17 de des. 2007

Una locura grandiosa (entrevista a Jim Dodge)


El reclusivo autor americano se publica al fin en nuestro país. En sus libros hay rock’n’roll, speed, obsesiones, revuelta y redención. Más ritmo y emoción que en un disco de bop. Les presento a su nuevo escritor favorito: Jim Dodge.

Voy a empezar una religión. Si les cuento esto no es para pegarles el sablazo, ni con la intención de fundar una “familia” mansoniana con sus hijas de 14 años; mis intenciones son serias, que diría Elvis Costello. Voy a empezar una religión porque he encontrado al fin un profeta y ¿qué otra cosa se puede hacer con uno? Invitarle a una cerveza no, claro. Mejor reconocer su profunda percepción del mundo, celebrar su mensaje, compartir su visión. Mi profeta se llama Jim Dodge. Eso nos pone en un aprieto a la hora de escoger nombre para la religión (¿Dodgitas? ¿Jimianos?), pero bueno.
Jim Dodge era mi escritor favorito. Eso era antes de que se me apareciera un arcángel con guitarra y cara de Buddy Holly y me confiase que Dodge era El Salvador. Vaya. Al ser Dodge un autor ninguneado por nuestros editores, yo ya me había acostumbrado a predicar en el desierto. Por fortuna, El Aleph se ha decidido a sacar El Cadillac del Big Bopper, y Alpha Decay ha hecho lo mismo con Introitus Lapidis. El primero habla de una peregrinación para hacer entrega de un regalo nunca regalado, un viaje de conocimiento atizado por las anfetas y los singles de rock’n’roll. El segundo va de desafío al poder, de sustancias alucinógenas, de magia y de una sociedad secreta que va en busca de la piedra filosofal. Otros temas de sus novelas son la pasión y la obsesión, la amistad y la hermandad, la posibilidad de redención y la celebración del estar vivo. “Ése es un buen resumen”, nos dice desde Arcata, CA. “Sólo añadiría que muchos de mis personajes luchan por aprender cómo amar, cómo aplicar su pasión en el mundo, cómo sobrevivir al sufrimiento que el amor inevitablemente engendra. Contar historias siempre ha tenido para mí ese elemento de cómo. Hace veinte años tuve la suerte de trabajar con Aliza Jones, una mujer Atabascana cuyo pueblo aún posee tradición oral, y le pregunté cómo funcionaban las historias en su cultura. “Oh, ya sabes”, me dijo, “van de cómo te metes en problemas y cómo sales de ellos”.

Jim Dodge (1945), un autor de intensa trayectoria y talento, no es famoso; y además le da igual. Pero igual de verdad: “Si algo distorsiona peligrosamente la psique de los jóvenes escritores”, comenta, “es la presión por publicar, por agarrar algo de fama. Como siempre les digo a mis estudiantes, los dos grandes obstáculos que existen para los nuevos autores americanos son el fracaso y el éxito. La celebridad, como la lujuria, es un gasto de espíritu y un desperdicio de vergüenza: quedaos en casa y trabajad”. En efecto, Dodge no publicó hasta los 38, así que ya pueden sacar la cabeza del horno de gas todos los veinteañeros que acaban de recibir su manuscrito devuelto por una editorial.

Como habrán deducido por lo de “estudiantes”, Dodge es profe. También es anarquista (“Por supuesto que la acción directa está justificada: América está construida sobre la premisa éticamente defendible de que los humanos están moralmente obligados a luchar contra la opresión y la explotación de la vida humana y más-que-humana”), bioregionalista, apologista de los estupefacientes, Gran Comendador de las Canciones Buenas y un escritor tan vital que la mayoría de las novelas de otros parecen a su lado libros técnicos de patentes alemanas. Thomas Pynchon –que prologa Introitus Lapidis- dijo que leerlo era como estar en una fiesta donde se celebrara sin parar todo lo que importa. Y, ¿saben qué? Es cierto. Sus obras (incluyendo Fup, su debut, inédito aún en castellano) son un carnaval, una “locura grandiosa”, como se dice en El Cadillac... Y el autor, el tipo de hombre apasionado y sabio que todos hemos deseado como mentor. Pregunten, pregúntenle lo que quieran: ¿Escribir como terapia para superar la pena? “Al contrario, creo que pasar cinco horas al día en una habitación llena de lenguaje pensando en tus pequeñeces, culpa y errores solo contribuye al daño”. ¿Cibercomunidades? “Como Kurt Vonnegut, creo que las cibercomunidades no son comunidades de la manera en que éstas me emocionan; máximo, son grupos intelectuales. Virtual significa “en efecto pero de hecho no” y a mí las cosas que más me gustan de la vida son los hechos sensoriales, no las aproximaciones”. ¿El dolor del desamor? “El sufrimiento surge de apegos muy profundos, como el amor. Si no quieres sufrir, no ames, porque el amor va a perderse tarde o temprano. Pero si crees que el amor aún vale la pena, ama con todo tu corazón, y cuando termine, y duela, sufre en consecuencia. Pero no gimotees, te quejes ni lloriquees: la decisión era tuya; vive con ella. Como dicen los boxeadores: el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. No escojas sufrir. No te regodees en tu pena”. Prometido, Jim.

Kiko Amat


(Artículo publicado originalmente en el suplemento EP3 de El País el 7 de diciembre de 2007. La entrevista íntegra -14 paginazas de word- será publicada próximanente en La Escuela Moderna #4, de próxima aparición)

12 de des. 2007

Ken Knabb vs. CrimethInc.


Recuerdo haber leído hace un par de años el libro Days of war, nights of love, del colectivo anarco-punk americano Crimethinc. No se quien me lo prestó, pero no me gustó nada. Supongo que me echó para atrás ese típico puritanismo crustie-vegano que te fuerza a creer que la suya es la única opción para los que están en contra del sistema político-económico en el que vivimos.
Ya sabeis, ese rollo de hacerte sentir culpable por trabajar 8 horas, ir a bares o restaurantes, beber alcohol en vez de cocinar pasteles o, incluso, usar desodorante (No es una broma anti-crustie, ¡lo dice el libro!).
Pero jamás podría articular mi crítica de una manera tan lúcida como lo hace el gran Ken Knabb, el creador de la influyente web situacionista, Bureau of Public Screts. Mucho de lo que crítica él del libro de marras lo podría subscribir yo mismo, sin la inteligencia, la lucidez y el criterio con el que Knabb cuenta, claro está. Desgraciadamente, está en inglés sólo. Perdón.
Pínchale Petey!.
Uri Amat

Un Hungry Beat en la corte del Depósito Legal

El dijous 13 de desembre, un membre de Hungry Beat (Kiko Amat) ha estat convidat a punxar al Depósito Legal (c/ Santa Anna 14, L'Hospitalet, www.depositolegal.com ).
La sessió serà després del concert de tropicàlia superdúper de El Guincho. Els discos començaran a ser punxats cap a les 23:30h.
Sonaran decididament Jazzateers, Orange Juice, el Give him a great big kiss de les Shangri-Las, el Little Joe dels Go-Betweens, Huggy Bear, Evie Sands, Dexys, el Moulty dels Barbarians, Roulettes, Buzz & The Flyers, ESG, Weekend, Chris Clark, The Bongos, el See my way dels Who, Jasmine Minks, The Cichlids, Pylon, Hurrah!, Clear Light, The DB's, The Feelies, The Rumble Strips, Lack of Knowledge, Bourgie Bourgie, Dee Walker, The Times i més.
Discos gloriosos punxats matusserament. Cançons hermoses i rares en els formats en que van ser concebudes (7" i 12").
Us hi esperem.

Miguel El Revelador


Cómic Miguel Brieva, el dibujante más politizado y crítico del momento, presenta su último trabajo Bienvenido al mundo.

Qué incómodo es Miguel Brieva. Incómodo como una silla de camping sin respaldo. En otro tipo de sociedad –alguna que confiase menos en la publicidad, el pan y el circo para atontecer a sus ciudadanos y se decantase por la opción pistolera - Brieva hubiese tenido ya “un accidente” de esos tan tontos que a veces les pasan a los tipos molestos para el poder como él. Esa caída por las escaleras desde un punto adecuadamente alto y quebra-nucas, ese tropiezo en el baño de asombrosa puntería letal, esa imprevista “depresión” (¡A él, que era tan optimista!) que siempre sobreviene acompañada de explícitas instrucciones de uso para el suicidio. Sí, en otras sociedades menos tolerantes que la nuestra, Brieva ya hubiese sido acompañado a un paseo en diminutivo. Qué suerte pues, que aquí todo vaya bien. Qué suerte tenemos de que, en el Occidente capitalista, lo peor que le pasará a Miguel Brieva es que se le tratará de corromper a cada paso. ¿No quedarían cucos, sus dibujitos, en anuncios de bambas o Ipods? Firme aquí. ¿No sería hermoso que Brieva terminase siendo uno más de esos dibujantes sin universo moral, meretrices del comercio, que dibujan bien sin mirar para quién? Firme aquí. Todo el mundo tiene un precio, como decían en Obélix y compañía. Solo hay que convertirles en mercachifles.

Con Brieva, sin embargo, lo llevan bastante crudo; porque, Brieva, ya ven, no Se Vende. Brieva es, en sus propias palabras, un moralista, entendiendo el concepto como alguien con una alta idea de la responsabilidad política personal. Si continúa así, este dibujante sevillano nacido en 1974 lo tiene todo para convertirse en –ejem- nuestro héroe. Feroz defensor de la autoedición como camino de difusión de ideas libres, lleva años editando su revista “de poética financiera e intercambio espiritual”, Dinero. También su otra revista Propuestas para no hacer. Aunque ha colaborado en múltiples medios (de fanzines como Mondo Brutto a periódicos como La Vanguardia o El País, pasando por revistas musicales como Rolling Stone) su discurso no ha dado un paso atrás. Su discurso, si me preguntan, es un lírico bombardeo de ideas libertarias sin la menor autocomplacencia, cripticismo o amigabilidad para con el sistema. Miguel Brieva es una mezcla de Agustín García Calvo y Jerry Mander, ambos en chistoso. Si es que se le pueden llamar chistes a esas imprecaciones y apocalipsismos que dibuja; y creo que sí pueden. A lo que hace podríamos llamarlo Humor Socialista, si la palabra no hubiese sido arrastrada por los charcos tantas veces. Socialismo que busca la felicidad e igualdad general, en lugar de la perpetuación de una élite corrupta y malévola. Ya saben de qué hablo.

El estilo de Brieva es difícil de definir. Él habla de Clowes y Crumb, a mí me recuerda a las ilustraciones de los catálogos de moda de los años 40 con unas gotas de Roberto Alcázar y Pedrín (en ilustración sólo, no jodan). Realista y surrealista a la vez. Su lenguaje es exagerado, caricaturizador y hiperbólico, aunque admite que, de seguir las cosas como están, en diez años sus viñetas habrán perdido toda fuerza irónica y no serán más que hiperrealismo: la realidad superando a la ficción, aunque suene a lugar común.

El último trabajo de Miguel Brieva es Bienvenido al Mundo (Reservoir Books, 2007) y tiene forma de enciclopedia. Junta definiciones (“Neoliberalismo: Simpático sistema socioeconómico que valora más un pedazo de papel o un litro de sustancia viscosa que, por ejemplo, a usted”) con viñetas cómicas como las que ven acompañando este artículo. Sus pescozones se dirigen contra la mercantilofilia, la publicidad (¡ah, la pérfida publicidad!), la tecnología inútil (al igual que García Calvo, Brieva distingue entre tecnología beneficiosa como el teléfono y el tren, y tecnología fundada exclusivamente con el objetivo de generar mercados, como el móvil o el coche), la izquierda liofilizada, los artistas a sueldo, las élites dominantes, la mansedumbre al que nos han conducido éstas... Como él mismo dijo en una entrevista para La Vanguardia, “mi humor va contra la indolencia del mundo”. Pero, a pesar del extenso campo de “contras”, Brieva no es un nihilista. Tampoco es, como tantos de nuestros maniatados intelectuales, alguien que se escuda en el relativismo teórico de la posmodernidad. Brieva declaraba en la revista Generación XXI que “aquellas maneras de explicar la realidad que de siempre me han despertado la curiosidad y la empatía más inmediata son justamente las que rebaten ese relativismo corrosivo, las que contemplan la necesaria contemplación de la verdad (...) y reclaman, una vez más, la urgencia de la utopía”. Las cursivas son mías. Las he puesto para dar fuerza al concepto de realidad (esto es malo, aquello bueno, es malo que haya ricos y pobres...) como algo opuesto al windsurfing teórico de posmodernos escurre-el-bulto como Deleuze o Derrida. No, la resignación posmoderna no es para Brieva. Ni, si me permiten un consejo, para ninguno de nosotros. Lo que nos hace falta son más reveladores de La Verdad, y es imperativo que existan “dos, tres, muchos” Miguel Brieva. Pero, de momento, vamos a disfrutar del que ya existe; les repito que es genial.
Kiko Amat

Bienvenido al mundo
Miguel Brieva
Reservoir Books

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 5 de diciembre de 2007; el artículo publicado era una versión ligeramente reducida del publicado aquí)

El chapismo que no cesa


Chapas La mini-pancarta circular que todo el mundo lleva en la pechera ha regresado después de días de gloria en los 60 y 70 (pero no 80)
Las chapas han vuelto y nadie sabe por qué narices. O sea: Bienvenidas, pero que conste que en los ochenta las llevaban cuatro mataos. Cuatro mataos, además, medio estrábicos de tanto intentar identificar qué chapa de 20mm llevaba puesta aquel tipo “con pintas” en la otra punta del vagón. Porque en aquella época –una era glaciar estilo Mad-Max sin Internet ni Ipods- las chapas eran el gran identificador subcultural. El equivalente del pañuelo coloreado en bolsillo trasero de los gays hecho baluarte punk-rocker. La declaración de intenciones de la chapa era, por su tamaño, más discreta que la de una camiseta, pancarta o tatuaje facial. Por tanto, era ideal para los que preferían el anonimato urbano (con códigos sutiles para-los-que-sepan-ver) al mohicano llamador de atención y puñetazos en la cara. La chapa dice lo que dice, pero flojito y en Morse.
Sí, la chapa en el pectoral era el guiño masónico que confirmaba “las pintas”. Pues en aquellos grises días pre-92 en los que la gente escribía a mano y bebía felizmente en la calle, “las pintas” tribales eran algo muy sutil que poca gente exhibía. Es difícil de imaginar hoy, cuando entrar en cualquier club-abrevadero de veinteañeros es como sumergirse en un video de Blondie de 1979, hoy, cuando el look espástico-geométrico nuevaolero ha triunfado de forma aplastante y los teenagers llevan encima más chapas que un miembro del Politburó, lo raro que era aquello. Joder, era tan raro que uno no se lo creía hasta que echaba un vistazo al chapote de la solapa en cuestión. Aaaah: The Clash. Lo sabía. Era como detectar la horrible deformidad de alguien que ha estado en nuestra misma leprosería. Uno del club.

Chaperos y chapistas
Una chapa habla. Una chapa le sitúa a uno en un punto concreto del mapa de pertenencias culturales. Dice: “Soy esto”. También es posible que “esto” sea “un gran gilipollas”, no me entiendan mal; las chapas no son algo implícitamente positivo. De hecho, me he pasado un poco antes cuando he dicho que en los ochenta no las llevaba ni Dios. En BUP estaba lleno de tías con chapas de Martin Kemp (Spandau Ballet) o Simon Le Bon (Duran Duran). Pero no como hoy, desde luego.
Las chapas en su utilización masiva son una herencia del Club de Fans de los 50’s y 60’s (We love The Beatles y Vote for Elvis y eso), pero también de las campañas políticas americanas de la misma época y de los movimientos contraculturales del final de la década. Quizás la más mítica sea la chapa del CND, el Comité para el Desarme Nuclear inglés, que ha acabado derivando en lo que la gente llama “el signo de la paz”: aquel trípode emboscado que diseñó Gerald Holtom en 1958 y que hizo su primera aparición en la marcha antinuclear a Aldermaston del mismo año. Pero se podría decir que la explosión chapista llega con el pop (Peter Blake inundando sus cuadros de chapas, Pete Townshend y Keith Moon de The Who cargándose las chaquetas con ellas) y revienta en el punk y la 2-Tone de finales de los 70. Es allí cuando la chapa se hace obligatoria. Ningún punk rocker, mod o rude boy que se respetara a sí mismo podía salir a la calle sin llevar 5 o 6 de ellas, mínimo. Stiff Records (If it ain’t stiff it ain’t worth a fuck), The Specials, The Damned, The Jam, Blondie is a group, etc. Nuestro arsenal.
Por cierto: Cuando hablo de chapas me refiero exclusivamente al button badge; el óvalo metálico recubierto de papel plastificado. Los pins son otra cosa, y los que las llevan son un tipo de persona completamente distinto; son los mismos que coleccionan ranitas en cualquier formato, sobres de azúcar y estatuillas hechas con sus propias mucosidades.
Una chapa puede ser Decorativa (rayas, dibujos, gatos), Política (“No más bombas en Tajikistán”), Gracioso-Bromista (“Estoy aquí solo por la cerveza”, I’m with this idiot), Irónico-Retro-80’s-Bizarra (Naranjito, El Fary, La Ruperta) o Publicitaria (¿Quieren adelgazar? Pregúntenle cómo al tipo enajenado y desaseado que lleva la chapa). O, claro, Culturalmente Identificativas (grupos, sellos, fanzines). La oferta es infinita, pero piensen bien lo que se ponen. Nadie les va a encontrar enigmáticamente sofisticados si llevan una chapa sopera que dice: Pornstar.
Una chapa suele valer 1 euro o menos; incluso pueden comprarse la máquina que las fabrica por 199 euros, tanto si quieren ponerse todas sus creaciones (van a parecer un árbol de navidad, pero en fín) como si quieren dedicarse al negocio. De hecho, muchos diseñadores se han pasado al rollito retro-poppie de hacer chapas exclusivas, como puede verse en el libro Chapas de Gavin Lucas. En sus páginas retozan múltiples artistas gráficos (ugh), pero también Mark Pawson, por suerte. Mark Pawson es un artista londinense con vínculos a los neoístas (de los que hablamos en un Reciclajes pasado), obsesionado con el arte popular –pero de veras, no para convertirlo en un hobby para ricos- y un señor que supura anti-cultura seria por todos sus orificios. Las chapas neoístas Demolish Serious Culture son suyas, así como las de Give Up Art (“Dejen de producir arte”). Pero no se crean que es un estirado. Pawson también produce chapas con mapas o calles (fruto de su amor por la psicogeografía), chapas I Love (I love Jacques Derrida, I Love Fucked-up Noise...), chapas de fieltro, con dibujos de telas, comida, de todo.
Les dejo con mi chapa favorita: Press. Original de los últimos 60’s. Me la dio un amigo inglés, asegurando que eran chapas oficiales de prensa que los yippies de Berkeley se ponían para que no les bastonearan los antidisturbios. Qué tiempos de inocencia debían ser aquellos, en que una mera chapita falsa detenía mágicamente las porras de los malos; hoy en día te hacen pulpa porque tu nombre empiece por la letra equivocada.
En cualquier caso, Press no está en venta, así que no pregunten.

Kiko Amat

Chapas
Gavin Lucas
Editorial Gustavo Gili
127 págs.

Chapistas en la red:
Fancy Pop
www.fancy-pop.net/
Plataforma Asturiana de Chapas y Complementos
http://www.plataformasturiana.tk/
Modern City Records
www.moderncityrecords.com/
Pop Madrid
www.popmadrid.com/popshop/chapas
Chapas a Tutiplen
http://www.chapasatutiplen.com/
Mark Pawson:
http://www.mpawson.demon.co.uk/


(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el 5 de diciembre de 2007)

5 de des. 2007

Cançons Hungry Beat IX a l'EJE

Las canciones que pusimos en el Hungry Beat IX del pasado 16 de noviembre en el EJE. Falta Jose, pieza esencial del quinteto, que enfermó. Lo que queda habla por sí mismo, sin embargo. Nerds: a apuntar, como nosotros apuntamos.

Miguel
MEGACITY FOUR – January
THE DAMNED – I think I’m wonderful
PETER & THE TEST TUBE BABIES - Jinx
PARAISO - Estrella de la radio
THE BARRACUDAS - Radios in revolt
THE DARLING BUDS - Burst
TELEVISION PERSONALITIES - I hope you have a nice day
THE DAMNED/CAPTAIN SENSIBLE - A riot in Eastbourne Pier
THE HOW – I was a boy
BMX BANDITS – My generation
BEACHWOOD SPARKS –Midsummer Daydream
THE MAD HATTERS – Dancing with the dead
JOHN’S CHILDREN – Desdemona
PLASTICLAND – The magic rocking horse
REVOLVING PAINT DREAM – (Burn this house) Down to the ground

Uri Amat
Les Savy Fav In these woods
The Pink Fairies Do it
Huggy Bear Fuck yr heart
The Original Sins Heard it all before
The Housemartins I smell winter
Can Moonshake
Redskins Keep on keeping on
Zumpano Momentum
Oxford Collapse Let’s vanish
Thin White Rope Lithium
fIREHOSE for the singer of REM
Kerosene 454 electrics on the rise
Superchunk water wings (???)
The Outsiders Touch
The Three O’clock Jet fighter
Trotsky Icepick Little things you don’t know
Q and not U (una de “Different damage” que no recordo)
Antelope Wandering ghost
Lyres She pays my rent now
Edwyn Collins 50 shades of blue
Robyn Hitchcock and the Egyptians Egyptian cream

Jordi Geli
START -DER BEAT
THE BUREAU - LET HIM HAVE IT
GEORGIE FAME - NO THANKS
DELORES HALL - GOOD LOVIN´MAN
MAJORLETTES - TOO HOT TO HOLD
MILLIE JACKSON - BREAKAWAY
DAN BRANTLEY - I CAN´T TAKE NO MORE
LEE ROYE - TEARS
BOBBY WOMACK - WHAT YOU GONNA DO
THE CONTINENETAL 4 - THE WAY I LOVE YOU
THE RAVEN - CALAMITY JANE
LORD THUNDER - THUNDER
CLARENCE MURRAY - THE BOOK OF LOVE
CHARLES SPURLING - THAT´S MY ZONE (HE´S PICKIN´ON)

Kiko Amat
DEXYS The teams that meet in caffs
BETTY LAVETTE You’ll wake up wiser
WEEKEND Drum beat for baby
EVERYTHING BUT THE GIRL Another bridge
RUDI Crimson
ALICE CLARK Don’t you care
THE JASMINE MINKS Think!
MARINE Life in reverse
CHRIS CLARK From head to toe
THE RUMBLE STRIPS Boys are back in town
THE BONGOS Question ball
YEH YEH You will pay
KIMBERLEY REW Stomping all over the world
EVIE SANDS Take me for a little while
KAMENBERT Hey baby
BRIGHTON 64 No volverán
THE WHAT...FOR! Goin’ out of my mind
THE SINNERS Good and evil
TED TAYLOR (Love is like a) Ramblin’ rose
MAKIN’ TIME I know what you’re thinking
JACKIE WILSON The girl turned me on
GETTO KITTY Stand up and be counted
JEAN WELLS Try me and see
CURTIS MAYFIELD Soul music
THE STYLE COUNCIL How she threw it all away
LACK OF KNOWLEDGE The uninvited

Manifest Anti-Bicing


Hi ha moltes coses del Bicing (pronunciat "baising" que queda més americà) que no m'agraden. La primera es que tots el nous "Bicingueros", la majoria dels cuals no te ni puta idea d'anar en bicicleta, van per l'acera i ja he estat apunt de ser atropellat unes quantes vegades. De fet un cop que anava super-carregat amb dues motxiles, una a cada braç, em van venir una parella mixta de "bicinguerus" de cara per la mateixa acera, un al costat de l'altre i vaig pensar "No m'aparto, no m'aparto…", com al joc aquell de "El gallina" en que dos cotxes es llancen l'un a l'encontre de l'altre i es tracta de veure qui te més collons i s'aparta abans. Aixó vaig fer i la Erasmus es va fotre una hostia al xocar frontalment contra la motxila de la meva esquerra. Ni em vaig girar. Mireu si soc cabró. I no vull ser ciutadà, pero es que ja n'hi ha prou. Oi, que els cotxes i motos no hi van per l'acera?
I ja sé que també es culpa de l'Ajuntament, i que els carrils bicis son una puta merda, perillosos i que sempre hi ha taxistes parats enmig del pas, i que abans de fotre lo del Bicing podien fer uns carrils bicis més decents, pels que ja tenen bici pròpia, pero es que no em mola ser atropellat. I menys encara que quan vaig tranquilament per l'acera hi hagi un "bicinguero" darrera meu "dring, dring, dring" perque el deixi passar.
Una altre cosa que no m'agrada del Bicing es que han tret tots els pàrquings de bicis per posar punts de "Bicing" i ara el pobres bicicleteros de tota la vida no tenen on aparcar les bicis, ja que, per acabar-ho d'arreglar l'ordenança cívica prohibeix lligar les bicicletes als arbres i faroles. No soc gens bicicletero, de fet no he agafat una bici desde que anava de vacances al Camping Neptuno de Pals, pero es que aixó es una situació bastant ridícula, no?
Pero el que més odio del Bicing, per sobre de tot, es que a mes de burros som uns "apaleaos". Si no mireu aquesta noticia que desvelava el setmanari Directa fa unes setmanes:

" L'empresa que gestiona el Bicing financia Bush i promou la Guerra a l'Irak Segons ha pogut investigar el Setmanari de Comunicació Directa en la seva edició d'avui, l'alcalde de Barcelona va adjudicar el servei del Bicing a Clear Channel, una empresa de Texas que finança el partit republicà de George Bush.

Segons ha pogut investigar el Setmanari de Comunicació Directa en la seva edició d'avui, l'alcalde de Barcelona va adjudicar el servei del Bicing a Clear Channel, una empresa de Texas que finança el partit republicà de George Bush. La filial a l’Estat espanyol té la seu central a Madrid, amb el nom de Clear Channel España SLU. Aquesta depèn de Clear Channel International, amb seu als Països Baixos, però totes elles estan controlades des de San Antonio, a l’estat de Texas, als EUA. Els seus màxims directius són Paul Mayer, Randall Mays i Mark Mays. Gran part dels beneficis generats per la multinacional es destinen a la Mays Family Foundation, que subvenciona i patrocina, entre d’altres coses, la causa política del partit republicà dels Estats Units, presidit per George Bush. Van col·laborar en la campanya per les presidencials de 2004 i també ho fan en l’actual carrera per arribar a la Casa Blanca. Des de les 1200 emisores de ràdio local que controla aquesta gran corporació, també van promoure la participació de la ciutadania a les marxes de suport a la guerra prèvies a la invasió militar del març de 2003".

No està pas malament, oi? O que us pensaveu?
Uri Amat