¿Dónde estabas tú en el 77?
En el colegio cursando EGB, llevando pantalones cortos, devorando regaliz y cheiw juniors, viendo Mazinger Z en la tele los sábados y viviendo a caballo entre Asturias y Barcelona por cuestiones familiares.
Eres de los primeros mods certificados en tu ciudad. ¿Cómo, cuándo y por qué entraste en contacto con tu subcultura? ¿Y a qué edad firmaste?
Debió ser a los 12 o 13 años. En mi colegio, y en general en mi barrio, eran legión los heavys. En mi casa apareció el doble azul de los Beatles –que aún conservo- y al escuchar por primera vez el "Strawberry Fields forever" sentí una sensación de vértigo y mariposas en el estómago junto a la firme convicción de que aquello le daba mil patadas a lo que sonaba en las radiofórmulas de entonces, y que mutó en una obsesión enfermiza por los Beatles. Por supuesto en mi casa debió ser motivo de alegría y alivio, aunque dejarte chulescamente flequillo Lennon´65 no ayudaba mucho a la integridad física de uno en un ambiente tan quinqui como el que era por aquel entonces mi barrio. Nos juntamos en clase tres zumbados por los Beatles y nos pasábamos el día hablando de ellos, que si he conseguido tal disco, que si en tal revista sale un especial sobre ellos…Lógicamente éramos los “raritos” de la clase. Uno de ellos, el Sureda, un día me habló que cerca de su casa había mods. Posiblemente era la primera vez que oía esa palabra y se tiraba el día hablando fascinado de ellos. Que si uno tiene una Vespa, que si llevan chaquetones militares verdes, que si existe un grupo llamado Brighton 64… Un día apareció con un tabardo militar de la mili española y el All mod cons bajo el brazo y yo, que por aquel entonces solo vivía para los Beatles lo escuché casi por compromiso y, contra todo pronóstico, volví a sentir las mariposas en el estómago; y así hasta la fecha.
Le pedí que me llevara a ver a esos mods de su barrio y desde la acera de enfrente, boquiabierto y con un respeto sobrenatural, vislumbré una fascinante docena de tíos y en ese mismo momento decidí que quería ser como ellos. Uno de ellos. Atraqué el armario de mi padre (que muy generosamente no puso ningún problema en cederme sus trajes de tres botones) y mi madre me los arreglaba según mis deseos. También, extraído del armario de casa, apareció un tres cuartos militar al que le cosí un descomunal parche de los Who robado en el Corte Inglés. A propósito de la ropa iba a explicar la gloriosa anécdota del traje del difunto pero ya la expliqué en el libro de Pablo Martinez Vaquero…
¿Formaste parte de algún otro culto antes del mod, o fue éste tu primer amor?
Aparte de la fiebre beatlemaníaca infantil, el primero y el último fue lo mod.
¿Qué recuerdas del momento concreto en que pasaste a ser Uno de Ellos?
Bueno… cuando yo ingresé en filas ya había mucho mod más mayor que yo y habían algunas fiestas pero los fines de semana me tocaba currar en un negocio familiar que me impedía acudir a las mismas y así –con gran rabia y dolor- me perdí las primeras. En aquellos tiempos era religión ir en masa a cualquier cine que pasaran Quadrophenia y la gente presumía de las veces que la había visto. Había uno que decía haberla visto más de veinte veces (y posiblemente fuera cierto). Mi primera vez fue un sábado en el Cine Spring de Pedralbes. Fuimos en autobús con nuestras mejores galas el Sureda y yo. Llegamos tarde, allí no había acomodador y entramos a oscuras como pudimos y nos sentamos en el lugar equivocado; el programa era doble y antes de Quadrophenia pasaban God save the Queen y el cine estaba dividido: a un lado mods y al otro punks que no paraban de tirarse cosas, escupirse, insultarse a grito pelado… Nosotros nos habíamos sentado en el sector punk y tuvimos que salir por piernas al otro sector.
¿En qué situación recuerdas que se encontraba la cultura popular, o la cultura rock’n’roll, cuando tú te empezaste a sentir atraido por ella?
Era horroroso todo, no entiendo la gente que reivindica los 80. Quizás porque no los vivieron. Los que los vivieron me da la sensación que lo que reivindican realmente es su adolescencia, de otra manera no lo entiendo.
¿Cuál era la reacción de la gente corriente a tu imagen? ¿Violencia, pitorreo, asombro, admiración...?
Pues había de todo. Mucho pitorreo, algo de asombro, unas décimas de admiración y toneladas de violencia a babor y a estribor.
¿Existían, según lo recuerdas, enemistades entre las distintas bandas juveniles?
De mi anterior colegio guardaba buenas amistades en mi barrio y un día me encontré a cinco excompañeros en mi calle y los cinco se habían vuelto punks y me iba con ellos de fiestaca sin mayor problema. De hecho yo nunca he tenido el más mínimo encontronazo con ellos, todo lo contrario. Eso si, debía ser una bonita estampa: una horda de punks de barriada y un tío con un horroroso tres cuartos militar con un monstruoso parche de los Who. La verdad que fue una época muy divertida mientras duró a pesar de que a la vuelta de cada esquina podías tener bronca en cuestión de segundos con rockers o quinquis sin apenas mediar palabra.
¿Se diferenciaba mucho el ambiente mod de extrarradio del urbano?
Lo desconozco por completo. Mi primera novia era de Badalona y durante años de moverme por allí nunca vi nada mínimamente parecido a un mod. De hecho me recordaba mucho a mi barrio (Glories-Clot), donde no había NADA. Solamente heavys, quinquis y gitanos. Del resto reconozco mi ignorancia.
¿Cuándo y cómo recuerdas empezar a sentirte acompañado? Es decir: ¿Cuando empezaron a afiliarse nuevos miembros a tu club? ¿Quiénes eran?
Ya en el 82-83 en un concierto en Zeleste nos juntamos unos quince tíos que íbamos por libre y montamos un grupo de gente bastante numeroso que creció con el tiempo. Allí estaban muchos de los que luego fueron mis amigos durante años (Carlitos Bisontes, Juanjo Herreros, Juan Carlos Benitez, David Soul, el propio Sureda, y muchos más a los que perdí la pista con el tiempo) y quedábamos todos los fines de semana en un pub de Passeig de Sant Joan –el Liverpool- e íbamos juntos a los conciertos y fiestas.
¿Puedes definirnos tu look en tu época de mod primerizo?
De tierno primerizo bastante chungo. Luego fue mejorando poco a poco pero un día de 1983 podía ponerme unos safaris o botas militares, Levis o pantalones de traje (cualquiera de los dos, a todas luces, demasiado corto) con los inevitables calcetines blancos y un Fred Perry, camiseta de los Jam o maillot de ciclista. La parka genuina hasta 1984 no llegó.
De hecho el punto de inflexión en la sustancial mejoría de mi look fue a partir de una casualidad: en mi casa las pelas no sobraban precisamente; la ropa era cara y las partidas presupuestarias había que administrarlas con mucha sabiduría. En aquella época mi principal obsesión eran los discos y el grueso de mi escaso dinero se iba en ellos. Cierto domingo que iba andando solo por la calle pegué una patada a una especie de plumier que había en el suelo y asomaron unos cuantos fajos de billetes. Miré a ambos lados, trinqué el plumier y el gremio textil barcelonés sonrió durante largos meses.
¿Cuáles eran tus pasiones entonces? ¿Qué discos te chiflaban?
Pues intentar follar como todo el mundo, currar para tener pelas para comprarte discos, ropa y alguna alegría química, admirar cualquier vespa o lambretta aparcada en la calle pensando que algún día tendría una y así (iluso de mi) follaría más. Los discos eran muy, pero que muy básicos. Del Discoplay de Madrid mayormente y el hecho de ir a la oficina de Correos a recoger un mes más tarde el pedido era toda una emocionante ceremonia difícil de explicar para alguien de hoy en día.
Te cuento una anécdota muy esclarecedora de donde estábamos los mods españolitos de principios de los 80: mi padre cambió de trabajo y se hacía con el camión media Europa, y le surgió un viaje a UK. Sin pensármelo me fui con él y nada más bajar del ferry, como no estábamos en el Unión Europea, había que pasar 24 horas en zona aduanera de algún pueblo del sur de Inglaterra (creo que era Bournemouth). Como yo sabía algo de inglés mi padre me llevaba loco por las oficinas de la aduana para poder tramitar el papeleo y en esas un tío me empieza a cantar el “We are the mods”, yo me giro y veo un mod inglés, altísimo, muy rubio y sonriente que me empieza a hacer preguntas como una metralleta y yo, con mi inglés más que justo, pidiéndole que hablara más despacio. Cuando le digo que soy español me mira de arriba abajo como si hubiera una cámara oculta y yo el paradigma de una anomalía en el tiempo y el espacio. Me tramitó él todo el papeleo (trabajaba en la aduana) y me llevó a un bar en un barracón y a todos los currantes del puerto les decía a grito pelado que yo era un mod ¡¡spanish!! Como algo asombroso y extrañísimo. Total que el tío me pregunta que cómo estábamos en Barcelona, qué música escuchaba, etc etc y yo le hablaba de los Brighton 64, Tamla, Jam, etc y el tío antes de despedirnos –supongo que viendo que estaba en el escalón más básico- me escribió una lista de diez discos que tenía que comprarme cuando fuera a Londres. Lógicamente no le hice caso sospechando que quizás me había tomado el pelo –no me sonaba ni en pintura nada de lo que me recomendó- y me compré Jam, Lambrettas, etc... Muchos años después encontré aquella lista y comprobé con gran asombro que me estaba recomendando Northern soul y que aquellos discos que me instó a comprar diez años antes era lo que estábamos escuchando a principios de los 90 en Barcelona.
¿Bailábais?
Al principio no, nada. Luego sí, y mucho. Y como auténticos pollos descabezados en nuestros primeros pinitos.
¿Habían muchas chicas, o lo recuerdas como un entorno más bien masculino?
Muy pocas chicas, rozando la sequía generalizada. Las chicas del barrio preferían otro tipo de ser menos “extraño”y las tías mods supongo que se sabían muy cotizadas y se hacían rogar lo que no está escrito.
¿Todavía te sientes mod? Si la respuesta es no: ¿Por qué te distanciaste de tu subcultura?
Si, con todas sus contradicciones y tras 30 años.
¿Qué piensas de las generaciones que han continuado la tradición en las décadas posteriores?
Me parece fenómeno. Creo que el asunto está en buenas manos a pesar que cuando salgo hoy en día a alguna fiesta o concierto no puedo dejar de percibir que hay varias escenas diferentes en una y que aunque discurren paralelas en rara ocasión se juntan.
(Fernando Muñiz epitomiza en nuestra opinión la más excitante épica de los 80's mods: belicosidad, orgullo de pertenencia a una pandilla casi militar, gran sentido del humor, amor al pop y un hedonismo asilvestrado que iban a perderse en el modismo al empezar los noventa. Para los casi infantiles mods de la generación de 1985 Fernando siempre fue una expecie de Cid Campeador mezclado con Dan Defensor -no por la cieguez- y el padre de Black Adder, envuelto en parka, cuidando de nosotros eternamente y sin dejar en ningún momento que nadie nos tosiera. Por supuesto, Fernando fue también organizador de cientos de conciertos, fiestas y "concentraciones" -entonces se llamaban así, de nuevo con acento casi castrense- sin los que la subcultura modernista barcelonesa jamás hubiese sobrevivido a los áridos últimos 80. Siempre incapaz de permanecer quieto, recientemente acaba de publicar su esencial guía bodego-psicotrónica Barcelona on the rocks. La foto está fechada hacia 1982-83, y debe ser una de las primeras de nuestro protagonista como incipiente mod juvenil)