltza (venga, marchando otro txakoli con pintxo), aunque obviamente no son los únicos. Eso es M-E-M-O-R-A-B-L-E.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
En mi caso radicalmente. Siempre he pensado que la música es maravillosa por sí misma pero que hay otros factores a su alrededor que la engrandecen todavía más. Para mí, como acabo de comentar en la anterior pregunta, uno de los más importantes es (mejor dicho era) la búsqueda del disco. Viajar a Estados Unidos, Inglaterra o cualquier otro sitio; tiendas, ghettos, ferias de discos, almacenes,… En ocasiones era todavía más maravillosa esa búsqueda que el propio disco. Sinceramente no le encuentro la gracia a comprar un disco mirando una pantalla de ordenador, aunque siendo honesto no es esta la razón principal por la que compro muchos menos discos.
Y claro que Internet nos permite acceder a muchos discos que de otra forma sería complicado encontrar y además facilita comparar precios. Amén de que te ahorras el ir a dar una vuelta por Detroit…

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Actividad didáctica… ¡Venga, que al final lo de pinchar es para mamarse como un perro!!!
En cualquier caso pinché durante bastante tiempo y al final no librábamos ningún fin de semana (Groove Collective). Se acabó convirtiendo en algo rutinario, otro trabajo, así que lo dejamos básicamente cuando empezamos a ganar dinero pinchando en vez de perderlo, que –seamos serios- es muuuchíííísimo más divertido. Por otro lado ya he comentado que no compro discos como solía, con lo que soy consciente de que ahora mismo hay gente que puede aportar mucho más que yo.
Además estoy muy orgulloso de lo que logramos en su momento. Participamos en la creación de algo que no existía, que fue muy hermoso y… bestialmente divertido. Prefiero vivir de rentas que joder aquel recuerdo haciendo sesiones de medio pelo.


(Diego San Martín, "Txópez", fue miembro del Euskadi Soul Club y del colectivo vitoriano de pinchadores de música negra heterogénea y sublime Groove Collective. También es ex-mod confeso, y -sin que esté relacionado, ojo- ahora gusta de disfrazarse para Carnaval -o no- de las cosas más descabelladas. Vive en Vitoria-Gasteiz, tiene una perra llamada Kika y es, en general, un hombre de mirada limpia)

10 d’oct. 2008

Superpendones del rocanrol


Groupies ¿Amazonas gloriosamente liberadas o pelanduscas cabeza-de-chorlito? Las fan-felatrices del rock confiesan sus secretos

Qué triste es el primer día en que te miras al espejo y te dices: ‘Nunca voy a ser una estrella del rock’. Es una píldora difícil de tragar, pero a partir de ahí no te queda otro remedio que examinar las opciones de futuro que sí estan al alcance de tus escuálidos talentos. Puedes meterte en un empleo que no requiera sensibilidad alguna (cura, policía), inventarte algo que sólo exija una abismal carencia de escrúpulos y alma (coolhunter, publicista), o -y aquí entran las groupies- le sacas punta a algo que, aunque no sea exactamente un talento, sí puede acercarte en cierto modo a tu sueño.
En este caso, se trata de chupar penes. Perdonen que se lo diga así, a lo bruto, pero es que esto no hay forma de explicarlo delicadamente.

Históricamente, la groupie es una rockera que anhela compartir algo del talento semidivino con el que Dios ha tocado a sus ídolos. Descartado el componer, tocar o cantar, sólo queda el socorrido recurso de pasarse por la piedra a los músicos que sí poseen algunos de esos talentos. Las ventajas de este camino son innnumerables, pues a las groupies, a la sazón, todo el mundo las ama. Esto, sin embargo, no es porque sus personalidades sean fascinantes o hayan descubierto una cura para el cáncer. No, la gente las ama porque albergan la esperanza de que alguna de ellas les sostenga bucalmente el penis. Esto es un poco triste, pero cierto.
Ir por el planeta folgando a destajo, con todo, no es condenable de por sí; si es algo, es celebrable. Lo que hace de las groupies un fenómeno algo patético -y las coloca en el perfecto polo opuesto de punks femeninas como Slits o Raincoats- es la completa subordinación intelectual a cualquier cazurro melenudo que haga runga-runga.
Por ello algunas fantasiosas groupies eufemizan lo que hacen, defendiendo sus genuflexiones de amor como una manera de inspirar a sus héroes. Una de sus reinas, Pamela Des Barres, llega incluso a autodefinirse como Musa. Que el resto del mundo la llame una palabra que también tiene una u y una a, y que rima de manera asonante con musa, es algo que la indigna. De modo que, para desmentir su mala fama de felatriz sin escrúpulos, se ha puesto a escribir libros.
Oh, no.

Golfería rockera
Los dos libros de Pamela Des Barres, I’m with the band; Confessions of a groupie y Let’s spend the night together; backstage secrets of rock muses and supergroupies, son el tercer y cuarto peor libro que he leido jamás. En toda mi vida. Narrativa o ensayo. Pero, como ya imaginan, no se trataba de leer para elevar el alma. Se trataba de enterarse de quién la tenía gorda en el mundo del rock. Para eso sirven esos dos apestosos libros. Y para eso sirve, no crean que me engaño, este artículo.

La Desbarres es el prototipo de groupie rockera americana: inocente, Estoyloca, histriónica y voluble. Hasta ahí, igual que cualquier otra hippie paisana suya. Lo que diferencia a Pam es su facilidad para ponerse a bailar el charlestón-sin-bragas cada vez que está en presencia de un tío hirsuto con guitarra. ¿Cómo se explica esto? Si yo fuese psiquiatra, mi diagnóstico sería un alarmante complejo de edipo unido a una conciencia débil y una identificación patológica del fornicio con la liberación personal. Como no lo soy, les diré cómo lo explica ella: “Sentía una necesidad desesperada de mostrarles [a los músicos de rock) lo mucho que apreciaba su persona escénica y sus habilidades compositoras”. La máxima aspiración de Pam era “ser la novia del guitarra de la banda de rock and roll más grande del mundo”. O sea, Propiedad De, como les tatuaban los Ángeles del Infierno a sus mamas en el culo.

No todas las supergroupies -imaginamos que el superpoder al que se alude aquí es el de la cópula- son así. Bebe Bluell, futura esposa del músico Todd Rundgren, parece algo más lista; pero mucho, mucho, tampoco. Pleasant Gehman, groupie del punk angelino, se alinea a su vez con la idea de la “musa”, llegando a afirmar que “Angie Bowie era tan importante como David Bowie”. Dejen de reirse así, por favor.
Las hay dignas: Tura Satana (ver foto), que fue un ligue del joven Elvis y futura actriz de Russ Meyer, tenía los pompones oscilantes bien puestos. O la célebre Cynthia Plaster Caster, que hacía moldes de escayola de titolas de rockeros; un arte, al menos, si bien menor.
Las hay brutas, como Sweet Connie. Inmortalizada en la canción de Grand Funk Railroad We’re an american band, se benefició a miembros de los Who, KISS, Stones, ZZ Top, Fleetwood Mac y más. La Connie tenía pocas manías: En una ocasión, tras una discusión de backstage entre los Who, Keith Moon le hizo cosas marranas con un plátano, “para rebajar la tensión”. Sweet Connie era además una groupie democrática que no tenía reparos en felar a los roadies; admirable actitud. Dee Dee Keel hacía lo mismo, aunque en su lista estén Jeff Beck, todos los Hollies, David Cassidy, Van Halen, Mötley Crue, Iggy & The Stooges... No quiero aburrirles. Tras cien páginas de proezas chupatorias, uno empieza a perder interés.
Si lo que quieren saber es, pues, quién la tenía gorda, estos son los penes más grandes según el Sistema Métrico Groupie: Gene Simmons (de KISS), Iggy Pop (lo sospechábamos), David Cassidy (nadie lo hubiese dicho) y Don Johnson (“HUGE cock”, según la Desbarres). Además, Steve Tyler (de Aerosmith) es un “grandioso amante” y Mick Jagger sufría gatillazos. Todo un consuelo, amigos.

Kiko Amat


(Artículo publicado en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 1 de octubre del 2008)

Amargados, pero juntos

Todo empeora, y la experiencia es una arma de doble filo. El paso del tiempo te hace bueno, y luego, injustamente, malo. Los ejemplos están por todas partes, en todas las disciplinas: ¿Martin Amis? ¿The Rolling Stones? ¿Los hermanos Coen? Cada vez más buenos hasta alcanzar el cénit (que llamaremos A) y luego en barrena, firmando obras cada vez más inmundas hasta el punto de vertedero total (que llamaremos Z).
El escritor canadiense Douglas Coupland despegó con una obra casi perfecta (Generación X), continuó su gallardo ascenso con Planeta Champú (1992) y La vida después de Dios (1994), franqueó sonriente las puertas doradas de su A (Microsiervos, 1995) y escogió al menos una portezuela errónea (la espantosa Todas las familias son psicóticas, del 2001) para empezar a precipitarse a la Z como un yunque. Pero... ¡No! Coupland rectificó a milímetros del suelo y volvió a ascender, como un petardeante avión cuyo motor hubiese regresado a la vida. La última prueba de ello es El ladrón de chicles. Que no es su segundo cenit, pero al menos está asentado en la curva ascendente. Los que éramos fans -y desde hacía unos años jurábamos no conocerle de nada- respiramos aliviados.

Porque El ladrón de chicles es bueno, muy bueno. Qué narices: es sensacional. El libro está estructurado de forma epistolar, y recoge la correspondencia entre dos trabajadores de un mart de material de oficina, ambos cómplices en la amargura: Roger -un cuarentón divorciado y taja- y Bethany, una adolescente gótica. Coupland aprovecha esta excelente materia prima humorística inyectándole una venenosa dosis de hastío, pathos y náusea existencial. En medio de esa correspondencia está la novela-dentro-de-la-novela que Roger está escribiendo, Glove Pond (una sátira de ¿Quién Teme A Virginia Woolf?); y crueles sátiras del relato de taller literario (“Escribe una historia desde el punto de vista de una tostada”); y multitud de vitales personajes periféricos. Y suficiente dolor, culpa (“No me merezco un alma, y aún así tengo una. Lo sé porque me duele”), drama y broma macabra como para angustiarse un año entero.
Ignoren lo que dice la faja de que este libro es un “gran placer postmoderno”. No puede ser postmoderno, porque duele: Ahí, ahí y también ahí, donde se están tocando ahora mismo. El ladrón de chicles está vivo, y les va a matar de risa y les va a hundir el día. Qué más rayos quieren.
Kiko Amat


El ladrón de chicles
Douglas Coupland
El Aleph
283 págs.

(Artículo publicado en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 8 de octubre del 2008)

El sátrapa ‘patafísico

Ensayo La furia hedonista-anarquista del movimiento 'patafísico explicada en uno de sus textos más emblemáticos

“He de construir un sistema, o dejarme esclavizar por el de otro hombre”, dijo el bueno de William Blake. Y es que, realmente, encajar en los movimientos de otra gente es una pesadilla. Los situacionistas hablan en exceso de urbanismo (¡bo-oo-oo-oring!) y Guy Debord era un Stalin cascarrabias. Los surrealistas dan la brasa con tantos sueños, y su poesía automática era –admítanlo- un petardo. ¿Futuristas? Demasiado movimiento y combate, la verdad. Lo ideal sería un sistema de pensamiento que tuviera cosas de todos ellos, y le añadiera fornicio y pachanga total.

Ese movimiento ya existe, les alegrará saber. Se llama ‘patafísica, con el apóstrofe raro delante. Antes de apuntarse a sus filas y empezar a fornicar, con todo, deberían leer ¿Qué es la ‘patafísica? de Enrico Baj (1924-2003). La ‘patafísica es una ciencia de resistencia e imaginación, “una religión en formación” (como la llamó Asger Jorn), un movimiento en movimiento que recoge lo mejor de las vanguardias y las transforma en bromazo exultante mediante un pasapurés dadaísta. El propio Baj la definió como “la primera tentativa importante de promover un ataque irónico contra las maravillas de la tecnociencia”. Según el prólogo del surrealista madrileño José Manuel Rojo, la ‘patafísica de Baj (que se autodefinía “libertario anárquico-patafísico”) es “anarquista, surreal, escandalosa, absurda y luddita, muy luddita”. La ‘patafísica es pues una butifarra rebelde contra la sociedad industrial, el capitalismo y el racionalismo economicista. Es hacer un prrrrrrz en la cara del poder, el aburrimiento, el trabajo y la “robotización general”.

La revolución de la ‘patafísica, además, se construye reinventando su propio tiempo (Baj diseñó el calendario ‘patafisico, incluido aquí), incluso creando una escuela, el Colegio de ‘Patafísica, con títulos honoríficos y heráldica. Es decir, que a su sublime mezcla de atributos se le añaden las pretensiones –con la risa firmemente aguantada- de ser una cosa seria y jerárquica. El título de Baj era “Sátrapa Trascendente responsable de la cátedra de Hylosophie”. Fue iniciado el 25 de mierdra 89 E.P. (fecha ‘patafísica), que en cristiano es el 11 de junio de 1962. Otros célebres sátrapas fueron Alfred Jarry (líder espiritual del grupo), Raymond Queneau, Boris Vian y Nöel Arnaud.

Baj era un escritor, poeta y pintor revolucionario que se paseó por todas las vanguardias del siglo XX: estuvo cerca de CoBrA, fundó en 1951 el Movimiento Nuclear junto a Sergio Dangelo, formó parte del Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginista (era íntimo del futuro situacionista Asger Jorn) y hacia 1947 flirteó con el Surrealismo Revolucionario de Arnaud. Pero Baj fue siempre una voz crítica, un asesino de padres ideológicos y dogmas. A los futuristas les dedicó sus mofas Manifiesto del Futurismo Estático y su Nuevo Manifiesto Futurista, donde declaraba que “la eterna velocidad omnipresente es una solemne memez. Queremos yacer, y fornicar sin prisa”. Con los situacionistas estuvo en constante tensión (Baj fue invitado al Congreso de Alba de 1956, pero se largó el primer día, dejando a Debord con un palmo de narices), especialmente por la idolatración tecnológica de aquellos. Baj apostaba por la imaginación en revuelta y la furia del placer, ambas opuestas a la técnica y los “expertos”.¿Qué es la ‘patafísica? es una obra maestra del tema, ideal para todo homme révolté, y que encima viene con el cuidado diseño y la insuperable compañía de catálogo de la editorial Pepitas de Calabaza. Un diez.
Kiko Amat


¿Qué es la ‘patafísica?
Enrico Baj
Pepitas de Calabaza
259 pág.

(Este artículo es inédito, y fue escrito tras la publicación española del libro de Enrico Baj; hace un año, más o menos)

Coleccionista #13: Miguel López


¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
Me estrené a lo grande. El Muro de PINK FLOYD a los 15 ó 16. Era música de mayores y los dibujillos que venían por dentro me gustaban. Por cuestiones económicas ligadas a la edad aquél fue EL DISCO durante bastante tiempo. Pinchada diaria y por supuesto, me lo aprendí de memoria de pé a pá.

¿Cuál ha sido el último?
El LP de Los HURACANES de la serie esa del cocodrilo.

¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
Discos… como todos… ¿no?. Aunque llevo unos meses, que no mucho. Pero bueno, de lo que soy “completista” es de todo lo de Los Fresones Rebeldes. Parece que han reeditado los dos LPs juntos (en CD)… a ver si me hago con una copia.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
Los quiero a todos por igual, desde el “Everything and more” de Dolly Mixture al lp de Clavel i Jazmín.

¿Artwork y portadas favoritas?
Hay muchas portadas con gracia… no sé… En el Expedit tengo unos cuantos 12” “expuestos” tapando el canto de los LPs archivados. Que yo recuerde, hora mismo tengo visibles las contraportadas del The Piper at the Gates of Dawn y del Echo & the Bunnymen más que nada por el parecido, también el Stop! de los Chesterfield Kings, el The Power of Love del Captain Sensible (por el lado que está repeinao), un maxi de The Carousel (esas portadas sí que son chulas), el primero de Javier Krahe, el So Tough de Saint Etienne, uno de música hawaiana, el primero de Killing Joke….

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
A “grosso modo”, los apartados principales son: No (pre-) “rock” / 50s+60s+70s (prepunk) / 70s+80s (punk-newwave “sensu lato” / 80’s+90’s+00s / recopilatorios / negros. De esto están las versiones 7”, 12” y cd. Los Españoles por un lado y los extranjeros por otro… Los 10” están todos juntos porque tampoco tengo tantos. Dentro de los apartados, intento poner orden alfabético, aunque muchas veces no sabes si hay que ponerlo en la J de “Johnny”, en la T de “Thunders o en la H de “Heartbreakers”.

¿Sabes cuántos discos tienes?
No.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Bufff!!! Hay tantas! De las que ya no existen, guardo buen recuerdo de lo chulo que era entrar a principios de los 80 en Starrecords en Pau Claris (Nuclear Sí para mi hermano, póster de los Pegamoides para mí). Cuando cerraron, Castelló tomó el relevo con abundancia de fanzines, la cinta de los Desechables, los discos de Dro, 3 Cipreses y Grabaciones accidentales… a principios de los 90, el 7 Pulgadas, Pelayo… Jesús… El resto, ahí están y a ver si duran!

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
No sé… quizás lo del verano del 2007, en agosto, en Zafra (Badajoz)… por pura chiripa vimos en la puerta de la Biblioteca Municipal un anuncio de una tienda de discos (London Records). El anuncio hablaba de rock duro, blues y cosas así… pero de todas maneras nos acercamos a ver. Los días de agosto en el sur de Extremadura no hay demasiado que hacer y una tienda de discos, siempre es una tienda de discos. Total, que una mañana nos acercamos y… BINGO!. En medio de la nada aquella tienda era increíble. Tenían de mucho de todo y muy chulo. Algo había de heavy y blues… pero eso sólo era una patraña publicitaria para intentar captar clientes de la zona. Lo que había allí era gran cantidad de singles y lps que nunca había visto en directo, 7” de los primeros Who y Kinks, soul, reggae, pop del bueno (50s, 60s, 70s y 80s), rocanrol, John Leyton, Los Biff Bang Pow!, el LP de Jilted John, Jasmine Minks, libros con fotos, letras y partituras de todos los lps de los Jam, de los Undertones, discos de pizarra, maletines para singles y LPs… En fin… que como en Londres… ah! claro! De ahí lo de “London Records”. La tienda la llevaba un señor guiri (¿inglés?) que no sabemos cómo había llegado allí y que, por supuesto, se comía los mocos porque en Zafra... mucha clientela no parecía tener. El verano de 2008 volvimos pero ya se había esfumado con la música a otra parte. Tengo su tarjeta con el número de móvil… quizás llame a ver dónde se ha instalado.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
Primero me mosqueó bastante… con el Ebay de las narices se empezó a hacer difícil encontrar chollos en las tiendas. A parte de los que les gustaban esos discos, ahora también había que competir con los que los compraban para hacer negocio con ellos. Al final acabé entrando, primero en GEMM y luego en Ebay y, supongo que como todos, he podido encontrar discos que ni soñaba que pudiera ver en foto.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
¡Claro! Los discos son para ponerlos. Pincho en casa y también, de vez en cuando con los HUNGRY BEAT, aunque esto es cada vez más difícil porque no hay quien encuentre en Barcelona un sitio que tengan tocadiscos y que la música suene a un volumen decente, a horas decentes, con precios de barra decentes y sin tener que pagar entrada.


(En La Escuela Moderna somos fans de Miguel López. Hermano, como se imaginan, del anterior coleccionista. Miguel López ha tocado en los punks 80's Síndrome Tóxico, era la guitarra distorsionada de Los Fresones Rebeldes y el líder y único miembro de los míticos Thy Surfin' EYes, y ahora toca coplas en M.A.L. Además de ser miembro fundador de HUNGRY BEAT. Un señor sobrio, educado, flemático y con bufanda (y a veces ¡con tupé!)

6 d’oct. 2008

Coleccionista #12: Víctor López


¿Cuál fue el primer disco que compraste y a qué edad?
El Made In Japan de Deep Purple. A los 16 o así, en 1980. Fue la única y última vez en que me influyó lo que escuchaba la gente de mi clase (Supertramp, Yes, Jethro Tull, Genesis...). Hasta que descubrí la existencia de los Ramones y los Jam no me había interesado 'la música'; ni siquiera me llamaban la atención los grupos típicos de los 60. Poco después compré la banda sonora de The Blues Brothers, y más tarde el primer LP de los Ramones, aunque éste me lo regaló un amigo de clase que lo ganó en un concurso radiofónico. Por suerte todo se arregló antes de llegar a estropearse.

¿Cuál ha sido el último? ¿Qué estás coleccionando en estos momentos?
De memoria, entre los últimos están: Ángel Kaplan Transparent Dayze, DragonTears 2000 micrograms from home, Los Peyotes Introducing y el LP de The Magnificent Brotherhood.
No colecciono nada en concreto, más bien acumulo. Compro sólo cosas que me gustan sin atender a estilos o épocas. Soy básicamente un tío 'de los 60', pero tengo desde R&B de los 40 hasta Hardcore de ahora. Lo que más me ha interesado siempre (y que es la mayoría de lo que tengo) son ciertas cosas de los 60 (Beat, Garage, Soul, Rock and Roll, Surf, Psicodelia, con todo lo difusas que son estas etiquetas) y grupos posteriores influidos por esos sonidos. Pero no le hago ascos al Rockabilly, el Blues, Jazz, Punk (del bueno, no del de la Polla Records o GBH)... Por lo que he visto en otra gente, si te limitas a ti mismo a un solo tipo de música acabas idiota perdido o tirando por caminos harto pintorescos. Soy consciente de que tengo lagunas muy gordas en mi discografía. Me gustaría tener más material jamaicano o Country, por ejemplo, pero no se puede tener todo. También hay cosas que no toco en absoluto: Metal, indie, progresivo, disco... aunque algo se me ha colado alguna vez en casos muy concretos, casi siempre por la risa. Tampoco soy esclavo de los estilos. Hay Garage muy malo y Soul infumable, y no los necesito. Procuro ser realista y tengo unas prioridades a la hora de comprar discos, aunque a veces me las salto. De todas maneras, ¿Quién es el guapo que no tiene un disco malo? Y prefiero una reedición en CD bien hecha que un vinilo pirateado con portada pixelada, sonido sacado de un cassette, y fabricado con restos de neumáticos. Me es igual que chilláis.

¿Cuál es tu hallazgo más precioso? ¿Qué disco consideras la joya de tu colección?
No tengo grandes joyas, creo. A ver, tengo algunos discos que valen pasta y son raros y tal, pero nunca he pagado su precio 'de colección', sino que los tengo por pura suerte o habilidad para encontrarlos. Prefiero que me gusten, lo cual, a estas alturas, ya es bastante. Si tengo discos no es para impresionar a los demás. Considero joyas por ejemplo a mi colección completa de EP's y singles originales de los Cheyenes en estado casi Mint conseguida con paciencia y sin invertir un dineral. Seguro que para 'coleccionistas' más serios no tienen importancia, pero para mí es el 60's Punk de mi ciudad y con eso me basta. Luego están los discos que has comprado cuando salen y por circunstancias de la vida se convierten en megararezas, como la mayoría del Punk español de principios de los 80 y similares (Familia Real, Nikis, etc) o ediciones limitadas de grupos más o menos actuales que se convierten en "coleccionables" en un par de años.
Prefiero encontrar cualquier cosa que me guste mucho y la haya estado buscando durante tiempo. Puede ser un single de los Big Three de 3 libras o el single más típico de Bo Diddley que no tenía. No estoy obsesionado por la rareza o el estado (mientras sea una copia decente), si tiene parte de la esquina doblada, si es o no el color del sello 'raro' etc. Prefiero un single barato de Slim Harpo que el primer LP de Atila. Si no me gusta no me interesa, a no ser que sea 'trapicheable'.
También te digo que con los años se quitan muchas manías (o se sustituyen unas por otras, no estoy tan seguro). Hace veinte años era incapaz de escuchar según qué cosas, y eso que nunca he sido un purista de nada.
Pero si se me presiona, admito que intento hacerme con lo que va sacando Billy Childish y sus ramificaciones colaterales, aunque sin darme una prisa loca.

¿Artwork y portadas favoritas?
Como soy un original de la leche diré que el período clásico de Blue Note. De 'ahora' me gustan cosas de Art Chantry, Phil Smee, Bruce Brand para Arthole, las del sello Hangman, que tienen un encanto chapucero sin igual... Muchos discos antiguos de Punk americano suelen tener unas portadas fantásticas, tanto los 'DIY' como los de compañías más grandes.

¿Cómo tienes ordenada tu colección?
Por épocas, áreas y estilos. Por ejemplo, el Garage lo tengo dividido en 60s y actual, y éste útimo en europeo y americano. Y el resto de estilos de forma similar. Y si no, adapto el espacio que tengo en las estanterías. Si no me cabe todo el Soul junto, pongo las recopilaciones por su lado. El Punk lo tengo separado por 'antiguo' y 'reciente' con un criterio un poco suelto, la verdad.

¿Sabes cuántos discos tienes?
Poco más de 3000 Lp's, poco menos de 4000 singles y casi 1000 Cd's. Apunto las compras en un papel y así sé cuántos tengo.

¿Cuál es/era tu tienda de discos favorita?
Ya sé lo romántico que es dejarse las uñas, los pulmones y los ojos en sótanos porque lo he hecho, pero cada vez me da más pereza. Para material nuevo y reediciones, prefiero las que lo tienen todo perfectamente ordenado y clasificado, sin margen de error. Me sigue gustando remover en mercadillos y en tiendas de segunda mano de no-sólo-discos.
Pero si quieres nombres, aunque sólo sea por su ambiente, me quedo con Rock On o Beano's, en Londres. Me hace gracia la antigua Plastic Passion, también en Londres, donde hay que tener cuidado porque ahora son dos tiendas distintas bajo el mismo techo (Minus Zero y Stand Out) y no puedes mezclar los discos. Contrariamente a la leyenda, nunca he visto mal rollo manifiesto entre ambos dueños ni me han pegado la bronca por mezclar los discos sin querer. Incluso han sido amables. De todas maneras, las tiendas de Londres ya sólo están bien para comprar ofertas o material descatalogado. Las novedades suelen llegar aquí y el 'coleccionismo' suelen tenerlo a precios prohibitivos.
Las ferias son cada vez peores: las tiendas las aprovechan para sacar la morralla invendible o para subir precios sin sentido. Lo mejor es encontrar chollos que escapan a los conocimientos del tendero en cuestión. Eso en Barcelona todavía es posible e incluso frecuente en dos o tres tiendas.

Cuéntanos el episodio más memorable de tus días de cazador de discos (un timo, un error, un triunfo, un encuentro, un robo, una conversación...)
En la misma tienda, con unas pocas semanas de diferencia y en tres días distintos encontré un EP español de los Blues Magoos, uno francés de los Shadows of Knight y el single de los Arlequines, todos ellos casi nuevos. No pagé más de 300 pesetas por ninguno de ellos. En esa tienda también encontré un par de rarezas de Jazz que literalmente me sufragaron el ordenador y unas vacaciones en Londres, eBay mediante. Esta tienda estaba en mi barrio y ya no existe. Más recientemente, el dia que encontré el Triste y solo de Mi Generación por 12 euros en una feria (regalado inmediatamente a mi novia) fue también de gran risa. Unos cuantos de mis hallazgos similares se los he regalado a ella.
En cuanto a anécdotas en plan humano, un día entré con Félix (ex-Doctor Explosión) en Rock On, en Camden. Preguntó por la caja con singles de los Small Faces y grupos así y un señor que había allí charlando con el dependiente dijo '¡Eran mi grupo favorito! ¡Iba a verlos siempre que podía!' Me pareció reconocerlo y le pregunté si era Jesse Hector. Y sí, lo era. Uno de mis ídolos, y además simpático y con ganas de hablar. Años después me lo volví a encontrar, también en Camden. Un gran tipo.

¿Ha cambiado tu perspectiva del coleccionismo de discos desde la aparición de Ebay y la compra por Internet?
No entiendo el desprecio por eBay que hay en gente que se las da de 'puristas' del coleccionismo. Está muy bien para acceder a cosas que unos años antes te parecían imposibles y para saber de discos hasta entonces desconocidos. Lo malo es que ahora todo el mundo se cree que vende tesoros y que todo lo que tiene es 'Northern Soul', 'Belgian Popcorn' o 'Freakbeat'.
La existencia de eBay me ha sido muy útil, pero la verdad es que no me obsesiona. Suelo mantenerme frío a la hora de pujar, aunque como a casi todos alguna vez se me haya ido un poco la mano.

¿Aireas tu colección? Es decir: ¿Pinchas discos o realizas una actividad didáctica similar?
Ya no. No tengo el nivel mínimo exigido. Prefiero pinchar lo que me dé la gana en un bar sin estar presionado por el estado de la pista ni ceñirme a ninguna 'política de club'. ¡Ojo, que tampoco es cuestión de poner temas de 15 minutos de los Grateful Dead! Además últimamente se ha creado un tipo de Disc Jockeys que tienen sólo lo que les cabe en el maletín y van sustituyendo discos a medida que 'pasan de moda', vendiendo para comprar. Gente que puede gastarse 800 dólares en un single raro pero no conoce cosas tan básicas como los Animals o las Supremes. Lo siento, pero entrar en ese círculo no me interesa nada. Lo mejor de pinchar, de todas maneras, es que mientras lo haces te evitas tener que hacer vida social. Aguantar pelmas es lo peor.


(Víctor "Mágico" López es uno de los baluartes del underground barcelonés, DJ de cuando no habían DJs, forofo sixties y punk con paraguas. Sus enseñanzas y extraordinaria colección introdujeron a los editores de La Escuela Moderna en demasiados discos y sonidos para ponerlos aquí, escritos en tres letras)