El mono borracho en el ojo del tigre dialéctico: Elogio de la anarquía por dos excéntricos chinos del siglo III es un compendio de polémicas de la época en las que se enfrentan beatniks avant la lettre contra defensores de los príncipes. No sólo ya existían en la China de entonces anarquistas y fascistas enzarzados en una tangana universal, sino que, si uno ignora el puntual detalle místico (menciones a inmortales y unicornios), el resto de debates versan entorno a temas de completa actualidad.
Vean sino “De la inutilidad de los príncipes”. Un combate de lucha libre retórica que enfrenta al misterioso Bao Jingyan contra Ge Hong, alias Baopuzi, “El maestro que abrazaba la simplicidad”. La simplicidad y la espada, cabe añadir, pues Hong se destapa como una mezcla de José María Aznar y el Neal de Els Joves. Entre alusiones al “huevo cósmico” y la “pilastra primordial”, este antiguo cargo oficial lanza su rap pre-demagogia: “Una vez instituidos lo noble y lo villano, se aprecian las recompensas y se temen los castigos”, “el mal es un fenómeno natural y (...) las gentes inferiores resultan difícilmente corregibles” y otras lindezas de think tank facha-mandarín. Bao Jingyan le rebate con la paciencia de un Noam Chomsky en kimono, pero es difícil aplastar al ñu con razonadas cosquillas de pluma.
Xi Kang (223-263) utiliza otro método para contestar el “Ensayo sobre la condición espontánea del gusto por el estudio” de Zhang Miao, donde se viene a decir que alguna gente nace para el trabajo intelectual y otros para la plantación. En su refutación, Xi Kang (poeta, bailarín y “bebedor impenitente”) despedaza a su adversario con la furia de mil linces. Kang, una especie de Guy Debord del siglo III, le espeta que “vuestras aulas de estudio no son más que salas mortuorias, que los textos que recitáis de memoria son como palabras proferidas por espectros de difuntos (...) que el humanitarismo y la justicia apestan a putrefacción, que la lectura de libros chamusca los ojos, que las genuflexiones y las reverencias provocan joroba (...) y que conviene deshacerse de todo ello para comulgar con la dimensión original de los seres”.
Puro surrealismo anarco-comunista, sólo que casi dos mil años antes. A Xi Kang le mataron poco después de decir estas palabras (era de esperar), pero aquí quedan sus exabruptos como inspiración infinita para futuros karatekas libertarios.
Kiko Amat
Elogio de la anarquía por dos excéntricos chinos del siglo III
Polémicas del siglo tercero seleccionadas y presentadas por Jean Levi
Pepitas de Calabaza
Trad. del chino por Albert Galvany
175 págs.
(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 9 de septiembre del 2009)