Top Of The Pops La BBC retira de la circulación tras más de cuatro décadas al legendario programa musical televisivo
1. El programa musical de televisión Top Of The Pops acaba de morir, y su muerte ha sido como si cerraran el servicio de mensajería pop más rápido de Inglaterra. Hay que admitir que últimamente ya no funcionaba muy bien, que se perdían paquetes, o su contenido se pudría por el camino, o eran paquetes –en el sentido peyorativo de la palabra- que mejor no mandar. El pop, lo dijimos en estas páginas hablando de la revista inglesa Smash Hits, había ido perdiendo gradualmente purpurina, calcetines, testarudez, inmediatez. En la época que reinó TOTP, la música pop podía ser banal, ruda, ruidosa, a veces ridícula; pero era música para teenagers, vacilona, útil y desafiante, el sonido de la calle. Hoy en día, por el contrario, los programas musicales destinados a un público adolescente se nutren mayormente de música para gente mayor. O dicho de otro modo, un día se marcharon Slade y entraron Snow Patrol (el equivalente cinematográfico sería sustituir a John Cleese por Meryl Streep, para que me entiendan). El último Top Of The Pops del 30 de julio de 2006 reunió a Shakira (discos para divorciadas borrachas), la anciana Kylie, la morcilla aulladora Beyoncé y los infames Snow Patrol. De acuerdo que la primera emisión no había sido un sueño punk (1 de enero de 1964: Dusty Springfield, los Stones tocando “I wanna be your man”, los Hollies con “Stay”, y pasmaos como Cliff Richard & The Shadows, Freddie & The Dreamers, Dave Clark 5...) pero tendrán que reconocer que algo se había perdido por el camino. Algo gordo.
2. Una de las acusaciones más comúnmente vertidas en contra de TOTP es que por sus pantallas se paseó toda la música horrible del planeta. No vamos a negar esto; es cierto que Top Of The Pops fue bastante receptivo a la basuuuuuura (con muchas us). Podría afirmarse incluso que se creó exclusivamente para dar salida a los excedentes de basuuuuura que se acumulan en el pop. Pero basarse en ese argumento, como dicen los ingleses, no sería estar ni aquí ni allí.
Lo importante en este caso es que el programa fue una antena involuntaria del underground. Esa subcultura de catacumbas generalmente permanece invisible para asegurar su propia supervivencia en el capitalismo feroz, circulando a cubierto, esquivando los intentos de ponerle precio. Pero a veces, la subcultura asoma la cabeza al overground. Cuando lo hace, se produce el efecto “pozo de petróleo”: su momentánea visibilidad lo hace reconocible desde una nueva distancia por un nuevo público. Ese asomarse es peligroso, pero indispensable como ocasional torreta de llamada a las armas. TOTP fue un ejemplo de esto: no buscaba horadar en el underground, pero ese igualmente fue el uso que le dió todo cristo. En 1964 saldrían vejestorios como Val Doonican y Matt “Figura de Cera” Monro, pero también Zombies, Georgie Fame y Pretty Things. En 1965 Tom Jones meneó sus pétreos glúteos por el escenario, pero tras él estaban los Who, Them y Small Faces. Y así siempre. En 1978 tocaron (o mimearon, pues TOTP funcionaba a base de playback) Rafaellá Carrá –en serio- o John Travolta, pero les seguirían X-Ray Spex, Adverts o Sham 69. Incluso en momentos de máxima pestilencia mainstream (1971-75 o 1988-89) el show se ocupó de sacar un flujo continuo de dignos soul, reggae y disco. Esto, por cierto, es un error común entre historiadores blanco-rockeros a la hora de analizar el último medio siglo de pop: los llamados “años oscuros” del rock nunca son tales si se mira a la música negra. Cuando Supertramp aparecieron en TOTP en su momento de máximo (ejem) esplendor también lo hacían Jackie Wilson, Betty Wright y Chi-lites. Que no lo tenga que repetir.
3. Todo este análisis excavatorio me recuerda que no les he dado datos de trivia indispensable. Lo haré ahora, si me permiten. Top Of The Pops estuvo en antena en la BBC1 durante 42 años. En su punto más álgido tenía 19 millones de espectadores, e hizo personalidades televisivas de presentadores como Noel Edmonson, Tony Blackburn o Jimmy Savile, el del peinado chocante. Durante muchos años su sintonía inicial era el “Whole lotta love” de Led Zep, pero en la versión danzona de CCS. La troupe que bailaba de fondo durante muchas de las actuaciones se llamaban Pan’s People, y es una pesadilla remitente que sufren aún muchos británicos. En general, el visionado del programa –lo dijo el analista pop Kevin Pearce- “era un ritual religioso del jueves por la noche, como mirar por el ojo de la cerradura a un mundo secreto y glamuroso”. Ya ven. En cuanto a experiencia pop multitudinaria, TOTP es y será siempre uno de los fenómenos más singulares y fascinantes que se han dado en la cultura popular.
4. Para terminar, tres favoritos personales de TOTP:
a) En 1977 los Clash rechazan salir en el programa, en uno de los gestos más hipócritas de la historia del pop. Aludieron motivos políticos, olvidando que su álbum fue el primer disco punk grabado para una multinacional, CBS. Los Jam, sin embargo, no rechazan salir en el programa, y “All around the world” estalla en todas las pantallas del Reino Unido. Cientos de teenagers se unen a su cruzada de desafío con corbatas.
b) Dexys Midnight Runners se pegan unas risas a costa del programa cuando salen a presentar “(Jackie Wilson said) I’m in heaven when you smile” ante una imagen del jugador de dardos escocés Jocky Wilson.
c) Todo el Glam, cuanto más ceporro mejor. No el lado etéreo de Bowie y compañía, sino todos esos “pitbulls con pintalabios” (como los definió Michael Bracewell), pastores de cabras en drag y con una sola ceja: Mud, Sweet, Rubettes... Brutos y bizarros como tractores pintados de rosa.
Kiko Amat
(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el 27 de diciembre de 2006)