Novela Un pintor paupérrimo protagoniza la primera novela traducida al castellano del prolífico autor neoyorquino Arthur Nersesian
Voy a contarles una historia bonita, una historia de coincidencias encadenadas que terminan bien. Esa historia traza una línea que empieza en Fugazi (el inspirador grupo de hardcore avanzado de DC) y lleva hasta la publicación de Arthur Nersesian en castellano. Sí señor: Fugazi provocaron que Nersesian se haya publicado en nuestro país, y ahí empieza la historia bonita en 7 lindos eslabones: 1) A mi hermano le gustan Fugazi 2) Mi hermano entrevista a Fugazi para una revista 3) En la entrevista el cabeza del grupo, Ian McKaye, le recomienda The fuck up, el primer libro de Arthur Nersesian publicado en Akashic Books (la editorial que lleva un tipo del grupo Girls Against Boys) 4) Por esas dos conexiones mi hermano se compra el libro 5) Me da la paliza a mí y a N para que lo leamos 6) N acaba dándole la paliza a Camila Enrich, la editora de El Aleph, que 7) Decide publicarlo. ¿Qué les parece? De todo ello se deduce que, de no existir Fugazi, Nersesian no hubiese sacado aquí El nadador del Lower East Side. Bestial, lo sé.
Pero, ¿Nersesian? Ahora mismito les cuento. Arthur Nersesian es un autor de NY que sufre de prosa incontinente y maníaco ritmo cuenta-cuentil. Ya lleva publicadas –déjenme pensar- seis novelas de ritmo frenético y estilo maqueado, y todas ellas tienen en común el gusto del escritor por hacérselas pasar bastante canutas a sus personajes. En sus propias palabras, “comparto hasta cierto punto las frustraciones de mis protagonistas: Leslie Caldwell (de Suicide Casanova) es derrotado por su neurosis sexual, Joey Aeiou (de Manhattan Loverboy) sufre en su búsqueda de identidad y Orloff Trenchant (de El nadador del Lower East Side) realiza sacrificios diarios por su arte”. Y mejor no hablar de The fuck up, que –como su propio nombre indica- es una agotadora sucesión de meteduras de pata irreparables y auto-zancadillas descalabradoras. Pero, dejando de lado esa tendencia a magullar a sus personajes, déjenme decir que Nersesian es un gran escritor. Como George Saunders, cree en la eficiencia, la claridad, la acción y la velocidad (aunque añade a esos atributos “ingenio, intelecto, suspense y poesía”). Como Jonathan Lethem, aunque sin la tendencia al listado de éste, sus libros están salpicados de referencias gustosas (en el libro que nos ocupa se cita a Edward Gorey, el Loving de Henry Green y más cosas buenas); o sea, las referencias son importantes. Puestos a citar, digo yo que mejor citar gloriosamente, ¿no? En cuanto a sus influencias, Nersesian apunta distintos escritores para distintos libros: Bukowski en The fuck up, Kafka en Manhattan Loverboy (yo hubiese dicho, si me permite el autor, Vonnegut y Terry Southern), PG Wodehouse en Unlubricated, Henry Miller en El nadador... Una selección sin borrones, ya ven. Déjenme solo añadir que Nersesian –como cualquier escritor honesto que se precie- sitúa siempre sus novelas en un entorno que conoce a fondo: New York. Y ese es un buen punto de partida para saber si un narrador es sincero o un charlatán plomizo.
Respecto a El nadador del Lower East Side, es la historia de Orloff Trenchant, un pintor casi-indigente sobreviviendo en New York. Pensado al principio como parte de una trilogía sobre jóvenes artistas neoyorquinos en apuros (con Dogrun y Unlubricated), el desinterés del mercado editorial hizo que acabara adquiriendo status independiente. Como no podía ser menos, Orloff (Or para los amigos) las pasa moradas. Todavía en proceso de desembarazarse del recuerdo de la novia que le dejó, y de la pesada carga de un trauma infantil que no voy a contarles, el pintor vive en su furgoneta y lucha por terminar su monumental obra El nadador del East River. Golpe de suerte: un amigo le presta un estudio, y un multimillonario le encarga esculpir una colosal lápida en forma de caja de comida china para llevar. Golpe en los genitales: Or se enamora de una yonqui terminal, Rita. Como sucede en todas las novelas de Nersesian, el tempo de la obra viene marcado por la cercanía tic-taqueante de la fecha de entrega de algo -en este caso la lápida- y el tempo es, claro, febril. Una cosa más: Aunque esté enmarcada en el mundo del arte, uno no necesita haber pasado cinco años en la facultad para comprenderlo; Nersesian siempre ambienta sus libros en un milieu comprensible, nítidamente narrado. El nadador del Lower East Side es, acabáramos, un libro para gozar y trepidar y que confirma a Nersesian como uno de los autores norteamericanos con más ojo y finesse de la actualidad. Se lo juro, si hace falta. Kiko Amat
El nadador del Lower East Side
Arthur Nersesian
El Aleph
318 pág.
(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia de ahora no me acuerdo cuándo)