21 d’abr. 2005

El autor invisible

Thomas Pynchon El enigmático escritor americano da pocas señales de vida, pero el número de fuentes que le citan aumenta sin cesar.

Probando, probando
En el episodio llamado “Little Girl in the Big Ten” de la temporada 13 de Los Simpsons, Lisa descubre que puede hacerse pasar por estudiante de instituto, y pasa gran parte del capítulo deambulando por el campus con los ojos como platos; la intelectualidad de los cognoscenti está al fín a su alcance. En un momento en que Lisa fisga en la taquilla de otra estudiante descubre que entre sus libros se encuentra El arcoiris de la gravedad de Thomas Pynchon. La conversación que mantienen las dos se desarrolla así:
LISA SIMPSON (sorprendida): “¿Estás leyéndote El arcoiris de la gravedad?”
ESTUDIANTE (dándose aires): “Bueno, releyéndolo
Lo que que acaban de leer era una prueba que les he hecho para ver su condición de Pynchonistas. Si en estos momentos no están sonriendo y dándoles codazos a sus amiguitos sabihondos, congratulándose de haber pillado la broma, entonces no son ustedes auténticos fans de Pynchon. Y, por tanto, tendrán que leer lo que sigue.

El desaparecido
Thomas Pynchon es uno de los escritores más extraños del mundo. Nacido en Long Island en 1937, el escritor se matriculó en la universidad de Cornell e interrumpió sus estudios para alistarse en la armada. Después estudió inglés con Nabokov, escribió alguna historia corta y publicó su primera novela (V) en 1963; la novela ganó el William Faulkner Foundation Award a la mejor novela del año, y fue un éxito de crítica y público. La bizarría de Pynchon empieza justo ahí, y desde entonces ya no cesa. Pues el autor, inmediatamente después de debutar, desapareció. Han oido bien. Rehusó hacerse fotos de ningún tipo, recoger premios, dar entrevistas. N-A-D-A. Para cuando apareció su segunda novela (La subasta del 49), en 1966, hacía tres años que nadie le veía. En 1974 apareció El arcoiris de la gravedad, y fue la primera vez que la junta del premio Pulitzer revocaba un veredicto de sus jueces; en respuesta a la unanimidad de éstos, la junta consideró el texto “ampuloso” e “ilegible”. Cuando la novela sí ganó un segundo premio literario, el autor mandó a un actor a rechazarlo, rogando “por favor no me impongan algo que no deseo”. Sus dos siguientes novelas, Vineland y Mason & Dixon, mantuvieron la pauta marcada de éxito y anonimidad. ¿Saben como se deletrea un hecho así en la América de hoy? Se deletrea Teoría Conspiratoria, por supuesto. Un tal J.C. Batchelor declaró que Pynchon y J.D. Salinger –famoso también por su privacidad- eran la misma persona, y hacia 1990 sus perturbados fans montaron un número espantoso alegando que una señora llamada Wanda Tinasky (que escribía cartas a un periódico californiano) era en realidad Él. El salvador. Como los fans de Elvis, los Pynchonistas registran avistamientos de su héroe en los emplazamientos y bajo los aliases más absurdos.
Pero si se mira fríamente, la verdad es que no hay para tanto. En una de las pocas fotos que se conservan de su juventud puede apreciarse que el amigo Pynchon no era precisamente Paul Newman; es más, el tipo era un adefesio. Su decisión de no dejarse fotografiar nunca más podría perfectamente obedecer a algo tan prosaico como esto. Menor misterio aún esconde su reclusividad y su negativa a ser entrevistado; echen un vistazo sereno al mundo crítico-mediático de hoy en día y díganme, si se atreven, que no es como para esconderse en una cueva y no volver a salir.

Los avistamientos
Por todas estas razones, Pynchon es el icono perfecto para los que desean demostrar que están en el meollo. El escritor es la representación física de lo cool, alguien que combina todas las credenciales de valor, que está al filo del zeitgeist, que domina las subculturas y el pop y que encima escribe endiabladamente bien. Según este razonamiento, podría decirse que los libros de Pynchon son el equivalente literario de fenómenos musicales como Captain Beefheart, el Pop Group o los alemanes Neu!: complejos sin ser pretenciosos, retorcidos, difíciles de digerir, destinados a minorías que sufrirán los duros interrogantes planteados pero a la vez gozarán de una merecida iluminación final. De ahí la broma en Los Simpsons: haberse leído El arcoiris de la gravedad es llevar encima una enorme pancarta que diga “He sudado sangre para ser cool”. Imagínense habérselo releído.
Pero éste es sólo uno de los innumerables cameos que la obra de Pynchon ha protagonizado. En el John Larroquette Show se mencionaba un “avistamiento Pynchon”, y se hacía referencia a que éste llevaba una camiseta de Roky Erickson; aparentemente, el propio escritor había contactado con el programa para pedir que cambiaran la camiseta de Willy Deville por la de su músico favorito. En un episodio del Futurama de Matt Groening en el que sale una biblioteca del futuro puede verse un Anti-Gravity’s Rainbow. Y, de hecho, es a Groening a quien puede atribuírsele el mejor tributo a Pynchon existente. En el capítulo "The harpooned heart" de la temporada 13 de Los Simpsons, Marge se hace escritora, y su editor les pide notas publicitarias a Tom Clancy y a Pynchon. El segundo, con una bolsa de papel en la cabeza, aparece al lado de su casa (en el tejado se distingue un cartel que reza: “Casa de Tomas Pynchon. ¡Entren!”) gritando con su voz real al móvil: “Aquí tienes la nota: A Thomas Pynchon le encantó el libro tanto como le encantan las cámaras”. Inmediatamente después cuelga una pancarta con su nombre y exclama hacia los coches: “Hey, aquí! ¡Háganse una foto con un autor reclusivo! ¡Hoy, oferta con autógrafo! Pero, esperen-¡Aún hay más!”.
KIKO AMAT

(artículo publicado previamente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 18 de abril del 2005)