8 de set. 2009

Pepitas Favoritas

La editorial de Logroño Pepitas de Calabaza les ofrece un curso acelerado de anarquismo y vanguardias sin sopor ni dogma.

Si han sido ustedes alguna vez fans de algo (y quiero decir fan a muerte; no se trata de que algo les “guste”) recordarán la pasión, la defensa partisana y la identificación completa que ello conlleva. Esta sensación de pertenencia, tan habitual en el mundo de la subcultura juvenil o las vanguardias, es más bien rara en el mundo editorial; realmente, no existe en nuestro país casi ninguna editorial que seguir ciegamente. En los 70 y 80, si recuerdan, era Anagrama: Brautigan, Burroughs, McInnes, Southern, Fante, Vonnegut, Vaneigem... Cada libro, una epifanía. Libros que cambiaban opiniones, que creaban obsesiones y capgiraven vidas. El monetarismo y la ceguera han limitado radicalmente esta situación, hoy rarísima, y toda España parece conquistada por la estulticia editorial. ¿Toda? ¡No! Una pequeña aldea de furia y razón sobrevive al norte del país. Sin egos ni afán de lucro, la pequeña editorial Pepitas de Calabaza se las ha apañado para erigir un catálogo coherente y acorde a una Idea, a la vez que heterogéneo y colorido.

Además de un nombre sacado del Amanece que no es poco de José Luis Cuerda, Pepitas de Calabaza lo tiene todo para el fan ilustrado: son muy izquierdistas, pero no atienden a dogmas. Son filo-anarquistas, pero se niegan a pasar por la chapuza y la ortografía pobre. Sus libros son hermosos, portadas cucas y tamaño bolsillo, y sin embargo son muy poco diseñadores (pronunciar esto con mueca de oler vómito). Dicho de otra manera: aman el diseño gráfico sin ser gafapastas que han puesto el cartel de En Venta en sus culos. ¿Qué más? Adoran las vanguardias, pero no les deben obediencia; sacan libros de situacionistas, surrealistas y dadá, pero si se merecen una colleja se les da. Y, finalmente, tienen sentido del humor, otra rareza en su mundo; uno de sus carteles agit-prop es una imagen de Marx exclamando “¡Me cago en todo lo que estudiao!!!”. Desaprender para aprender: esa es su idea.

Si ustedes también desean auto-reeducarse este verano, y les atrae la idea de rescribir la montaña de crueldad neoliberal que nos enseñaron en EGB, o les gustaría darle un sentido a su existencia que no esté vallado por el escalafón laboral o la democracia representativa; y, encima, quieran hacerlo pasándolo bien... No busquen más. Metan Pepitas en el bolsillo de las bermudas pero ya. Nunca en la historia editorial tantos lectores les debimos tanto a tan pocos.
A continuación les ofrezco mi Top 5 personal:

1) Émile Armand El anarquismo individualista.
Si ustedes también se quedaron dormidos tratando de leer La conquista del pan de Kropotkin, y disfrutaron más en la última visita al proctólogo que leyendo ¿Qué es la propiedad? de Proudhon, no se apuren. No es que sean malos anarquistas; es que están leyendo sólo los tochos. Vean sino el bueno de Émile Armand (1872-1962) y su anarquismo individualista: divertido, sensato, repleto de llamadas al gozo, el fornicio y la desobediencia, bien explicado y absolutamente moderno. Como Max Stirner pero sin el molesto tic de negar a Dios cada dos frases (en serio, Maxi; ¿a quién le importa?). Dijo Armand: “La vida es bella para el que supera las fronteras de lo convencional”. Ya te digo, jefe.

2) William Morris Cómo vivimos y cómo podríamos vivir.
No sé que puedo decirles de Morris sin echarme a sollozar como una institutriz. Pueden tomar el título de este libro de forma completamente literal; realmente es un manual de socialismo utópico (en las antípodas de la socialdemocracia) para liberar al hombre y hacerlo mejor. Auténtico mártir de la causa (en su época tenía a Todo El Mundo en contra), Morris es tan inspirador que la Marvel debería hacerle superhéroe: SuperMorris. “Además del deseo de producir cosas hermosas, la pasión rectora de mi vida ha sido y sigue siendo el odio a la civilización moderna”, dijo, el tío. Una frase para tatuarse o, mejor, para poner en una pancarta y tomar Barcelona.

3) Jean-Marc Mandosio En el caldero de lo negativo.
Regálenselo a todos esos memos que repiten el ideario situacionista sin pasarlo por el tamiz separador de razonable/risible. Pero no es éste un libro reaccionario; todo lo contrario. Mandosio es un señor al que le encantaría creerse todo lo que aullaban alcoholizadamente los situs, sólo que no puede superar esa ingenuidad milenarista-infantil tan suya (cuando llegue “el incendio”, la sociedad tecnológica se reformará mágicamente; así: ¡chiki-chak!). Este libro es el perfecto companion para Debord/Vaneigem; no les lean sin él a mano o acabarán haciendo alguna bobada.

4) Miguel Amorós Golpes y contragolpes.
Amorós es el anarquista contemporáneo a seguir. El único que efectúa un análisis no-claudicativo de la situación actual sin proclamas ridículas, ni absurdas esperanzas milenaristas de que llegue “la revolución” (otra vez: ¡Magia!), pero muy especialmente sin la menor esperanza en el sistema productivo industrial. Cuando leí por primera vez cosas como “La técnica no es neutra; nunca lo es. No es políticamente inocente” o cuando se mete con “los apologistas posmodernos del orden establecido”, mis aplausos y vítores se escuchaban en Port de la Selva.

5) Pablo Martínez Zarracina Resaca crónica.
Un excelente ejemplo del cachondeo vital que se llevan los Pepitos. Una selección de las crónicas de la Semana Grande de Bilbao que el autor publicaba diariamente en El Correo tras haber salido por ahí hasta las mil (es decir, que el muy bilbaino las escribía con todo el resacón). Para que pillen el tono, un ejemplo al azar de las verdades proclamadas en su columna: “Es sabido que nuestras mejores ideas se nos han ocurrido siempre de madrugada, en establecimientos de escasa reputación y rodeados de individuos de ojos vidriosos y aliento flamígero”. Tronchante, no me digan; además de cierto como la vida.

Kiko Amat

http://www.pepitas.net/

(Estas recomendaciones de verano fueron publicadas originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 1 de julio del 2009)