12 de des. 2007

Miguel El Revelador


Cómic Miguel Brieva, el dibujante más politizado y crítico del momento, presenta su último trabajo Bienvenido al mundo.

Qué incómodo es Miguel Brieva. Incómodo como una silla de camping sin respaldo. En otro tipo de sociedad –alguna que confiase menos en la publicidad, el pan y el circo para atontecer a sus ciudadanos y se decantase por la opción pistolera - Brieva hubiese tenido ya “un accidente” de esos tan tontos que a veces les pasan a los tipos molestos para el poder como él. Esa caída por las escaleras desde un punto adecuadamente alto y quebra-nucas, ese tropiezo en el baño de asombrosa puntería letal, esa imprevista “depresión” (¡A él, que era tan optimista!) que siempre sobreviene acompañada de explícitas instrucciones de uso para el suicidio. Sí, en otras sociedades menos tolerantes que la nuestra, Brieva ya hubiese sido acompañado a un paseo en diminutivo. Qué suerte pues, que aquí todo vaya bien. Qué suerte tenemos de que, en el Occidente capitalista, lo peor que le pasará a Miguel Brieva es que se le tratará de corromper a cada paso. ¿No quedarían cucos, sus dibujitos, en anuncios de bambas o Ipods? Firme aquí. ¿No sería hermoso que Brieva terminase siendo uno más de esos dibujantes sin universo moral, meretrices del comercio, que dibujan bien sin mirar para quién? Firme aquí. Todo el mundo tiene un precio, como decían en Obélix y compañía. Solo hay que convertirles en mercachifles.

Con Brieva, sin embargo, lo llevan bastante crudo; porque, Brieva, ya ven, no Se Vende. Brieva es, en sus propias palabras, un moralista, entendiendo el concepto como alguien con una alta idea de la responsabilidad política personal. Si continúa así, este dibujante sevillano nacido en 1974 lo tiene todo para convertirse en –ejem- nuestro héroe. Feroz defensor de la autoedición como camino de difusión de ideas libres, lleva años editando su revista “de poética financiera e intercambio espiritual”, Dinero. También su otra revista Propuestas para no hacer. Aunque ha colaborado en múltiples medios (de fanzines como Mondo Brutto a periódicos como La Vanguardia o El País, pasando por revistas musicales como Rolling Stone) su discurso no ha dado un paso atrás. Su discurso, si me preguntan, es un lírico bombardeo de ideas libertarias sin la menor autocomplacencia, cripticismo o amigabilidad para con el sistema. Miguel Brieva es una mezcla de Agustín García Calvo y Jerry Mander, ambos en chistoso. Si es que se le pueden llamar chistes a esas imprecaciones y apocalipsismos que dibuja; y creo que sí pueden. A lo que hace podríamos llamarlo Humor Socialista, si la palabra no hubiese sido arrastrada por los charcos tantas veces. Socialismo que busca la felicidad e igualdad general, en lugar de la perpetuación de una élite corrupta y malévola. Ya saben de qué hablo.

El estilo de Brieva es difícil de definir. Él habla de Clowes y Crumb, a mí me recuerda a las ilustraciones de los catálogos de moda de los años 40 con unas gotas de Roberto Alcázar y Pedrín (en ilustración sólo, no jodan). Realista y surrealista a la vez. Su lenguaje es exagerado, caricaturizador y hiperbólico, aunque admite que, de seguir las cosas como están, en diez años sus viñetas habrán perdido toda fuerza irónica y no serán más que hiperrealismo: la realidad superando a la ficción, aunque suene a lugar común.

El último trabajo de Miguel Brieva es Bienvenido al Mundo (Reservoir Books, 2007) y tiene forma de enciclopedia. Junta definiciones (“Neoliberalismo: Simpático sistema socioeconómico que valora más un pedazo de papel o un litro de sustancia viscosa que, por ejemplo, a usted”) con viñetas cómicas como las que ven acompañando este artículo. Sus pescozones se dirigen contra la mercantilofilia, la publicidad (¡ah, la pérfida publicidad!), la tecnología inútil (al igual que García Calvo, Brieva distingue entre tecnología beneficiosa como el teléfono y el tren, y tecnología fundada exclusivamente con el objetivo de generar mercados, como el móvil o el coche), la izquierda liofilizada, los artistas a sueldo, las élites dominantes, la mansedumbre al que nos han conducido éstas... Como él mismo dijo en una entrevista para La Vanguardia, “mi humor va contra la indolencia del mundo”. Pero, a pesar del extenso campo de “contras”, Brieva no es un nihilista. Tampoco es, como tantos de nuestros maniatados intelectuales, alguien que se escuda en el relativismo teórico de la posmodernidad. Brieva declaraba en la revista Generación XXI que “aquellas maneras de explicar la realidad que de siempre me han despertado la curiosidad y la empatía más inmediata son justamente las que rebaten ese relativismo corrosivo, las que contemplan la necesaria contemplación de la verdad (...) y reclaman, una vez más, la urgencia de la utopía”. Las cursivas son mías. Las he puesto para dar fuerza al concepto de realidad (esto es malo, aquello bueno, es malo que haya ricos y pobres...) como algo opuesto al windsurfing teórico de posmodernos escurre-el-bulto como Deleuze o Derrida. No, la resignación posmoderna no es para Brieva. Ni, si me permiten un consejo, para ninguno de nosotros. Lo que nos hace falta son más reveladores de La Verdad, y es imperativo que existan “dos, tres, muchos” Miguel Brieva. Pero, de momento, vamos a disfrutar del que ya existe; les repito que es genial.
Kiko Amat

Bienvenido al mundo
Miguel Brieva
Reservoir Books

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 5 de diciembre de 2007; el artículo publicado era una versión ligeramente reducida del publicado aquí)