Este es un artículo de Ken Knabb sobre las distinciones de democracia representativa y democracia delegativa. Es muy importante entender el concepto, pues su enmascaramiento y posible confusión es una de las pocas razones por las que lo que ahora estamos viviendo utilice aún el empobrecido nombre de democracia como tal.
Ken Knabb es un viejo situacionista, y su Bureau of Public Secrets ( www.bopsecrets.org/index.shtml ) una de las mejores páginas con textos situacionistas, tanto por su claridad (que se agradece) como por su tono ilustrativo y en absoluto arrogante -ese tono que nuestro amado Debord utilizaba a granel.
Antes referencia diaria de reflexión, habíamos abandonado las visitas al BOP hasta que los amigos de La Patata de la Libertad ( http://lapatatadelalibertad.blogspot.com/) nos alertaron sobre un artículo contra el hippismo que continuaba el análisis que se hizo en este mismo blog con ocasión del artículo sobre Malvido.
[Democracia representativa versus democracia delegativa]
No repetiré todas las clásicas críticas socialistas y anarquistas del capitalismo y el estado. Son ampliamente conocidas, o al menos ampliamente accesibles. Pero para acabar con algunas de las confusiones de la retórica política tradicional puede ser útil resumir los tipos básicos de organización social. En atención a la claridad, comenzaré examinando separadamente aspectos “políticos” y “económicos”, aunque están obviamente interrelacionados. Es tan fútil tratar de igualar las condiciones económicas de la gente mediante una burocracia de estado como lo es intentar democratizar la sociedad mientras el poder del dinero permite a una minúscula minoría controlar las instituciones que determinan la conciencia de la realidad social de la gente. Puesto que el sistema funciona como un todo sólo puede ser cambiado fundamentalmente como un todo.
Comenzando con el aspecto político, podemos distinguir de forma aproximativa cinco grados de “gobierno”:
(1) Libertad sin restricción
(2) Democracia directa
a) consenso
b) dominio de la mayoría
(3) Democracia delegativa
(4) Democracia representativa
(5) Dictadura abierta de una minoría
La sociedad actual oscila entre (4) y (5), es decir entre el dominio abierto de la minoría y el dominio encubierto de la minoría camuflado por una fachada de democracia simbólica. Una sociedad liberada debe eliminar (4) y (5) y reducir progresivamente la necesidad de (2) y (3).
Discutiré más tarde los dos tipos de (2). Pero la distinción crucial está entre (3) y (4).
En la democracia representativa la gente abdica de su poder en beneficio de candidatos elegidos. Los principios proclamados por los candidatos se limitan a unas cuantas generalidades vagas, y una vez que han sido elegidos hay poco control sobre sus decisiones reales acerca de cientos de problemas — aparte de la débil amenaza de cambiar el voto, unos años más tarde, a cualquier rival político igualmente incontrolable. Los representantes dependen de los ricos mediante sobornos y aportaciones a la campaña; están subordinados a los propietarios de los medios de comunicación, que deciden qué temas consiguen publicidad; y son casi tan ignorantes y débiles como el público general en lo que respecta a muchos asuntos importantes que están determinados por burócratas y agencias secretas independientes. Los dictadores abiertos son a veces derrocados, pero los verdaderos dominadores en los regímenes “democráticos”, la pequeña minoría que posee o controla virtualmente todo, nunca ganan ni pierden el voto. La mayoría de la gente no sabe siquiera quiénes son.
En la democracia delegativa, los delegados son elegidos para propósitos determinados con muy específicas limitaciones. Pueden actuar estrictamente bajo mandato (encargados de votar de una cierta manera en un cierto asunto) o el mandato puede dejarse abierto (los delegados son libres de votar como mejor crean) reservándose la gente que los ha elegido el derecho a confirmar o rechazar cualquier decisión así tomada. Generalmente los delegados son elegidos para períodos muy cortos y están sujetos a revocación en todo momento.
En el contexto de las luchas radicales, las asambleas de delegados se han llamado normalmente “consejos.” La forma del consejo fue inventada por los trabajadores en huelga durante la revolución rusa de 1905 (soviet es la palabra rusa que significa consejo). Cuando los soviets reaparecieron en 1917, fueron sucesivamente apoyados, manipulados, dominados y cooptados por los bolcheviques, que pronto consiguieron transformarlos en parodias de sí mismos: sellos de caucho del “Estado Soviético” (el último soviet independiente que sobrevivió, el de los marineros de Kronstadt, fue aplastado en 1921). No obstante los consejos han continuado para reaparecer espontáneamente en los momentos más radicales de la historia subsiguiente, en Alemania, Italia, España, Hungría y otros lugares, porque representan la solución obvia a la necesidad de una forma práctica de autoorganización popular no jerárquica. Y continúan recibiendo la oposición de todas las organizaciones jerárquicas, porque amenazan el dominio de las élites especializadas señalando la posibilidad de una sociedad de la autogestión generalizada: no la autogestión de unos cuantos detalles del sistema presente, sino la autogestión extendida a todas las regiones del globo y a todos los aspectos de la vida.
Pero como señalamos arriba, la cuestión de las formas democráticas no puede ser separada de su contexto económico.