Me encanta ir al Mercat de Sant Antoni los domingos. Para el no-barcelonés, un mercadillo de libros (y de juegos de Playstatiom, sellos, postales, mierdecillas, pero mayormente libros) que tiene lugar cada domingo en el mítico mercado del Eixample. Casi siempre encuentro algo, ya sean Peanuts que me faltan de la colección que sacó en catalán Edicions 62 por allá los años setenta, viejas ediciones de Vonnegut en editoriales que se hundieron o libros sobré Dadá que contienen sonetos tan bonitos y estúpidos como este:
el futbol en el pulmón
rompe los vidrios –insomnio–
en el pozo se hace bullir a los enanos
para el vino y la locura
picabia arp ribemot-dessaignes
buenos días
Además me gusta poner el oído y ejercitar ese arte tan feo que es el escuchar conversaciones ajenas. Creo que ya colgué una aquí sobre el señor que pensaba que los chavales de su barrio eran muchísimo más bellos que Brad Pitt a.k.a. "El Pritt".
La de esta semana es la siguiente:
Llega un señor vendedor ambulante, un buscavidas (hermosa palabra , no?), a una de las paradas y saca un chandal tricolor, fluorescente y, supongo, imnífugo.
- Hola Pepito de los Palotes, te quedas con este chandal? Es de tu talla, la XXXXXL (¡juro que dijo como cinco "X"!).
- ¿Tan gordo estoy? - dijo el de la Parada acariciándose la barrigota.
- Pos vale, pos sin las X. ¿Lo quieres o no?
Como decían en "Els Joves", esta es la vida callejera que matan los grandes rascacielos.