Había una vez un hombre llamado Timothy Treadwell. Llevó una vida de moral desviada hasta que en unas vacaciones en Alaska descubre a los osos pardos y se enamora de ellos. A partir de entonces se transforma en un "eco-warrior" con peinado de Príncipe Valiente que convive durante 13 temporadas con esos osos salvajes hasta que se lo comen. Sí, se lo comen como ud. se come un kebab. Ñam, ñam. El Sr. Treadwell había grabado gran parte de los últimos 5 veranos, documentando esa vida de sacrificio y reclusión, para poder luego ir por las escuelas e institutos divulgando el respeto y la defensa de esos osos y su gran amor por ellos.
Allí esta todo grabado. Todo. Imaginad la alegría de otro conocido nuestro, Werner Herzog, cuando encuentra todo este material y decide hacer un documental sobre ello. Horas y horas de un impresionante y brillante "footage" grabado por un tio simpático, talentoso y demenciado a la vez y pasado por el filtro de un cineasta igual de talentoso y demenciado. Un regalo total, para Herzog, para los espectadores y para cualquiera que sepa apreciar una buena historia que, aunque parezca más un cuento para niños, con su final trágico y todo, es una historia real, reciente y, lo más importante de todo, maravillosa.
Creo (y espero) que aún está en cartel en el Verdi Park. No se la pierdan ustedes.