Por segunda vez en un día, y como demostración de la teoría del corta-y-pega Lautréamontiano, nos agenciamos palabras ajenas, que hay veces que están mejor dichas que las nuestras.
Éste en concreto es un mini-análisis de los mencionados kameraden de La Patatatoak de la Libertad sobre la lógica que rige el cerebro de ese gran gallinita mojada que es Garzón.
El bully de colegio que se mete con niños pequeños porque sabe que con los verdaderamente malos -la oligarquía empresarial, el ejército español, su majestad, los viejos franquistas (ahora demócratas) del PP- no puede.
Cua-cua-cua-cua, le decimos desde La Escuela Moderna a ese gran capitán de la sardina que es Garzón.
La lógica Garzoniana es un instrumento metodológico fabuloso. Si A = B y B = C, entonces A = C. Y si proseguimos así, se prolonga esta cadena hasta que A = Z. Oscureciendo todo matiz intermedio, obtenemos que como una taberna abertzale recoge dinero para presos de ETA entonces la taberna entera es ETA. Y los que acudían a tomar txiquitos y zuritos, también son ETA. De hecho, las botellas de Rioja Alavesa que se venden allí también son ETA, y el dueño de las bodegas que las produce también es de ETA, y la madre del dueño ¿lo adivinan?... pues sí: también es de ETA. Y el monte Igueldo, donde han sido vistos varios abertzales, también es ETA. A los ojos de Garzón, hasta un perro pastor vasco -esa raza autóctona parecida a los gossos d’atura-, es completamente ETARRA pues “pertenece al entorno de ETA”. Pues sí, no se rían. La próxima semana se juzga a más de cuarenta chavales de Gestoras Pro Amnistía sin que se haya probado nada en su contra, con un sumario plagado de irregularidades (con toda la intención política, por supuesto); los trasladarán primero a Madrid, a ese juzgado de excepción permanente que es la Audiencia Nacional. Y después, para que no tengan que salir de prisión (algunos llevan allí tres años), los juzgarán en un periquete.